Editorial: La lucha por los soñadores

La Administración Trump los convirtió en un instrumento de cambio cuando les quitó la protección contra la deportación

Los "Dreamers" mantienen su lucha en el Congreso.

Los "Dreamers" mantienen su lucha en el Congreso. Crédito: Mark Wilson/Getty Images

Los más de 800,000 beneficiarios de DACA siguen rehenes de una negociación que nada tiene que ver con ellos. Estas personas fueron traídas por sus padres, se educaron en este país y son tan estadounidenses como cualquier nativo.

Eso lo sabe la gran mayoría de los estadounidenses que en cada sondeo de opinión muestran un abrumador respaldo a ellos. El reconocimiento de que estos indocumentados tienen características únicas es amplio como para merecer una consideración especial, incluso en el Congreso. Pero en la bancada Republicana y la Casa Blanca dominan los extremistas.

La administración Trump los convirtió en un instrumento de intercambio cuando les quitó la protección contra la deportación y los lanzó al Congreso. Ese mismo legislativo que votó tantas veces en contra de esta gente.

Ese fue el comienzo de una farsa como la reciente reunión en la Casa Blanca a pedido del presidente Trump entre legisladores demócratas y republicanos sobre inmigración. Esa negociación pública dejó primero una reservada esperanza, para luego mostrar la deshonestidad de aceptar algo para después cambiar de posición.

Trump dijo allí que firmaba lo que se decidiera de manera bipartidista. Se dijo que primero se iba a tratar DACA a cambio de la seguridad fronteriza, la lotería de visas y la reunificación familiar. Luego se podía ver el resto en una reforma integral.

Cuando llegó la hora de la verdad, el asesor presidencial Stephen Miller hizo lo posible para impedir un acuerdo. Trump terminó de envenenar el ambiente con su insulto a las naciones africanas y centroamericanas.

Por su parte, el Comité Judicial de la Cámara Baja presentó un proyecto con exigencias inaceptables por una regularización temporal de los beneficiarios de DACA. Es una propuesta hecha para ser rechazada, para fracasar. Se quiere todo a cambio de muy poco.

Esta oferta literalmente es una protección mínima de estos jóvenes para permitir la deportación de sus padres. La línea dura quiere que se vote este proyecto cuya aprobación en el Senado es muy lejana.

El Congreso Republicano no quiere aprobar DACA. Hoy se busca poner a los Demócratas contra la pared al estar ligado con el plan de gastos que tiene que pasar o ser extendido antes del viernes a la medianoche. Si rechazan cerrar el gobierno aceptando un acuerdo sin DACA quedan mal con su base inmigrante, si obligan el cierre serán acusados por los Republicanos de preferir a los indocumentados que financiar la defensa nacional.

La orden judicial que obligó al gobierno federal a seguir recibiendo beneficiarios de DACA da un respiro. Pero en estos días se recrudece la batalla para proteger a los soñadores.

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