Trabajó muchos años con mejillones para crear obra de arte y esto pudo haberle costado la vida
Gillian Gensen jamás se imaginó que lo que más amaba la puso en un peligro que le ha dejado secuelas irreversibles
Esta semana, la revista Toronto Life le dedicó un artículo completo al trabajo que realiza la artista canadiense Gillian Gensen y el cual, sin saberlo, estuvo a punto de costarle la vida.
Durante 15 años, Gillian estuvo trabajando con miles de conchas de mejillones para crear una escultura con dicho material, obra que llamó “Adam” y con la cual quiso retratar la musculatura humana.
#GillianGenser's "Adam" crafted with muscle shells from Atlantic Canada and silver. pic.twitter.com/gyZtIgPXwn
— Greg Rupik is Remapping Biology (@GregoryRupik) December 3, 2018
Para conseguir dicho objetivo, Genser compraba a grandes cantidades de dicho molusco en el Chinatown de dicha ciudad y generalmente, solía cocinarlos para sus amigos dos o tres veces por semana, para así poder adelantar su proyecto. De hecho, recuerda que llegó a pasar hasta 12 horas escarbando y lijando las conchas para darles forma.
Luego de un par de meses de haber iniciado su obra, la escultora comenzó a sufrir de vómitos y dolores de cabeza. Después notó algunos problemas de movilidad y que sufría de dolores musculares cada vez que hacía uso de sus herramientas.
Fue en 2013 cuando la situación empeoró a tal grado que terminó en cama, con el cuerpo paralizado por tanto dolor. No podía ponerse de pie e incluso, era incapaz de decir frases completas y también perdió capacidad auditiva del oído izquierdo.
Luego de consultar a varios especialistas, ninguno pudo darle un diagnóstico certero. Gillian pensó que pronto moriría y lo único que quería hacer era terminar la escultura.
Finalmente, uno de los médicos le preguntó si trabajaba con algún material tóxico, a lo que ella respondió que solo manipulaba productos naturales, como cáscaras de huevo, huesos de animales, coral, plantas secas o los mejillones.
Finalmente, en un examen de sangre que le fue hecho en 2015 descubrió que la mujer tenía muy altos los niveles de arsénico y plomo, por lo que fue diagnosticada con intoxicación por metales pesados. El especialista le explicó que las conchas y huesos suelen acumular toxinas, que la ser tocadas y respirar el polvo que estos generaban cuando hacía su trabajo, parte de ese metal había estado ingresando a su cuerpo.
A pesar de la advertencia, la artista decidió concluir su obra a la cual, ella misma apodó como “Mi hermosa muerte”. “No podría haberlo dejado inconcluso. Todo el sufrimiento habría sido para nada”, explicó.
Genser no pudo recuperar por completo su salud. Hasta el día de hoy sufre náuseas, problemas de memoria y tiene alto riesgo de desarrollar enfermedades neurológicas, como mal de Párkinson o Alzheimer.