De un hotel en Panamá a una torre en Uruguay: las polémicas con los negocios de Trump en América Latina
La disputa por el control del edificio más alto de Panamá es la última de las controversias con los negocios de Trump en Latinoamérica
En Panamá, las letras “Trump” fueron removidas del edificio más alto del país.
En Brasil, un plan para abrir el Hotel Trump Rio dio lugar a una investigación criminal.
Mientras, en México, el proyectado Trump Ocean Resort ni siquiera llegó a construirse.
Del norte al sur de América Latina, diferentes negocios que involucraron a la compañía del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se han visto salpicados por disputas y polémicas en los últimos años.
Algunos de estos problemas datan de antes de la incursión de Trump en política y parecen deberse más a cuestiones comerciales o de gerencia que a sus posturas en temas como la inmigración o el muro que quiere en la frontera con México.
Pero las controversias de la Organización Trump en la región continúan hasta ahora, como muestra el enfrentamiento con riñas por el control del Trump Hotel Panamá.
Esto plantea una situación atípica para América Latina y, según expertos, pone bajo cuestión la estrategia que el actual presidente de EE.UU. siguió para desarrollar su compañía familiar en otros países.
“No creo que sea un problema latinoamericano; es un problema de Trump”, señala Jan deRoos, profesor de bienes raíces y finanzas hoteleras en la Universidad Cornell de EE.UU.
“La forma en que hace negocios está causando problemas con el tiempo”, agrega DeRoos en diálogo con BBC Mundo.
¿Cuestión de imagen?
Al asumir la presidencia de EEUU, Trump delegó el manejo de la organización familiar a sus hijos mayores y otros ejecutivos, aunque aun es propietario mediante un fideicomiso.
También prometió que, mientras sea presidente, la organización se abstendría de realizar nuevos negocios en el exterior, para evitar potenciales conflictos de interés.
La de Panamá es la única empresa hotelera de Trump en América Latina y la lucha por su control se volvió el ejemplo más reciente y visible de las dificultades que su compañía ha tenido en la región.
El enfrentamiento es con el empresario Orestes Fintiklis quien, tras adquirir la mayoría de las acciones del hotel, buscó sacar a la compañía Trump de la gerencia del edificio, acusándola de mala gestión.
La disputa subió de tono en las últimas semanas, con altercados y forcejeos entre personas de ambas partes que motivaron la intervención de policías y de autoridades gubernamentales.
Fintiklis, de origen chipriota, llegó la semana pasada al inmueble con la orden de una corte para permitir el cambio de administración, tras lo cual un operario removió con un martillo y una palanca las cinco letras del nombre Trump de la fachada.
El viernes, funcionarios de la propiedad de 284 metros de altura anunciaron que cambiarían su nombre a “Bahía Grand Panamá”.
Pero la Organización Trump negó en un comunicado que haya perdido la disputa por el hotel con la orden de la corte panameña, que a su entender solo autoriza la designación de un administrador temporal mientras se resuelve el litigio.
“Trump Hotels tiene plena confianza en que no solo prevalecerá, sino que recuperará todos sus daños, costos y honorarios de abogados”, indicó el comunicado.
Abogados de la empresa anunciaron luego que iniciarían acciones legales para restablecer el nombre “Trump” en el hotel.
Ambas partes han dicho que esta es una disputa meramente comercial.
Pero algunos creen que la imagen de la Organización Trump —que recientemente acordó borrar su nombre de otros inmuebles en Nueva York y Toronto— puede estar pagando el precio de tantas polémicas causadas por Trump como gobernante.
“Si le fuera bien, a la organización le irá bien; si sigue siendo controvertido, la organización seguirá siendo golpeada”, dice Joel Feigenheimer, de la escuela de hostelería y turismo de la Universidad Internacional de Florida, a BBC Mundo.
De México a Brasil
Como dueño de un emporio empresarial, Trump tiene un largo historial de disputas y reclamos de clientes inconformes que está lejos de limitarse a América Latina: de hecho, comienza por su propio país y alcanza otras regiones.
Pero Trump también ha cultivado una imagen de empresario exitoso y siempre rechazó las acusaciones de haber actuado de forma indebida en cualquiera de sus disputas.
Una forma en que su compañía buscó expandir negocios en América Latina es mediante contratos para el uso de la marca Trump en edificios y la administración de hoteles, aun sin tener una participación accionaria en el negocio.
En México, por ejemplo, vendió la licencia para el uso de su nombre y la empresa constructora Irongate Wilshire debía encargarse de desarrollar el Trump Ocean Resort en Baja California en 2006.
Sin embargo, la compañía anunció a comienzos de 2009 que el proyecto se detendría debido a la crisis financiera que en ese entonces golpeaba a los mercados globales.
Muchos de quienes ya habían invertido en unidades del proyecto creyendo que sería realizado por la empresa Trump presentaron demandas por fraude y recibieron compensaciones millonarias en acuerdos separados con los constructores y los Trump.
En Brasil, la Organización Trump se apartó de un acuerdo para administrar y usar su nombre en un hotel en Río de Janeiro después que se supiera en 2016 que el negocio era objeto de una investigación criminal por presunta corrupción.
La firma Trump indicó entonces que abandonaba debido a atrasos y diferencias con quienes desarrollaban el emprendimiento, que llegó a inaugurarse parcialmente para las Olimpiadas de Río.
Pero investigadores cuestionaron primero un aporte de fondos de pensión al proyecto y luego acusaron a un socio del mismo, Arthur Soares Filho —también conocido como “rey Arthur”—, de pagar sobornos para albergar los Juegos Olímpicos.
Nadie de la Organización Trump parece haber sido investigado en este caso, pero la polémica planteó dudas sobre el proceso de verificación de antecedentes que realiza la empresa al elegir sus socios, ya que las firmas de Soares aparecían en otras causas.
“Digamos que (Trump) o la compañía no hacen su debida diligencia sobre los antecedentes de sus inversionistas tan bien como deberían. Es lo más amable que puedo decir”, señala DeRoos.
“Amo esta parte del mundo”
BBC Mundo preguntó a la Organización Trump si estas controversias afectaron su reputación o la llevaron a replantearse su estrategia para América Latina, pero no obtuvo respuesta hasta la publicación de este artículo.
La compañía mantiene por ejemplo un acuerdo para el uso de su nombre en una torre que se construye en Punta del Este, Uruguay, a cargo del grupo YY Development.
Pero este proyecto ha estado en medio de otra polémica reciente.
Un viaje de negocios que Eric Trump, hijo del presidente de EEUU, realizó al lugar el año pasado costó US$97,830 a los contribuyentes de su país en habitaciones de hotel para personal de la embajada y el servicio secreto que protege a la familia del mandatario, informó el diario The Washington Post.
Eric Trump volvió a visitar la torre Trump de Punta del Este en enero, cuando declaró al diario argentino La Nación que “Sudamérica en general es un lugar correcto para invertir”.
Después que Trump fue electo en 2016, surgieron reportes de prensa en Argentina diciendo que mencionó un proyecto inmobiliario en Buenos Aires durante una llamada telefónica de felicitación que recibió del presidente Mauricio Macri, a quien conocía como empresario.
Pero el gobierno de Macri negó que eso fuera cierto y la compañía de Trump negó que tuviera planes de construir en Buenos Aires.
No obstante, en sus declaraciones al diario La Nación, Eric Trump dijo que estuvieron “muy cerca” de levantar una torre Trump en Argentina y prometió que construirán “algo maravilloso allí” después que su padre deje la presidencia.
“Amo esta parte del mundo”, dijo. “Aunque habrá que esperar ocho años”.
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