window._taboola = window._taboola || []; var taboola_id = 'mycodeimpremedia-network'; _taboola.push({article:'auto'}); !function (e, f, u, i) { if (!document.getElementById(i)){ e.async = 1; e.src = u; e.id = i; f.parentNode.insertBefore(e, f); } }(document.createElement('script'), document.getElementsByTagName('script')[0], '//cdn.taboola.com/libtrc/'+ taboola_id +'/loader.js', 'tb_loader_script'); if(window.performance && typeof window.performance.mark == 'function') {window.performance.mark('tbl_ic');}

El problema del pánico infantil

Las mujeres tienden a sufrirlo más que los hombres de este trastorno que puede afectar la calidad de vida

Un ataque de pánico es un episodio repentino de angustia o miedo intenso cuando no existe ningún peligro real o causa aparente.

Un ataque de pánico es un episodio repentino de angustia o miedo intenso cuando no existe ningún peligro real o causa aparente.  Crédito: Shutterstock

Una inesperada llamada que recibió de parte de la escuela de su hija fue el primer campanazo que Laura (quien prefirió solo revelar su nombre) tuvo sobre un inesperado diagnóstico: “Vivi”, su princesa, padecía de ataques de pánico.

“Todo empezó cuando [‘Vivi’] tenía 10 años [hoy de 12] y estaba en 5to grado [ahora cursa el 7mo]. Era un día regular de escuela cuando de repente me llamaron de emergencia porque ella empezó como a temblar o convulsionar con intensidad y tuvieron que llamar a los paramédicos porque tenía la vista perdida, sus manos entumecidas… lucía mal. La examinaron y no le encontraron nada, pero a poco tiempo del primer episodio volvió a tener otros dos más y preocupados no pusimos en campaña para ver qué le estaba pasando a la niña”, cuenta esta madre mexicana de dos, siendo “Vívi” la menor.

Tras varias evaluaciones médicas “Vivi” fue diagnosticada con ataques de pánico que se le generaban, por lo general, cuando no sabía cómo canalizar sus emociones, estaba en la semana de pruebas académicas o experimentaba alguna situación donde se sentía rechazada, encerrada en un lugar con poca ventilación o rodeada de demasiada gente.

“Gracias a Dios, a dos años de estar siendo tratada con terapia emocional y familiar, mi hija ya está muy bien. Y, aunque nos fue difícil encontrar ayuda profesional en un principio, nos sentimos afortunados de haber empezado su tratamiento pronto, ya que nos han dicho que es importante empezar lo más pronto posible el tratamiento de psicoterapia, que tiene que ser prolongado y constante debido a que, de no hacerlo, los ataques de pánico pueden terminar en conductas poco apropiadas como lo son la autoflagelación [cortarse la piel a sí misma o arrancarse el pelo, por ejemplo], comer con exceso, caer en depresión, etc.”, comparte Laura, quien reside en Downey, California.

El caso de “Vivi” no es único.  Según el Instituto Nacional de la Salud Mental de Estados Unidos (NIMH), el trastorno pánico empieza usualmente durante la adolescencia o a principios de la adultez, aunque también las primeras señales pueden darse en la niñez.

Incidencia y causas

En Estados Unidos, el trastorno de pánico afecta anualmente al 2 al 3% de población, es dos veces más probable que ocurra en mujeres que en hombres.

“Se desconoce por qué una persona es más susceptible a sufrir un ataque de pánico que otra, pero sabemos que hay un factor hereditario, debido a que son más comunes en personas con antecedentes familiares de trastorno de pánico”, dice el Dr. Luis Sandoval, especializado en psiquiatría y vinculado a Kaiser Permanente, Santa Ana (California).

También se sabe que pueden ser provocados por un desequilibrio de las sustancias químicas del cerebro; un problema de salud, como la tiroides hiperactiva (hipertiroidismo), o problemas cardíacos o respiratorios; depresión u otro trastorno del estado de ánimo; abuso del alcohol o drogas; el consumo excesivo de nicotina o cafeína; tomar ciertos medicamentos, como los utilizados para tratar el asma y problemas del corazón; o vivir con niveles altos de estrés durante mucho tiempo.

Sus síntomas

A primera vista, el ataque de pánico se puede confundir con un ataque al corazón debido a que los síntomas son bastante parecidos, por eso es importante educarse a cerca de las diferencias para saber qué hacer frente a ambos casos.

“Cuando una persona está sufriendo un infarto tendrá un dolor opresivo, especialmente en la zona central del pecho, llegando a sentirlo en el brazo izquierdo y espalda.  El dolor también puede diseminarse al cuello, muelas y mandíbula. La intensidad puede variar, pero dura más de cinco minutos y por lo general no afecta a la respiración. Es decir que no se tienen una respiración agitada. También se puede sentir un sudor frío y pegajoso, náuseas e incluso llegar a vomitar”, explica el Dr. Sandoval.

“Los síntomas de un ataque de pánico pueden venir con dolor de pecho, pero este viene y va.  Asimismo, puede que haya entumecimiento, pero no se limita solo al brazo izquierdo. Este se puede sentir por todo el cuerpo.  A veces, las personas sienten que se les acaba el aire, que no pueden respirar.  Además, sienten un miedo irracional, como que si se estuvieran volviendo locos”, especifica el experto.

Por eso, ante estos síntomas, es importante recibir atención médica inmediata en el caso de no estar seguro de si se trata de un ataque al corazón o de pánico.

La psicoterapia, especialmente la cognitivo-conductual (CBT), forma parte de los tratamientos que se usan para tratar el trastorno de pánico y los ataques de éste./Shutterstock

Tratamientos

“Un ataque [de pánico] suele durar de 5 a 20 minutos, pero puede prolongarse por unas pocas horas. La persona afectada experimenta el nivel máximo de pánico o ansiedad aproximadamente 10 minutos después del comienzo del ataque. Si estos ataques suceden a menudo, se les llama trastorno de pánico y deben tratarse con prontitud”, especifica el Dr. Sandoval.

El tratamiento para los ataques de pánico y el trastorno de pánico incluye asesoría psicológica, especialmente la terapia cognitivo-conductual (CBT). Los medicamentos también podrían ayudar

“Muchas personas que sufren ataques de pánico no buscan atención médica por vergüenza o por miedo a tomar medicamentos. Pero es muy importante hacerlo para que el médico identifique si están relacionados con el trastorno de pánico o provocados por otro problema”, concluye el psiquiatra.

Cómo pueden ayudar los padres

El Dr. Luis Sandoval dice que los padres pueden ayudar a los hijos que empiezan a experimentarlos, apoyándolos y guiándolos a poner en práctica las siguientes técnicas cuando estos ocurren:

  • Enseñarle cómo respirar profundamente cuando está experimentando un ataque. El control de la respiración ayuda a calmar la mente y el cuerpo.
  • Estar pendiente que el menor haga una lista de las cosas que le preocupan y motivarlo a que piense qué cosas puede hacer para enfrentarlas.
  • Decirles que deben de tratar de salirse con rapidez de la situación que les provoca incomodidad y que deben de pensar de forma positiva sobre él o ella misma.
  • Inculcarles el sentimiento de no mortificarse por los comentarios negativos, debido a que estos afectan la confianza en sí mismo y los ataques de ansiedad se multiplicarán.
  • Cerciorarse que duerman bien y controlen el estrés.
  • Motivarlos a escuchar música alegre y hacer ejercicio, ya que esto puede protegerlos contra la ansiedad.
  • Hacer una cita con el médico desde el primer episodio de pánico que presente el menor.

En esta nota

Salud Bienestar
Contenido Patrocinado