México: cómo Peña Nieto se convirtió en el peor lastre para el candidato presidencial del PRI

El candidato José Antonio Meade permanece en el tercer puesto en las encuestas de la elección presidencial

José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI.

José Antonio Meade, candidato presidencial del PRI. Crédito: EFE

Tercer lugar. Es el sitio en la preferencia electoral que no logra abandonar el candidato oficialista a la presidencia de México, José Antonio Meade Kuribreña.

Una posición que no ha logrado superar porque según especialistas hay una especie de sombra que mantiene anclada a su campaña electoral: la evaluación negativa al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, donde Meade fue en distintos momentos secretario de Hacienda y de Desarrollo Social.

Y el desprestigio del partido que le postula, el Revolucionario Institucional (PRI) manchado por escándalos de algunos gobernadores encarcelados por presunta corrupción.

Desde el inicio de la contienda, en octubre de 2017, prácticamente todas las encuestas ubican a Meade Kuribreña por debajo de sus principales contendientes.

El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, de la coalición Juntos Haremos Historia, quien según los sondeos mantiene entre 40 y 45 puntos de preferencia.

Y el conservador Ricardo Anaya Cervantes, de Por México al Frente, con respaldo de entre 27% y 31% de los encuestados.

Meade, postulado por la coalición Todos por México del PRI con los partidos Nueva Alianza (Panal) y Verde Ecologista de México (PVEM) tiene, en promedio, entre 19 y 23 puntos.

“Importa el futuro”

Detrás de estos números hay razones que afectan a la campaña del candidato.

“Es fundamental la imagen del gobierno de Peña Nieto para que no levante“, le dice a BBC Mundo José Antonio Crespo, académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

“Y no es solamente el gobierno del presidente, es todo lo que representa el PRI en este sexenio”.

Pero en el equipo del candidato la percepción es otra. “Es normal que hayamos empezado con una desventaja en el reconocimiento del nombre”, dice a BBC Mundo Luis Madrazo, uno de los voceros de la campaña.

“López Obrador lleva 18 años en campaña y Anaya desde el año pasado empezó a usar recursos públicos de su partido para promover su figura personal”.

¿Importa en la campaña del candidato la percepción del presidente y su partido?

“Todo importa, el contexto importa, el desempeño económico, la política pública pero lo que más importa es el futuro“, insiste el vocero.

“Lo que hay es una distinción entre las políticas que propone Meade, lo que ha habido en el pasado y lo que hay hacia el futuro ante las alternativas de los otros candidatos”.

Los años maravillosos

Sin embargo hasta ahora las propuestas de Meade Kuribreña parecen insuficientes para convencer a más electores.

De acuerdo con empresas de opinión pública en la evaluación del candidato influye su paso por el gobierno actual.

En 2012, al inicio de su gobierno, Peña Nieto tenía el respaldo del 54% de los mexicanos según la medición que hizo la consultora Mitofsky.

Tal popularidad se debió al Pacto por México, un acuerdo entre los que entonces eran los principales partidos políticos para impulsar una serie de reformas a la constitución.

El pacto lo firmó el PRI con los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD).

Gracias al convenio se concretaron reformas como la Energética, en Telecomunicaciones y Educativa, que derivaron en reconocimiento de medios internacionales al presidente mexicano.

Pero el tiempo de bonanza empezó a terminar en septiembre de 2014, cuando en Iguala, Guerrero desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

A ese escándalo siguió la revelación de que la esposa del presidente, Angélica Rivera, compró de forma irregular una mansión de US$7 millones.

La operación fue calificada como conflicto de interés, pues el vendedor de la propiedad, conocida como la Casa Blanca, era un contratista del gobierno.

En los siguientes años aparecieron otros escándalos. Algunos gobernadores que Peña Nieto presentó en su campaña electoral como ejemplos de una “nueva generación política” del PRI, fueron acusados de corrupción.

Se trata de Javier Duarte, de Veracruz y Roberto Borge de Quintana Roo, quienes están encarcelados. Otro caso es César Duarte, de Chihuahua quien se encuentra prófugo.

Violencia imparable

Pero además del escándalo con los gobernadores hay otro elemento que afecta la imagen de Peña Nieto.

Durante los primeros tres años de su gobierno se redujo la violencia por la guerra contra el narcotráfico, pero a partir de 2015 la tendencia se revirtió.

En 2017 se registraron más de 25 mil asesinatos en el país, la cifra más alta de la historia reciente.

Así, la suma de estos elementos explica la percepción que tiene el gobierno del presidente Enrique Peña.

Según la consultora Mitofsky a unos meses de que termine su gestión, el próximo 1 de diciembre, sólo el 21% de los mexicanos aprueba su desempeño.

Es la peor evaluación para un presidente mexicano desde los años 90, cuando empezaron a realizarse estas mediciones.

Tal escenario afecta al candidato Meade Kuribreña, dice a BBC Mundo Roy Campos, director de Mitofsky.

“Peña está mal calificado por culpa de todos los gobiernos del PRI, no nada más es él”, explica.

“Jamás ha sido acusado de corrupción pero la gente lo ve como cómplice de quienes cometen ese delito”.

Esto generó “una conversación muy negativa” alrededor del presidente que en cierta manera contaminó a José Antonio Meade.

Pero es sólo una parte de la historia.

PRI, el lastre

La otra empieza el 27 de noviembre de 2017, cuando renunció como secretario de Hacienda para buscar la candidatura presidencial por el PRI.

Eso marcó su destino. Meade mantiene una imagen de funcionario eficiente y honesto, sin haberse involucrado en escándalos políticos.

José Antonio Meade

Getty
Meade carga con el lastre del PRI

“Pero en cuanto lo nominaron candidato aumentó su percepción negativa”, asegura Roy Campos.

Un balance que se agudizó entre diciembre y marzo, cuando realizó una precampaña entre militantes del PRI ante quienes se presentó como un ciudadano que pedía su respaldo.

El partido, dice el analista, es una carga para el candidato y por eso ahora Meade quiere “centrar la campaña en la evaluación de los candidatos” y no de los partidos.

Con ello “pretende que su honestidad tape todos los escándalos de corrupción y malos gobiernos del PRI, está usando su honestidad y eficacia como escudo”.

De hecho, resaltar el perfil del candidato y contrastarlo con el de sus adversarios es parte de su campaña, reconoce el vocero Luis Madrazo.

“Meade presenta una propuesta de persona honesta, capacitada para ser presidente de la República”, subraya.

En las semanas que restan para la votación del 1 de julio la estrategia es resaltar su programa de gobierno.

“Hemos visto que cuando se conocen las propuestas del candidato se incrementa su popularidad, el nivel de aceptación y de votación. Eso va a continuar”.

¿Será suficiente para abandonar el tercer sitio en las encuestas? Difícilmente, advierte el investigador José Antonio Crespo, porque en la votación se juzga también al presidente Peña y su partido.

“Eso es determinante, en la boleta (electoral) está lo que el PRI representa, Peña Nieto y los gobernadores corruptos”.


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