Editorial: Rechazamos el racismo

Trump debe aprender del legado de Martin Luther King Jr.

Donald Trump.

Donald Trump.  Crédito: EFE/ Michael Reynolds

El presidente Donald Trump quiere una nación más blanca, con una población homogénea. Un país en que los inmigrantes vengan de un sitio como Noruega, en vez de lugares de países de miércoles como los africanas y latinoamericanas.

En realidad Trump no dijo de “miércoles”. Su expresión fue un insulto despectivo, grosero y humillante. Una de esas palabras que no se les permite decir a los niños porque son de mal educados.

Para muchos conservadores -esos que cuidan la moral y las buenas costumbres- sería un escándalo si la hubiera dicho el expresidente Obama. Pero es Trump, dicen que así habla él y sus votantes. Que precisamente la virtud del mandatario es decir lo que piensa.

Parece que ahora el odio pasa a ser una virtud cuando se lo expresa de la manera más cruel y directa.

Los líderes legislativos republicanos, que estuvieron presente en la reunión sobre inmigración realizada en la Casa Blanca, dicen no recordar exactamente lo que dijo Trump. No lo niegan, sino que aplican una memoria selectiva.

Esta misma que esconde al indeseable, que es cómplice del racista. Que mira para otro lado porque le conviene esa amistad, porque no considera importante el desprecio o porque en el fondo de su corazón se está de acuerdo con él.

Es trágico que a casi 50 años del asesinato del líder de los derechos civiles, Martin Luther King Jr., el racismo tenga una nueva aceptación en nuestra sociedad.

Los líderes del Ku Klux, neonazis y antiinmigrantes le dicen a todos cuán satisfechos están con un presidente que exprese sus ideas, que las haga aceptable, que los defienda como lo hizo Trump en el Charlottesville.

Hoy se justifica el racismo como una manera de no ser políticamente correcto, una reacción a la Acción Afirmativa, una frustración por las dificultades económicas de la clase trabajadora. Estas son excusas nuevas para un sentimiento viejo.

Los haitianos para Trump son indignos para ser inmigrantes. Hay una orden para deportar decenas de miles de esos refugiados. Sin embargo, la mayoría de los 64 lavadores de platos, cocineros, empleados de limpieza y jardineros contratados a través de la visa H-2B para Mar-A-Lago son haitianos. El Presidente no quiere pagar un salario mejor para atraer trabajadores estadounidenses.

La hipocresía de Trump es abismante, el odio que lanza es detestable y la complicidad a su alrededor es repugnante.

En este día de homenaje a Martin Luther King, Jr. recordamos su sueño de diversidad, el cual un día en nuestro país las personas sean juzgadas “no por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”.

Las palabras de su discurso inspirador son un llamado a combatir y superar la pesadilla racista de Trump y su gente

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