El desconocido (y popular) mundo de quienes se sienten atraídos sexualmente por gente con sobrepeso
Aunque la publicidad nos venda cuerpos perfectos, no todos sienten atracción por ese tipo de físicos
Aunque la publicidad nos venda cuerpos perfectos, no todos los seres humanos sienten atracción por ese tipo de físicos. De hecho, aunque se hable poco de ello, hay muchísima gente que prefiere la corpulencia, las barrigas redondas, los kilos de más, las piernas redondeadas y la doble papada.
Maialen es una de ellas.
“A mí los huesos no me van”, le cuenta a BBC Mundo. “Una cosa es lo que dice (la revista de moda) Vogue y otra muy diferente la vida”.
Me explica que le gustan los hombres “más bien grandes, robustos”, y echa mano también del término “fofisano“, que nace de la combinación de “fofo”, algo blando y esponjoso, con sano, saludable.
“Las barrigas me parecen atractivas. Son agradables para apretarlas o para recostarte en ellas. Prefiero a un tipo gordito a los escuálidos de las revistas“, afirma tajante.
Nerea es de la misma idea, pero con un matiz: “Que sean corpulentos pero altos. Gracias a la estatura los kilos de más se reparten. Y cuando me abrazan me siento como protegida”.
Hay documentos académicos que confirman que estas españolas de 37 años no están solas en lo que a gustos se refiere.
Así lo recoge, por ejemplo, un estudio publicado en 2015 en la revista especializada Evolutionary Psychology.
Tras entrevistar a más de 60 mil heterosexuales de entre 30 y 44 años, sus autores concluyeron que la media de parejas sexuales tanto de hombres como de mujeres era de ocho, mientras que los de más peso superaban con creces esa cifra.
“Los hombres con un peso normal o con sobrepeso tienen más parejas sexuales que los hombres muy delgados, aunque no coincida con nuestra percepción social”, subrayaba en el informe David Frederick, profesor asistente de Psicología de la Universidad de Chapman, en California, Estados Unidos, y responsable de la investigación.
Algo que también aplica, según el experto, a las mujeres.
“En el armario”
Pero no todos hablan de su afición por los físicos obesos de forma abierta. Y para muchos de los que “siguen en el armario” internet es un gran recurso.
El estadounidense treintañero Dan Weiss creó en 2009 el blog Ask a Guy Who Likes Fat Chicks (“Pregúntale a un tipo al que le gustan las gordas”), apuntando a aquellos que comparten su afición por las mujeres con dichos físicos y están llenos de dudas.
Él prefiere decir “gordas” a hablar de mujeres con sobrepeso. El sobrepeso implica la existencia de un estándar, explica.
Tampoco le sirve referirse a aquellas “con curvas” —porque ¿quién no las tiene, en mayor o menor medida?—, ni a las fuertes o robustas, porque le parecen adjetivos más apropiados para muebles u otros objetos.
“Escribo sobre mi preferencia por las mujeres gordas con la esperanza de que otros hombres que la comparten se den a conocer y dejen de ser idiotas, para que los millones de mujeres obesas de este país los encuentren”, explica en su página de Facebook.
Y cuando un usuario de su blog le preguntó: “¿Por qué te gustan las gordas?”.
Él le contestó: “No lo sé. Pero la verdadera cuestión es por qué tantos y tantas con esa preferencia viven en negación”.
Admiradores de la gordura
Los que se autodenominan fat admirers (admiradores de la gordura, en general) son una comunidad con muchas categorías. Están los que prefieren las Big Beautiful Women o BBW (mujeres grandes y hermosas) o los Big Handsome Men o BHM (hombres grandes y bellos).
También hay hombres homosexuales que sienten preferencia por los bear u osos (gays de cuerpo fornido y con abundante vello facial y corporal, que generalmente rehuyen del estereotipo de homosexual afeminado) y chub o chubbys (gays obesos o con sobrepeso).
Aunque puedan compartir características físicas, los osos y los chubs pertenecen a subculturas bien diferenciadas, con sus organizaciones, revistas y eventos sociales propios.
En realidad hay decenas de páginas web dedicadas a estos colectivos, en los que muchísimos participan con seudónimos.
“La mayoría son comunidades a la que la gente acude para no sentirse sola y para apoyarse”, le dice a BBC Mundo Ariane Prohaska, profesora de sociología de la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, quien ha investigado a fondo estos comportamientos.
¿Fetiche o algo más?
Algunos expertos denominan la atracción sexual por la gente con sobrepeso u obesa fat fetishism o “fetiche de la gordura“.
Aunque no todos los que reconocen afinidad con la cuestión concuerdan en que sea un fetiche.
Hay quien lo define simplemente como preferencia y otros insisten en que es una orientación sexual, incluso una identidad.
Pero la satisfacción sexual no proviene siempre de la gordura misma.
Algunas de las más prácticas más extremas son, quizá, aquellas en las que el placer es provocado por el hecho de engordar o de hacer a otro ganar peso. Son lo que se conoce como gaining y feederism.
La primera implica engordar uno mismo, y la segunda incluye a feeders (alimentadores) y feedees (alimentados), los que hacen ganar peso a otros y los que se dejan engordar.
También hay otros comportamientos más fantasiosos, como el stuffing o el padding. Los que lo practican suelen usar rellenos para aparentar estar obesos y es esa simulación lo que les proporciona la excitación sexual.
“Comida erótica”
Carolyn Taylor (nombre ficticio) tiene claro que sus gustos son distintos a los de la mayoría.
Esta estadounidense se define como “entusiasta de la comida”.
—¿Qué significa eso?
—Amo la comida. La encuentro erótica. Y amo que mi pareja disfrute viéndome comer y a mi cuerpo expandirse.
Le cuenta a BBC Mundo que no siempre fue así.
“De niña tenía mucho sobrepeso y se burlaban de mí. Sufrí mucho bullying en la escuela y mis padres también se pasaban el día detrás de mí, para que no comiera”, recuerda.
A principios de la veintena empezó a salir con un chico con el que compartía el gusto por la comida y se pasaban el día cocinando. “Recuerdo que fue la primera vez que me sentí bien comiendo”, reconoce.
Pero no fue hasta que cumplió los 30 que se dio cuenta de que la comida y el ganar peso la excitaban sexualmente.
“Ahora no me molesta en absoluto que se burlen. Me alegro de no ser como el resto y me alivia sentirme cómoda con mi aspecto”.
En otras ocasiones, la atracción por el sobrepeso es algo que acompaña a los individuos desde la niñez, le dice a BBC Mundo Kathy Charles, psicóloga y profesora de la Escuela de Ciencias Aplicadas de la Universidad Napier de Edimburgo, en Escocia.
“Conocí a un hombre que me contaba que de niño jugaba a estar gordo y se metía una almohada bajo la ropa“.
“En esos casos, es algo así como una identidad”, dice la coautora junto a Michael Palkowski del libro “Feederism: comer, ganar peso y placer sexual”, publicado en septiembre de 2015.
El del mexicano Gordon Belly es uno de esos ejemplos.
No es su verdadero nombre.
El seudónimo lo eligió por el juego de palabras: Gordon porque se parece a gordo y Belly porque así se le llama a la barriga en inglés.
“Me acuerdo que cuando era pequeño me llamaban la atención los niños que estaban más gorditos“, le cuenta a BBC Mundo. “Quería ser como ellos, aunque no era cuestión de decirles a mis padres que me dieran más chocolate”.
Dice que no fue un tiempo fácil.
“Tampoco había internet, para ver que había otra gente como yo. Eso no llegó hasta los 90, cuando me empecé a meter en grupos virtuales y comencé a conocer este mundo”, recuerda.
Gordon reconoce que la mayoría de las veces practica su “fetiche” —como él lo considera— en solitario, porque no encuentra con quién compartirlo.
“La próxima semana voy a ver a un amigo con el que lo comparto. Será la tercera vez que me alimenta”, cuenta con ilusión.
“Con él me da placer sentir el estómago lleno y ver cómo crece. Me gusta también que me acaricie la panza, pero nunca tenemos sexo”, subraya, aclarando que no es homosexual.
Conocimientos de nutrición
Para Taylor, sin embargo, la práctica del feederism sí tiene siempre un componente erótico.
“Es una práctica sexual, eso seguro” (…), pero no es un estado constante“, asegura.
“A veces la incluyo en mis relaciones sexuales, pero no en todas. No necesito hacerlo para sentir placer sexual”, aclara.
“Imagínatelo así: eres la feeder (alimentadora) durante un fin de semana largo, de viernes a lunes. Decides cuánto peso quieres que tu feedee (alimentado) gane y con qué actividades puedes ayudarlo a lograrlo”, explica.
“Calculas el aporte calórico de los alimentos y decides el menú. Te sorprendería con qué ansias y determinación persigues ese objetivo”.
La planificación es común entre los que comparten la práctica, según la psicóloga Charles.
“No están obesos por accidente. Suelen saber qué comer exactamente para ganar determinados kilos y algunos tienen en mente un peso máximo, porque son conscientes de que por encima de él corren el riesgo de sufrir un ataque cardíaco”, explica.
Taylor dice que su tope histórico son 167 kilos. Hoy no supera los 122.
Eso es más o menos lo que pesa Belly.
“Desde que descubrí este mundo he ido ganando peso poco a poco. En los últimos años he subido 15 kilos, lo que no es mucho teniendo en cuenta el placer que me da ver mi panza crecer”, revela el mexicano.
“Pero me preocupa mucho mi salud. Además, con mi trabajo es importante viajar y con un sobrepeso muy exagerado se haría muy complicado”, afirma.
“Así que trato de ir al gimnasio al menos dos veces por semana”.
Pero no todos los casos son así, señalan los expertos consultados por BBC Mundo. Algunos llegan a tener problemas de salud graves y a una minoría la lleva hasta la inmovilidad por obesidad mórbida.
Por eso algunos estudiosos tachan esta práctica de abusiva, y organizaciones como la Asociación Nacional para el Avance de la Aceptación de la Gordura (NAAFA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos —que abogan por que se acepte la obesidad y no se discrimine a nadie por su peso— se oponen al feederism.
Lo bello ¿y?
Curiosamente, en comparación con los abundantes estudios que tratan de vincular el atractivo a la baja masa corporal, no existe mucha investigación académica sobre los fat admirers o FA.
“La relativa escasez de estudios sobre sus preferencias probablemente se debe a la percepción errónea de que es inconcebible que un individuo pueda sentirse atraído por alguien obeso o de que esa preferencia es, de algún modo, algo desviado”, pervertido.
Eso escribían Viren Swami, de la Universidad de Liverpool, y Adrian Furnham, de la University College London, ambos en Reino Unido, en el informe “Grandes y bellas: el atractivo y los índices de salud del cuerpo femenino según los admiradores de la gordura”, publicado en 2009 en la revista Archives of Sexual Behaviour.
Fue el primer documento académico que abordó la cuestión de la comunidad FA.
La profesora de sociología Ariane Prohaska cree que para entender y desmitificar a los fat admirers se necesita más investigación.
“Lo que pasa es que medimos el fenómeno desde la idea que tenemos sobre la gordura. Creemos que lo bello o atractivo es lo delgado y que nadie querría ser gordo por su propia voluntad”, apunta.
Algo que claramente no es así.