Extraditan a NY a cuatro mexicanos por negocio familiar de tráfico sexual

Luego de tenerlas trabajando en México, traían a mujeres de contrabando hasta NY

Cuatro mexicanos fueron extraditados desde su país a Nueva York, donde afrontan cargos por tráfico de mujeres y niñas para explotación sexual.

Efraín Granados Corona y su sobrino Alan Romero Granados, así como los hermanos Emilio y Pedro Rojas Romero enfrentan 23 cargos de tráfico sexual, según un comunicado de Geoffrey S. Berman, fiscal del distrito sur de Nueva York.

También afrontan los mismos cargos como coacusados Raúl Romero Granados, Isaac Lomeli Rivera, Julio Sainz Flores y Juan Romero Granados -este último hermano de Alan-, todos sobrinos de Granados Corona, agregó la Fiscalía, y explicó que la organización operó en gran medida como un negocio familiar entre los años 2000 y 2006.

Granados Corona, Rojas Romero, Alan y Juan Romero Granados, Rojas Romero y Sainz Flores fueron arrestados en México en 2016 cumpliendo con una orden judicial del gobierno de EEUU. Todos han sido extraditados entre el 2016 y este año, excepto Juan Romero, quien está en ese proceso, explicó el fiscal.

Según la fiscalía, miembros de la organización se valieron de falsas promesas para obligar a las mujeres y las menores a prostituirse para beneficio del grupo, tanto en México como en EEUU, especialmente en Nueva York, Connecticut, Maryland, Virginia, Nueva Jersey y Delaware.

Los acusados presuntamente usaban diversos recursos, entre ellas promesas de amor, para que dejaran a su familia y fueran a vivir con ellos. En algunos casos se alega que las violaban haciéndoles difícil regresar con sus familiares por el estigma asociado con ese delito, indicó además la Fiscalía en el comunicado.

Agrega que una vez lograban su propósito, vigilaban sus comunicaciones, las encerraban en un apartamento sin comida y usaban la violencia física o sexual contra ellas.

También las obligaban a prostituirse, primero en un vecindario de Ciudad México conocido como La Merced y se les exigía tener relaciones con entre 20 y 40 hombres al día.

Los traficantes vigilaban que sus víctimas cumplieran con la cuota de clientes comunicándose con empleados de burdeles en la zona o contando el número de condones que les proveían.

Luego de tenerlas trabajando durante un periodo de tiempo en México, hacían arreglos para traerlas de contrabando hasta Nueva York, donde compartían uno o varios apartamentos.

Los clientes pagaban y los miembros de la organización hacían transferencias electrónicas del dinero a México.

“El tráfico humano es un crimen atroz que viola tanto la ley como los estándares más básicos de la dignidad humana. El alcance de la devastación que se alega los acusados infligieron en sus víctimas va más allá de lo comprensible”, indicó el fiscal Berman, quien agradeció a las autoridades de México por su cooperación.

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