Enfermera boricua de NYC que ayudó a víctimas del huracán en Puerto Rico
Melanie Pratts, residente de Queens, asegura que fue un honor ir a asistir a su gente durante una misión humanitaria en la Isla
Prácticamente desde que nació, Melanie Pratts ha viajado a Puerto Rico todos los años para visitar a su familia o simplemente por vacaciones de placer. Pero su última ida a la isla fue por un motivo que ni ella misma se podía imaginar.
La mujer, de 37 años y de padre puertorriqueño, formó parte del primer equipo voluntario de médicos y enfermeros del Mount Sinai Health System de Nueva York, que acaba de regresar de Puerto Rico tras haber cumplido una misión humanitaria de dos semanas.
“Yo he perdido la cuenta de todas las veces que he ido a Puerto Rico. Viajaba todo los veranos desde que estaba pequeña y por lo menos una vez al año como adulta. Pero esta vez fue muy emotivo regresar a la isla. Fue un shock“, dijo Melanie Pratts, RN, quien es directora de Sistemas Médicos en el New York Eye and Ear Infirmary en el Mount Sinai Health System.
“Tengo el corazón roto de ver como todo está destrozado. La gente no tiene luz, agua, comida y las cosas básicas que son tan necesarias; para mí es algo muy triste (…) Lloré casi todo el viaje desde San Juan a Fajardo, porque yo me acuerdo cómo era la isla antes del paso del huracán y vi el Yunque que era todo verde y ahora está todo seco, marrón”, agregó la boricua nacida en Long Branch, Nueva Jersey, para quien esta fue su primera misión de salud en la isla.
Aunque su destino inicial sería el poblado de Manatí, el grupo de voluntarios fue trasladado desde San Juan hasta el Hospital HIMA San Pablo de Fajardo, en donde las autoridades, junto con el ejército, tuvieron que instalar carpas provisionales en el área del estacionamiento para atender a los pacientes de menos urgencia debido a que el centro médico no tenía electricidad.
La enfermera, quien reside en el vecindario de Ridgewood, en Queens, explicó que el grupo de cuidadores de salud neoyorquinos –tres médicos y siete enfermeros– nunca se imaginó que en tan poco tiempo atenderían a una cantidad tan grande de personas afectadas por los estragos causados por el paso del huracán María.
“Nosotros llegamos pensando que íbamos a ver pocos pacientes, porque el hospital estaba trabajando con lo básico, pero después de una semana vimos más de mil personas. Eso para mí fue un indicativo de que algo serio y malo estaba pasando, porque era mucha gente buscando ayuda“, señaló la enfermera especializada en cuidados de urgencia, quien informó que el Hospital de Fajardo sigue con problemas de electricidad.
“Ellos solamente podían ver a pacientes de emergencia y pacientes que no se pudieron mover porque estaban muy enfermos o porque estaban conectados a una máquina. Todos los demás que tenían problemas de salud menos serios y que no tenían a donde ir fueron atendidos en las carpas que sirvieron de clínicas improvisadas al lado del hospital que sigue funcionando con generadores”, explicó Pratts quien junto a su equipo trabajó largas horas y sin ningún día de descanso.
“Lo que más me impresionó es que afuera de San Juan hay muchos lugares en los que las cosas no están funcionando. En Fajardo casi no hay negocios abiertos porque no hay luz y no hay servicio de teléfono y cuando no hay electricidad piensas en cosas que no valen como la televisión o la computadora, pero hay que pensar en las personas que no se pueden conectar a las máquinas de oxígeno o las máquinas para el tratamiento de asma“, añadió.
La enfermera boricua cree que la numerosa cantidad de pacientes que vieron —un total de 1,636— se debió a que Fajardo es un área turística muy visitada por locales y extranjeros, ya que desde allí se toman las embarcaciones hacia las islas de Vieques y Culebra. Por eso también atendieron a personas que llegaron desde esos islotes.
Según informó Pratts, la mayoría de las personas a las que atendieron estaban sufriendo de conjuntivitis, ansiedad y lesiones que se causaron tratando de limpiar tras la tormenta. Muchas de las heridas –dijo la enfermera– se las causaron tratando de quitar escombros, palos y por los vidrios de las ventanas que intentaban reparar.
“Me afectó ver tanta gente sufriendo y necesitada. Me dolió mucho ver tanta gente con enfermedades crónicas“, se lamentó la cuidadora de salud.
“Para mí como una mujer boricua fue algo muy diferente a lo que había visto toda mi vida en Puerto Rico (…) Fue un honor poder ir y ayudar a los míos, a mi gente. Fue una experiencia muy humilde”, expresó Pratts.
Aparte de la atención médica que prestaron a las víctimas de María, los voluntarios neoyorquinos también educaron los pacientes sobre los peligros de tomar agua o lavárselas heridas con agua que puede estar contaminada con la bacteria que causa la leptospirosis.
Como parte de la ayuda sanitaria que está ofreciendo el estado de Nueva York a Puertor Rico, a los 10 voluntarios del Mount Sinai también se le unió un grupo de médicos y de enfermeros del Hospital Montefiore.
Un segundo grupo de voluntarios del Mount Sinai, integrado por tres doctores, dos enfermeros practicantes y cinco enfermeras generales, ya se encuentra en la Isla ayudando a cientos de puertorriqueños.
Hasta los momentos, la cifra de muertos por el paso del huracán María por Puerto Rico alcanza los 48, según los últimos reportes del Departamento de Seguridad Pública de la Isla.
Sorpresivo y emotivo reencuentro
El padre de Melanie, Angel Quiles, de 59 años, quien nació en Piletas, Lares, se mudó a la Gran Manzana cuando tenía 22 años para trabajar en el sector de la construcción. Pero, tras su jubilación este año decidió regresar a Puerto Rico en junio, para retirarse en su pueblo natal, sin imaginarse que tres meses después la isla sería devastada por un poderoso huracán. Aunque su vivienda sólo sufrió inundaciones y uno que otro daño material, Quiles también está sufriendo la falta de agua, alimentos, electricidad y comunicación que están padeciendo miles de puertorriqueños actualmente.
Cuando el señor Quiles se enteró a través de una de sus hijas que Melanie estaba en Fajardo no lo pensó dos veces para encontrarse con ella. De inmediato se montó en su auto y manejó más de cuatro horas desde Lares hasta Fajardo para sorprenderla.
“No lo veía desde hace más de tres meses y tuve mucho tiempo sin saber de él después de la tormenta. Fue muy emotivo verlo abrir la puerta del carro. De inmediato me puse a llorar“, narró la enfermera. “Fue una gran sorpresa verlo entras las carpas en Fajardo. No sabía que iba a venir”, agregó.
Pratts, cuya madre es cubano-hondureña, regresó a Nueva York el 26 de octubre y su mayor deseo es volver a la Isla del Encanto para poder ver de nuevo a su papá y visitar a su extensa familia. Tiene muchos tíos, tías y primos que se vive en Piletas, Lares, incluyendo sus abuelitos paternos de 80 y 77 años.
“Yo creo que voy a regresar porque quisiera ir a la zona de Lares y ver con mis propios ojos si las cosas están bien y qué es lo que necesitan”, concluyó.