¡Jojutla sigue en ruinas y endeudada tras el sismo!
A seis meses del terremoto, los damnificados exigen ayuda del gobierno
MEXICO.- A las 2:00 de la tarde, la temperatura en Jojutla, Morelos, es tan caliente que la casa de plástico donada por el gobierno chino ubicada en la calle de Cobarrubias 101 no es más que un baño sauna: cinco minutos dentro bastan para empaparse de sudor suficiente para que Guadalupe Ortega prefiera vivir afuera, debajo de un árbol de tamarindo.
El sismo del pasado 19 de septiembre tiró la construcción que tenía. “Me salvé de milagro con mis dos nietos porque nos metimos debajo de aquella litera’’, señala hasta el fondo del terreno baldío detrás del árbol donde ella se encuentra con su bracero de carbón que sirve de estufa; la real, donde cocinaba panquecitos para sobrevivir, se partió con un pedazo de cemento.
Guadalupe trasladó también debajo del tamarindo un gabinete destartalado, algunos trastes una cubeta, un garrafón de agua. Juguetes de los niños yacen tirados sobre la tierra, a lado de ropa apilada en cajas y dos sillones donde se sienta a pensar lo peor, de lo que hará cuando llegue el verano, las lluvias y tenga que meterse al purgatorio azul plastificado.
“Seguimos sin nada. El apoyo que prometió el gobierno fue mentira’’, comenta con la mirada perdida mientras espera que su hija regrese con unos pesos para sobrevivir porque no hay trabajo: el comercio en la zona centro, una de las principales actividades de la zona, quedó sepultado por los escombros que siguen ahí como si no hubieran pasado cinco meses.
El gobernador, Graco Ramírez, dijo al endeudar el estado para el programa de reconstrucción que todo estaría bien en seis meses, pero hasta ahora sólo hay tierra por todas partes para cambiar el drenaje y el entubado de agua; las viviendas, en la ruina.
Otra de las casas arruinadas en el centro de Jojutla.
El gobierno federal prometió dar dinero para la reconstrucción de las casas de las 2,800 familias damnificadas de Jojutla a través de una tarjeta del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) que según el discurso debería tener 6,600 dólares —una parte en efectivo para pagar mano de obra y otra canjeable para reconstrucción— pero cuando quieren usarlo no tiene nada. Igual pasa con lo prometido por la administración local.
“A veces no tenemos ni para comer, menos para levantar algo’’, sentencia Guadalupe.
Por eso cuando la echaron del centro de la ciudad, donde se refugió al principio, no dudó en moverse con todo y la lona azul asiática hasta el terreno donde antes tenía su casa de tabicón. Su hijo y algunos amigos cargaron aquel montículo como las hormigas levantan una pesada hoja y caminaron con ella en los hombros por las calles: ¡peor era no tener nada con un invierno en puerta!
Ahora es primavera y las cosas siguen igual. Desde noviembre las víctimas del terremoto en Jojutla — la ciudad más cercana al epicentro y la más afectada— comenzaron a organizarse para exigir cumplimiento cabal de la ayuda prometida: marcharon, convocaron a rueda de prensa y se reunieron con funcionarios.
En uno de los últimos encuentros con damnificados, la titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles Berlanga, culpó al gobernador Graco Ramírez del retraso de la reconstrucción. “Hay un 25% que corresponde entregar al gobierno del estado, y hasta ahora, la entrega ha sido cero pesos con centavos”, dijo.
Alberto Ayala, integrante de la organización Vecinos Unidos de Leyva, advirtió a este diario que “las pocas casas que se ven reconstruidas aquí son aquellas de gente que tiene familia en Estados Unidos’’.
Aunque él tiene familia en EEUU no tuvo la misma solidaridad y se las ha visto negras: la casa de Ayala tuvo fracturas parciales en la construcción, pero totales para su economía porque la cocina — donde preparaba los alimentos para un pequeño restaurante— quedó inservible y él desempleado porque no ha podido repararla sin trabajo.
Encima tiene problemas de cáncer en el páncreas y con todo sube y baja en busca de apoyos: sus tarjetas tampoco tienen créditos e igual que muchos no ha podido siquiera sacar escombros: “el ayuntamiento y los particulares nos quieren cobrar por llevárselos como nos quieren cobrar por el agua aunque mucho tiempo no tuvimos servicios’’.
Acorralados por las deudas, los damnificados han tenido que recurrir a la usura de grupos de colombianos que aparecieron hace unos dos años como prestamistas. Por cada 50 dólares (en su equivalente en pesos) sin aval cobran tres dólares diarios.
“Lo peor es que tenemos que tomar ese dinero porque no hay más’’, lamenta un damnificado que prefiere omitir su nombre no vaya a ser que le metan un balazo antes de que se cumpla el primer aniversario cuando todos recordarán que hay víctimas. Y tal vez haya ayuda, aunque sea mínima, aunque sea para que las autoridades se saquen la foto.