La Víbora: Por favor, alguien píntele las uñas a Bad Bunny
A nuestra serpiente comentarista del entretenimiento no se le escapa nada ni nadie
Pero qué ofensa, qué humillación para Bad Bunny no haberle querido pintar las uñas. ¿Cómo se atreven, si es un rapero tan famoso? Ah, ¿no es rapero? Pues algo parecido, porque anda igual de andrajoso y feo que otros que cantan ese género.
Les cuento esto porque el artista hizo un megaescándalo hace unos días cuando entró a un salón de belleza en España y se rehusaron a pintarle sus lindas pezuñitas. Escribió en su cuenta de Twitter que aunque estaba muy contento en ese país, paró en un “apestoso” lugar para hacerse “manicura” pero que le dijeron que no porque es hombre. Esto sucedió en Oviedo, una ciudad pequeña ubicada al noroeste de España.
Miren, no quiero defender a nadie, pero en este caso debo decir que se trata de una urbe pequeña, de poco más de 200 mil habitantes. Y si me permiten decirlo, mientas más chica sea una urbe, más retrógrada suele ser. Oviedo será muy Europa, pero eso no quiere decir que para ellos es normal ver entrar a un hombre a un salón de belleza.
Así que cuando el cantante se burla del lugar y se pregunta que si estamos en 1960, pues sí, en esos lugares parece que así es. La modernidad no es algo que va de la mano con las ciudades chicas.
Pero aquí lo que me impresiona no es que lo hayan rechazado de ese establecimiento, sino que Bad Bunny piense que se ve bien con las uñas bien arregladitas, como las de mis sobrinas de 20 años. Ni siquiera me puedo imaginar mis manos entrelazadas con las de un hombre que las trae mejor manicuradas que las mías. Mucho menos me puedo imaginar que nos pongamos a comparar diseños: “mira qué bonitas tus estrellitas”, o “las mías son de gel, ¿y las tuyas?”. Simplemente, guácala.
Ni siquiera me parecía de buen gusto cuando los rockeros de los ochenta se las pintaban de negro. Se veían horrendas y hasta creepy. Pero cada quién. Había personas a las que le parecían muy sexy. Para mí era simplemente una manera de esconder la mugre, pero yo creo que ellos se sentían muy cool.
Ahora solo espero que el salón de belleza que rechazó a Bad Bunny sea famoso y esté lleno de clientes mujeres, y que haga respetar ese letrerito que muchos negocios todavía cuelgan en sus puertas, que dice “nos reservamos el derecho de admisión”.
Y en otras cosas, que tal que el pobrecito de Gustavo Rivera está haciendo un concurso para ver quién graba a dueto con él. Yo creo que estas alturas ya lleva dos inscritos, o a lo mejor tres. Y quien gane y grabe con él, no se emocione porque seguirá siendo tan insípido y no famoso como este hermano de Jenni Rivera, quizá el más gris de todos.