“Esperamos que nunca vuelva a haber desaparecidos en México”

En Veracruz, hasta 2017, fueron halladas 343 fosas clandestinas

MEXICO  La voz de Lucía de los Ángeles ya no es agitada ni se le corta por el llanto al recordar que  hace cinco años se llevaron se metieron a su casa para llevarse a su hijo por la fuerza para desaparecerlo. “Posiblemente por órdenes del gobierno de Veracruz”, dice.

En vez de resignarse grita, exige, y organiza a otras madres en el Colectivo Solecito, una organización que fundó en  2014 cuando en su estado los criminales Zetas y otros grupos se movían a sus anchas, cuando el entonces gobernador Javier Duarte miraba para otra parte: a las finanzas públicas para desviarlos a sus cuentas privadas según se le acusa.

Ese tiempo pasó y aunque las condiciones de seguridad han mejorado lo cierto es que miles de veracruzanos siguen buscando a los suyos aunque sea en una fosa clandestina para saldar en paz una etapa, una de las más oscuras en la historia del estado ubicado al sureste del país.

Según cifras de la la Comisión de Procuración de Justicia de Veracruz, hasta 2017 fueron halladas 343 fosas clandestinas, en 44 municipios. Han sido encontrados 225 cadáveres, 335 cráneos y 30,600 restos humanos, y hasta el momento han sido identificados 111 cuerpos y 114 están en proceso de análisis.

Colectivo Solecito, una de las organizaciones que han logrado hallar fosas en México.
Colectivo Solecito, una de las organizaciones que han logrado hallar fosas en México.

“En 2014 un grupo de mamás que compartían mi situación nos unimos para buscar a nuestros hijos solas, sin ayuda de autoridades, con nuestros propios recursos económicos y el poco conocimiento legal que teníamos. Incluso contratamos a expertos de Guerrero para tomar un curso de antropología forense”, recuerda Lucía en entrevista con este diario y con las esperanzas renovadas por el cambio de administración federal en México.

El tormento de Lucía había empezado un año antes, el 27 de Junio de 2013. Ella estaba de viaje con un familiar y cuando regresó a su casa no encontró a Luis Guillermo Lagunas Díaz, su único hijo de 29 años quien hasta seis meses antes trabajaba como fotógrafo y organizador de eventos para César Duarte y sus allegados en función.

Los vecinos le informaron que el chico había sido sustraído de su cuarto por unos sujetos en un coche. Lucía no termina de entender qué llevó a los delincuentes a llevarse a su hijo. Si pensaron que tenía mucho dinero se equivocaron. Guillermo ganaba muy bien, pero todo lo estaba invirtiendo en material nuevo para su trabajo. Había comprado cámaras y equipo que iba a desgastar en los próximos 17 eventos más que tenía pactados, porque era el famoso “DJ patas” de Boca del Río.

Ella denunció, pero fue en vano: las autoridades no investigaron nada ni Guillermo regresó aunque ella dio una camioneta para su liberación. Así Lucía tomó las riendas de su caso y luego el de otros.

Desde entonces, no hay tregua. Las madres van a buscar, a cavar aquí y allá, incluso “en chanclas, sin recursos, hunden una varilla en el suelo para encontrar restos”.

El primer gran hallazgo

El 10 de mayo de 2016, acudimos a una marcha representativa del día de las madres. Al término una camioneta se estacionó frente a nosotras, dos sujetos bajaron de ella, se acercaron a mí y  rápidamente me entregaron una hoja que decía “Colinas de Santa Fe, cuerpos, cruces”; después regresaron al auto y se fueron a toda velocidad.

El siguiente mes de agosto pidieron un permiso especial a la fiscalía de Veracruz para acceder al lugar, porque es propiedad privada y gastaron alrededor de 1,800 dólares en herramientas.

Ocho días después empezaron los hallazgos: cinco fosas que en total contenían 295 cuerpos. Luego 20 cuerpos más en fosas del municipio de Omealca, con lo que sumamos 315 en total. De esos se identificaron16 y siete ya se entregaron a sus familiares. Ninguno coincidía con Guillermo. Del resto no tenemos registro de ADN para comparar.

Adelante

Hoy la Procuraduría General de la República ofrece una recompensa de hasta un 80, 000 dólares (un millón y medio de pesos) a quien dé pistas del paradero de Guillermo, la misma institución que ha sido omisa en la búsqueda.

Al final de una jornada de búsqueda en fosas -recuerda Lucía- un joven se acercó a una madre y le dijo: “Voy a confesarle esto porque es lo último bueno que puedo hacer. Me van a matar, trabajo con funcionarios y he escuchado mucho; no les conviene tenerme vivo. A su hijo lo mataron. Lo sé porque yo mismo lo enterré, me obligaron a ponerlo en una fosa junto a otros ocho cuerpos, pero como lo considero buena persona lo apile hasta arriba de todos, para que le fuera más fácil encontrarlo”. Corroboramos la información al día siguiente en Colinas de Santa Fe.

Solecito logró con su tenacidad -a lado de otros colectivos- que se promulgara la Ley de Desaparecidos, y que a los familiares se nos otorgue una carta de “presunción de ausencia” del desaparecido para arreglar asuntos pendientes a su nombre y sigue la lucha para que la crisis nunca se repita. “Vivir esto es lo peor que le puede pasar a cualquier persona. Abandonas la vida y los sueños, no comes, duermes ni sonríes”.

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