Madres trasladan la pasión por sus hijos a su labor como líderes comunitarias

A pesar de las múltiples obligaciones en sus hogares y con sus hijos, estas mujeres han sabido sortear su tiempo para ayudar a educar a sus vecinos sobre sus derechos y de paso mantener unidas a sus familias

Para Faceli Álvarez todos los días empiezan sagradamente a las 5:45 de la mañana y terminan casi a la media noche. La madre dominicana, quien llegó a Nueva York hace 11 años, confiesa que tiene que literalmente hacer maromas para responder por las labores del hogar, cuidar a sus dos hijos de 5 y 7 años, tomar sus clases para presentar el examen de validación escolar del G.E.D, cocinar, llevar a su esposo al trabajo y a sus hijos a la escuela, limpiar la casa, y además, cumplir con su rol como activista comunitaria.

Desde hace dos años la joven se desempeña como líder de un comité de padres de familia en Bushwick, Brooklyn, donde se ha dado a la tarea de educar a la comunidad sobre sus derechos.

“Nosotros aquí hablamos de los problemas que hay en las escuelas, luchamos por las reducciones de los tamaños de las clases y le informamos a los padres sobre lo que pueden exigir y lo que las escuelas están obligadas a darles”, asegura la activista, quien recalca que aunque llegue cansada a su casa, su mayor recompensa es ver que su trabajo impacta el diario vivir de muchas familias y ha visto avances en varias escuelas.

“Yo creo que uno siempre tiene que ayudar a los demás y pienso que cuando tu quieres hacer algo por alguien siempre puedes hacer un espacio para transmitir lo que sabes. Eso hace una diferencia enorme, porque le estamos dando a los padres herramientas para defenderse y entender que no tienen que quedarse callados”, advierte la líder comunitaria. “Creo que mi día tiene más de 24 horas, porque me acuesto tardísimo haciendo muchas cosas y me hace sentir bien saber que el talento que tengo de hablar con la gente sirve para hacer cambios en ellos.

Y aunque afirma que se siente realizada con ese rol en su vida, a veces su compromiso fuera de casa la ha llevado a tener diferencias con su esposo, pero al final, logran sortear las dificultades.

“Nunca ellos están de acuerdo, y hay momentos en que me dice que les dedique más tiempo a él y los niños, pero cuando a uno le gusta algo uno busca un balance, y eso es lo que yo hago”, agrega la madre, quien sueña con convertirse un día en trabajadora social y quien sabe que este domingo su esposo muy seguramente le tendrá una sorpresa para celebrar.

“Nosotros festejamos donde allá espacio y él sabe que no le pido mucho, porque creo que me da lo suficiente y me siento a gusto con él. Hace 16 años estamos juntos, tenemos dos hijos preciosos y vamos pa’lante”, concluyó la caribeña.

Faceli Álvarez es
líder de un comité de padres en Bushwick

Luchadora contra los caseros abusivos

A sus 34 años, Julissa Bisono es otro de los rostros de madres neoyorquinas entregadas a la defensa de sus comunidades. La joven, de origen dominicano, quien se graduó de la universidad como sicóloga, decidió dejar de lado ese título para dedicarse al activismo social. Hoy como supervisora de los Comités de Vivienda y Justicia Social, de la organización Make the Road NY, promueve iniciativas que impactan enormemente a los inmigrantes.

“Yo llevo casi 18 años trabajando con la comunidad. Empecé ayudando a la gente para registrarse a votar y ayudé en la lucha para recuperar salarios y ahora nosotros luchamos para que las leyes de renta sean más fuertes, porque hay gente a la que le suben mucho y no pueden tener apartamentos asequibles. No les hacen reparaciones, toman represalias para que se vayan y los acosan, y ahí entramos nosotros a apoyar”, comenta la madre, quien tiene una hija adolescente de 14 años y un niño de cinco.

Julissa asegura que aunque implica mucho trabajo dedicarse a sus dos facetas como madre y líder comunitaria, siempre sigue una enseñanza de su madre que le sirve como norte.

“Ella tuvo nueve hijos y aprendí desde bien chiquita que es bien importante buscar un balance y pasar tiempo con la familia”, dice. “Yo todos los días levanto a mis dos niños a las seis de la mañana, le ayudo al chiquito a ponerse la ropa, les hago el desayuno, tengo una conversación con ellos, les digo que los amo, les doy besitos, trato de motivarles el cariño, porque uno no sabe lo que puede pasar en cualquier momento, y luego me dedico a mi comunidad”.

Y gracias a su labor como activista de vivienda y las luchas que ha librado por temas de interés para la comunidad trabajadora, la dominicana confiesa que se siente orgullosa del impacto que causan sus acciones.

A mí los caseros no me quieren, porque hacemos bulla donde quiera que una persona está sintiendo represalia”, mencionó. “Mi labor ha ayudado a millones de personas, porque cuando trabajaba en los casos laborales, luché por los días de enfermedad pagados y el aumento del salario mínimo a $15 dólares”.

La sicóloga, quien espera estudiar pronto ciencia política, agregó que en su caso ha sido fundamental el apoyo que le brinda su marido.

“Mi esposo trabaja en construcción y balanceamos mayormente. Él se encarga de quedarse con los niños al final del día. A veces tengo que ir a Albany días enteros o a Washington. A veces llego a las 10 de la noche y él es muy flexible y sabe que esta es mi pasión y reconoce el trabajo que yo estoy haciendo en la comunidad”, comenta Julissa, agregando que además se ganó la lotería con su esposo, no solo por las flores que le da cada Día de las Madres sino por otra razón con mucha sazón: “Él sabe cocinar, y mejor que yo. En esa área es buenísimo”.

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