“En Venezuela hay hambre”, dicen refugiados en Brasil

Los venezolanos buscan apoyo y alimento en el país vecino

La crisis alimentaria en Venezuela ha sido denunciada desde diversos frentes

La crisis alimentaria en Venezuela ha sido denunciada desde diversos frentes Crédito: Getty

Río de Janeiro, Brasil – En los alrededores del estadio de Maracaná, cada viernes por la mañana hay un revuelo de acentos caribeños que luchan por abrirse paso entre el bullicio carioca.

Son los refugiados venezolanos que, tras salir de su clase de portugués en una universidad cercana, acuden a la sede de Cáritas-Pares en busca de ayuda para pagarse el autobús de vuelta a casa.

“Al principio fue difícil, pero no tengo reparos en hacerlo (), en Venezuela estábamos pasando muchas necesidades”, narró a REFORMA Norma González, quien trabajó durante 16 años como profesora en Isla Margarita.

Norma, madre soltera de una niña de 12 años, vendió un coche y con lo ahorrado emprendió un viaje a Brasil sin billete de vuelta huyendo de la crisis económica, política y social que vive la nación caribeña.

“Mi hija quería comer arroz y yo no tenía nada para darle, iba a casa de mis amigas a pedir y ellas tampoco podían darme porque se lo guardaban, en vista de que la cosa se iba a poner peor”.

Carlos Urbina, natural de Maturín, lleva cuatro meses en Río de Janeiro y sigue buscando empleo “de lo que sea” para poder mandar dinero a su familia, que sigue en Venezuela.

“Venimos de un país rico, pero la gente se está muriendo de hambre. No hay medicinas, la delincuencia está desatada. Tú llevas una bolsa con un pollo y viene un bandido y te roba con una pistolas”, comentó.

Los primeros venezolanos que llegaron a Brasil hace unos años lo hicieron en avión, pero la población está cada vez más empobrecida y ahora la mayoría apenas consigue llegar al limítrofe estado de Roraima, en el norte, en precarios viajes en autobús.

Ahí, miles de migrantes duermen a la intemperie en las calles de la capital, Boa Vista. Los albergues y hospitales están al borde del colapso y las autoridades locales claman para que el Gobierno central cierre la frontera.

En Río de Janeiro, la comunidad de refugiados gira en torno a Cáritas-Pares, la ONG que los atiende nada más llegar y que les ofrece asesoramiento legal y ayuda para adaptarse.

Sin embargo, la coordinadora de este programa, Aline Thuller, aseguró que están desbordados.

“La realidad es desafiante, Venezuela no saldrá de la crisis a corto plazo, y la tendencia es a empeorar”, aseveró.

Cerca de 800 refugiados venezolanos entran a Brasil cada día, según cálculos del Gobierno de Roraima. Ahí, el Ejército construye a toda prisa nuevos albergues.

La Administración de Michel Temer acepta a los migrantes, pero no les garantiza un trabajo ni una casa, apenas una cama en un albergue municipal. Sin embargo, el goteo no cesa.

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