Editorial: Farsa en el Senado
Hay suficiente motivo para una investigación federal como corresponde en los casos de este tipo de acusaciones
El cargo de juez de la Suprema Corte de Justicia es vitalicio. La confirmación por parte del Senado es la última oportunidad para evaluar si un nominado al cargo tiene el carácter y la credibilidad para el Alto Tribunal. El proceso debe por lo tanto durar todo el tiempo necesario para llegar a una conclusión concreta. Es así también en el caso del Juez Brett Kavanaugh.
Este proceso es político, cargado de partidismo porque está en juego el equilibrio de la Suprema de Justicia. Los ánimos están caldeados, todavía está fresco en los demócratas el truco de la mayoría republicana del Senado que se negó a considerar al juez Merrick Garland, nominado de Barack Obama, durante 292 días.
Estos mismos senadores son los que quieren apurar hoy la nominación de Kavanaugh, a pesar del surgimiento de cuatro denuncias de actitudes sexuales durante su juventud.
Este es suficiente motivo para una investigación federal como corresponde en los casos de este tipo de acusaciones. Se realizó hace casi 27 años con el juez Clarence Thomas y se debe realizar hoy con Kavanaugh. Se supone que esto limpiará al candidato de toda sospecha y le permitirá empezar con el pie derecho en la Suprema Corte.
Pero es muy difícil determinar a ciencia cierta lo ocurrido específicamente una tarde a principios de los ochentas entre la Dr. Christine Blasey Ford, Kavanaugh y su amigo Mark Judge. Ford dice que hubo un intento de violación en donde ella temió por su vida, que entre los dos se reían mientras esto ocurría. Kavanaugh niega que él haya estado presente. Hay gente que no corroboran lo dicho por Kavanaugh, mientras que el testimonio de Ford pasó el detector de mentiras.
De lo que no queda duda es que Kavanaugh era conocido a esa edad por su consumo excesivo de alcohol junto con Judge. El testimonio de distinta gente coincide con esta imagen. Es muy distinta a la presentada por Kavanaugh como un joven dedicado a los deportes, estudios, al servicio al prójimo y la iglesia.
El problema no es si se emborrachó seguido de joven. Es la mentira de negarlo la primera vez que se le preguntó, antes que saliera un torrente de testimonios que lo desmintieron. El expresidente George W. Bush nunca negó su pasado con el alcohol. Aquí lo que cuenta es la sinceridad.
En el testimonio anterior de Kavanaugh surgieron contradicciones que lo mostraron faltando a la verdad. La duda está del lado del nominado.
La negativa del Comité Judicial de llamar a testigos que quieren declarar en favor de Ford y otros inconvenientes para Kavanaugh, como Judge, impide que haya un proceso transparente. El rechazo de Kavanaugh o sus evasivas de ayer a una investigación del FBI es más que sospechoso.
Sin testimonios ni investigación, la confirmación de Kavanaugh es una farsa.