Un techo de cristal para los salarios latinos

Los miembros de esta comunidad que tienen un alto nivel educativo tampoco han podido cerrar la brecha salarial con los hombres blancos

El desempleo de los latinos ha ido cayendo tras la Gran Recesión y la tasa de desocupación entre hombres de esta comunidad y los blancos se ha ido acercando. Las mujeres aun sufren una tasa más elevada que el resto de las mujeres (5.7% frente al 4.3%) pero si hay algo que no ha cambiado casi nada en las últimas décadas es el rendimiento de ese trabajo: el cheque.

En materia salarial hay un techo de cristal. La brecha entre lo que cobran los latinos frente a los blancos se ha mantenido durante décadas.

Es una brecha muy grande y más aún en el caso de las latinas a pesar de que el avance en la educación de ellas ha sido notable en las últimas décadas.

El avance que ha podido haber durante algunos años no se ha mantenido y como resultado, “las diferencias [salariales] se mantienen bastante estables”, explica la profesora de economía y administradora de Asuntos de Diversidad de la Universidad de Texas Rio Grande Valley, Marie Mora.

Junto con el también economista Alberto Dávila de la Universidad Estatal de Southeast Missouri, Mora ha publicado un estudio para el Economic Policy Institute en el que se destaca que hay factores inexplicables, que no pueden ser medidos o comparados, que afectan a lo que ganan los trabajadores porque incluso con una mayor preparación académica los salarios siguen estando muy por debajo de los de hombres blancos con similar formación.

El año pasado los hombres latinos ganaron un 14.9% menos en salarios por hora que los hombres blancos con el mismo nivel educativo, experiencia y en la misma región. Es una muy ligera mejora desde el 17.8% que se registraba en 2000 o el 16.5% de 1979 que es cuando se empiezan a detectar las primeras señales de desigualdades salariales en la economía de EEUU en su conjunto.

El camino recorrido en cuatro décadas ha sido muy corto en este sentido.

En el caso de las mujeres, en los que se junta el factor género que afecta a casi todas las féminas del país sin importar su raza o etnia, la relación es peor porque ellas ganan un 33.1% menos que hombres blancos en posiciones comparables. En el año 2000 la diferencia en este último caso era del 35.1%.

En el caso de los hombres mexicanos, que son casi dos tercios de la población latina la diferencia fue del 14.1% en 2016 en el caso de los puertorriqueños fuera de la isla del 11% y los latinos de origen cubanos cobraron casi un 17% menos que los blancos en ese año.

En el caso de las mujeres, que se están incorporándose cada vez más al mercado laboral, con respecto a los hombres blancos las diferencias siempre están por encima del 30%.

Los avances que ha habido son pequeñísimos en esta población joven pero creciente (el 18.1% del total del país) según este estudio en el que se contemplan también diferencias entre la población mexicana (que representa a dos tercios de los latinos), los puertorriqueños y los cubano-americanos que son los subsegmentos que mejor reflejan la diversidad de una comunidad heterogénea.

Una de las conclusiones más llamativas de este estudio es que en 1979 solo el 8.1% de los latinos y el 8.6% de las latinas tenían educación universitaria, en 2017 los hombres han duplicado este porcentaje pero las mujeres han llegado a casi el 26%.

Pese a que ellas están cerrando la diferencia educacional con el resto de las mujeres pero una vez que se toman en cuenta la educación, experiencia y diferencias regionales “las diferencias para las mujeres latinas se mantienen relativamente estables desde 1979. Esto sugiere que puede haber una cierta discriminación por razones de etnia, género y otras razones”, explica el estudio.

“Discriminación puede ser parte de lo que hay tras esta diferencia salarial pero puede haber otros factores que no somos capaces de identificar o medir”, explica Mora en conversación telefónica. Esta economista explica que también se sorprendieron de ver que un mayor nivel académico no ha limado las discrepancias entre los cheques que cobran unas y otros.

“Puede ser por la calidad de la educación que el trabajador tiene, el hecho de que no haya más personas con grados avanzados de universidad. Es una cuestión que tiene que ser explorada con más detalle”, dice Mora.

Esta economista también apunta a otra cuestión que también han notado los emprendedores latinos y las mujeres a la hora de captar capital por parte de inversionistas que no están familiarizados con las necesidades y los retos planteados por los latinos: las redes de contactos o networking.

“Tradicionalmente los latinos no tienen las redes de las que disponen los blancos en la comunidad de negocios o profesional, o tienen menos redes o no tienen la ventaja de tenerlas y eso también puede jugar un papel en su contra”.

A juicio de Mora hacer estas redes en las que se abren oportunidades lleva más tiempo pero “habría que dar más recursos para que estas iniciativas ayuden al trabajador medio”. Esta economista recuerda que las cámaras de comercio hispanas están haciendo este trabajo con los emprendedores.

La autora de este informe dice que si lo que hay es discriminación debería identificarse el motivo y el porqué de la persistencia. “No sería necesario una nueva política sino que se aplicaran las políticas que ya tenemos”.

Segunda generación

La brecha salarial entre los hispanos de segunda generación, descendientes de inmigrantes, y la segunda generación de inmigrantes blancos es menor que la que separa a los predecesores latinos del resto. “Consistente con la idea de que en sucesivas generaciones la asimilación es mayor y los resultados en el mercado de trabajo mejoran”.

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