Sus raíces cafeteras llegan al cuidado del cabello

Juan Valencia ha desarrollado una marca natural con productos como la cafeína

Juan Valencia, creador y fundador de Amapelo, una línea de productos para el cabello basados en productos naturales./Cortesía

Juan Valencia, creador y fundador de Amapelo, una línea de productos para el cabello basados en productos naturales./Cortesía Crédito: Cortesía

Juan Valencia ha tenido que adaptarse y readaptarse a distintas situaciones para llegar a hacer lo que siempre quiso, tener una empresa. Valencia es el creador de Amapelo, una línea de cuidado del cabello natural, pero llegar a este sector no fue un camino que recorrió en línea recta y aún hoy, con el negocio lanzado, sigue en ese proceso de aprendizaje y adaptación para gestionar su empresa.

Valencia llegó a EE UU procedente de Colombia hace 18 años. En su país, en los noventa, gestionaba una cadena de tiendas de computadores en unos momentos muy peligrosos. Al presidente de la compañía para la que trabajaba le mataron mientras se resistía a su secuestro y a pesar de los ubícuos guardaespaldas la violencia llegó de nuevo a su trabajo cuando una bomba destruyó las oficinas en las que trabajaba en Cali.

“Cuando vi lo que había quedado del edificio me quedé muy triste y la bomba afectó a otros pequeños empresarios de los alrededores. Vi a esa gente llorando, con los locales destrozados por un ataque terrorista que se quedó sin saber quién lo había cometido. Yo, que quería ser empresario, me dije que en Colombia iba a ser imposible”, explica Valencia antes de decir que ama a su país pero le resultaba difícil pensar en futuro con ese nivel de violencia.

Años más tarde, y de una forma que no planeó cuando aterrizó en EE UU, terminó trayendo sus raíces colombianas y las de su familia que durante 100 años ha vivido y trabajado en una finca familiar en la zona cafetera. En los últimos tres años ha desarrollado una línea de cuidado del cabello (champú, acondicionador y foam) llamada Amapelo que tiene solo ingredientes naturales  y entre ellos, prominentemente, la cafeína que en la zona andina se usan para el fortalecimiento del cabello.

Este empresario afirma que llegó un poco casualmente al sector de la belleza.

Al llegar a EE UU se puso a estudiar inglés becado por los jesuitas, quienes le ofrecieron también ayudarle a hacer un MBA en la universidad de Saint Joseph en Philadelphia. Tras completar sus estudios consiguió un trabajo como gerente de mercadeo de una empresa de construcción hasta que llegó la Gran Recesión y con ella la falta de oportunidades laborales tanto en el sector de bienes raíces como en el resto. “Nadie contrataba a nadie”, recuerda.

Buscó empleo en Craigslist.com poniendo la palabra “spanish” y encontró una empresa que necesitaba a alguien que contestara el teléfono en español. “Me dijeron que no necesitaban a alguien con un MBA”, dice para contar que insistió con el argumento de que había arrancado de cero ya una vez y podía volver a hacerlo.

La empresa era Annie International, una compañía que vendía accesorios para el cabello y a la que terminó representando en varios mercados internacionales. “Estuve ocho años allí”.

Juan Valencia distribuye desde su sede en Lancaster (Pensilvania) su propia línea de cuidado de cabello y es distribuidor de otras marcas a través de una segunda empresa, Kiros Beauty./Cortesía

Valencia empezó a pensar en su línea para el cuidado del cabello hace tres años y hace dos se retiró de su empresa para dedicarse plenamente a ello.

“Empecé con un plan de negocio e hice una investigación con Cocotique (una empresa que ofrece suscripciones de productos de belleza) y nos dimos cuenta que había mucho interés en el cuidado del cabello, el crecimiento y evitar la caída. Empecé por ahí, estudiando ingredientes que en Colombia, Ecuador y Perú se utilizan para cuidados de cabello de forma natural”. Valencia buscó estos ingredientes en los productos en el mercado y vio que había una oportunidad para trabajar con estos productos orgánicos y sobre todo con la cafeína.

Trabajó con un laboratorio que estabilizó las fórmulas y comenzó una andadura en la que ha tenido que seguir adaptando su plan a las realidades del mercado.

“Con Amapelo he aprendido muchas cosas”, dice. “Una de ellas es que lo que crees que va a funcionar no es tan bueno”. “Cuando lancé el producto lo ofrecí a salones de belleza pero los volúmenes eran muy pequeños, lo que sí que llamó la atención es que estaba libres de sulfatos y que está hecho con productos naturales. Tardé en darme cuenta y me dí contra el suelo un rato pero vi que los mejores clientes eran las tiendas de productos orgánicos”.

Otra cosa que aprendió es que por más que se hable de la publicidad en medios sociales y apostara por ella, “las marcas nuevas no arrancan fácil en social media a no ser que tengan  mucho dinero para invertir en publicidad y los canales tradicionales, como las recomendaciones de vendedores y especialistas de salones de belleza son muy importantes, el referido humano”. Amapelo lleva menos de un año en el mercado y se vende en la red de la empresa, en Amazon y en muchas tiendas orgánicas en Philadelphia, Nueva York y Nueva Jersey

Valencia empezó a hacer distribución tocando todas las puertas que ha podido y hace lo mismo con una segunda empresa, Kiros Beauty para distribuir productos de otros fabricantes y ampliar su cartera. Él dice que todos los productos que representa están pensados para distintos consumidores y él no empuja la venta de uno sobre otro. “Hay marcas, precios y necesidades de cuidados para distintos cabellos, me fijo en el cliente primero y luego ofrezco el producto”, explica.

Tanto Kiros como Amapelo aún no han llegado al punto de equilibrar sus cuentas porque “la inversión de tiempo y dinero no se ha recuperado, es un trabajo en progreso”.

Una red de apoyo

Tanto Kiros Beauty como Amapelo son empresas unipersonales de momento y es Juan Valencia, que vive en Lancaster (Pensilvania) el que hace casi todo el trabajo de llamar a las puertas de sus clientes. No obstante habla siempre en plural de lo que hace en sus compañías. Y lo hace porque dice que siempre ha habido “un equipo de gente que ayuda y la familia”. Se necesita soporte porque muchas veces uno no calcula de todo dónde se mete pero el apoyo permanente de la gente que te anima es importante”.

Valencia dice que hay muy buen apoyo entre los empresarios hispanos y explica que en ese sentido está muy arropado por la Cámara de Comercio de New Jersey. “Hay una comunidad en la que apoyarse”.

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