Deportados: nada concreto para nosotros en el segundo debate
Las elecciones presidenciales se realizarán el próximo 1 de julio
MEXICO.– Los deportados callaron y dejaron que los candidatos a la presidencia de México hablaran en la pantalla. Televidentes jóvenes repatriados en la plenitud laboral, con familias divididas, algunos sin empleo o con trabajos precarios, muchos con comprensión del español limitada y peor aún: con poca experiencia en la vida política del país que emigraron.
Tuvieron una introducción al sistema electoral de 10 minutos previo al debate a través de un video que proyectó la organización New Comienzos ( y que interrumpió la alerta sísmica aunque el temblor ni se sintió) y poco después una veintena de muchachos se vieron frente al ruedo donde eran protagonistas a distancia del segundo debate entre los candidatos a la presidencia de la República para hablar de deportados, frontera, migración y relación bilateral.
Observaron a Ricardo Anaya, de la coalición Todos por México, sacar fotografías para ridiculizar a sus contrincantes y prometer negociaciones con EEUU en los asuntos de migración y de armas, de drogas y diáspora en una sola mesa; reconocer que un jornalero en San Quintin gana 10 veces menos que otro jornalero en EEUU y que en cambio él duplicará el salario mínimo aquí.
Escucharon a Andrés Manuel López Obrador, de Juntos Haremos Historia, decir que con el combate a la corrupción mejorará la inseguridad y con el fortalecimiento de la economía nacional México será más fuerte, que creará una especie de fiscalías para migrantes y que propondrá a EU una alianza con Centroamérica.
Al independiente Jaime Rodríguez oyeron decir que acabará con el asistencialismo, que mejora el campo y reducirá entre cuatro y cinco puntos porcentuales los impuestos y vieron a José Antonio Meade, de Todos por México, prometer que fortalecerá los consulados, las comunidades de retorno y las aduanas por donde hoy se filtran armas.
Los repatriados incluso soltaron sonoras carcajadas con los enfrentamientos verbales entre López Obrador y Anaya, sobre todo cuando el primero llamo al segundo “Ricki Riquín Canallín‘‘, pero al final de la noche no quedaron satisfechos.
Israel Concha, fundador de New Comienzos, dijo que le pareció que “ninguno dominaba el tema migratorio’’ porque hicieron promesas generales, dieron datos imprecisos o divagaron.
Jorge Antonio Niño de Rivera, repatriado hace tres meses fue uno de los más desilusionados. “Ni siquiera identifico bien a los candidatos, pero me basta con verlos para saber que no votaría por ninguno de ellos. Me decepciona ver qué sólo se pelean; no proponen nada concreto ni siquiera dicen de dónde sacan su información’’.
Lo cierto es que todos los presidenciales olvidaron hablar de esos pequeños detalles con los que se elevaría la calidad de vida de un expulsado de EU: de los albergues para los primeros días en Méico, de la falta de trabajo, de alimentos, de ayuda psicológica, de certificaciones laborales y del inglés, de la necesidad de abogados y hasta de ropa.
“No creo que el nuevo presidente pueda frenar esta crisis porque no la conocen’’, dijo Diego Enrique Sánchez, repatriado hace dos años.