Aranceles absurdos

Trump ha sido cuestionado por su decisión sobre el acero y aluminio.

Trump ha sido cuestionado por su decisión sobre el acero y aluminio. Crédito: AFP/Getty Images

De todas las medidas propuestas por el gobierno de Trump ninguna ha sido tan atacada, incluso por parte de los republicanos, como el plan para elevar los aranceles a las importaciones del acero y el aluminio. La razón del rechazo es obvia y más que justificada: el aumento desataría una guerra comercial a nivel mundial que sería desastrosa.

La idea del presidente se originó supuestamente para complacer a su base de seguidores y cumplir con su promesa de campaña de proteger a los trabajadores de esas industrias. Pero como bien lo han argumentado economistas, ejecutivos de negocios y políticos de ambos partidos, en lugar de preservar trabajos, la medida provocaría un grave daño a la economía nacional que por ahora luce estable.

Desde la derecha y la izquierda los expertos le han advertido a Trump que el aumento de los aranceles ocasionaría que se elevaran los precios de innumerables productos en este país, desde las computadoras hasta los autos y los precios de los boletos de avión. Aunado a ello, las exportaciones de muchos artículos estadounidenses estarían en riesgo porque las naciones afectadas por el aumento de los aranceles reaccionarían con represalias.

La Unión Europea, por ejemplo, ha manifestado ya que si Trump continúa con su plan, podría imponer un 25% de aranceles a las mercancías que importa de Estados Unidos, valoradas en aproximadamente $3,500 millones anuales.

Todo esto podría ocasionar la pérdida de miles de  empleos en industrias estratégicas como la automotriz y la de la construcción.

Está por verse si la medida podría perjudicar incluso a países que son aliados y socios comerciales importantes de Estados Unidos como Canadá y México.

Lo que más llama la atención es que, pese a las innumerables advertencias en contra de los aranceles por la guerra comercial que desencadenarán,  Trump ha dicho que no dará marcha atrás. Desde su perspectiva, “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar”, lo que demuestra no solamente su ignorancia en materia económica, sino su falta de juicio y testarudez.

Los motivos por los que el presidente insiste en implementar esta medida no están del todo claros. Podría deberse a que solamente le importa quedar bien con su base o a que busca distraer la atención sobre el caos que reina en la Casa Blanca y los avances del fiscal Mueller en la indagatoria sobre la posible colusión con Rusia.

En cualquier caso, lo importante es que el Congreso actúe y que lo haga pronto. Los legisladores de ambos partidos deben unirse para impedir que Trump siga adelante con este plan descabellado que podría dar al traste con la economía estadounidense y con el comercio internacional.

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