Nueva York recuerda 10 años del “milagro en el río Hudson” cuando se salvaron 155 vidas

La hazaña fue posible gracias a los nervios de acero del capitán y su copiloto

El avión fue remolcado dos días después

El avión fue remolcado dos días después Crédito: Edouard H.R. Gluck-Pool/Getty Images

Una ciudad que lo ha visto todo es difícil de sorprender. Pero Nueva York siempre es capaz de superarse a sí misma en los terrenos más insólitos. O en este caso, en las aguas.

El frío jueves 15 de enero de 2009 el país se preparaba para la histórica llegada al poder de Barack Obama, quien en cinco días se convertiría en el primer afroamericano presidente en ejercicio en EEUU. Nueva York también haría historia esa semana, por otras razones.

Un vuelo de la hoy desaparecida aerolínea “US Airways” que acababa de despegar del aeropuerto LaGuardia con destino a Charlotte, en Carolina del Norte, presentó una falla en ambos motores tras embestir una banda de gansos. Ante la emergencia, el comandante Chesley Sullenberger y su copiloto Jeff Skiles tuvieron apenas unos segundos para tomar decisiones claves.

Al no poder reiniciar los dañados motores, había que volver a tierra lo antes posible. Comenzaron por declarar la emergencia a la torre de control de LaGuardia para intentar regresar. En ese terminal de inmediato se suspendieron todos los despegues, para prepararse a recibirlos. Abordo iban 150 pasajeros -incluyendo dos bebés- y 5 tripulantes.

El vuelo #1549 había partido hacía menos de dos minutos, a las 3:11 p.m., por lo que aún estaba volando sobre Manhattan, ciudad densamente poblada. El Airbus perdía altura, había que salir de allí y el tiempo escaseaba. 

Los pilotos consideraron también otro aeropuerto más pequeño y próximo, el Teterboro, en Bergen, Nueva Jersey.

En el descenso, cuando la nave ya se ubicaba a sólo 300 metros sobre el puente George Washington, el capitán tomó la decisión que cambiaría su vida y la de las otras 154 personas a bordo: amerizar sobre el río Hudson, entre Manhattan y Nueva Jersey.

Sin dejar de maniobrar, el capitán y su copiloto informaron a las tres aeromozas y los pasajeros lo que venía, aún sin saber si su estrategia resultaría. Era fundamental levantar la nariz del avión para amerizar lo más suavemente posible y evitar un impacto en las heladas agua del río que, además, cuentan con permanente navegación.

Pudieron hacerlo, en unos segundos que se hicieron eternos a bordo. Finalmente el avión casi surfeante frenó a la altura de la calle 48 de Manhattan, con todos ilesos. Pero aún había que abrir las puertas y abandonar la aeronave, sin inundarse ni hundirse.

El alto tráfico naviero, que antes era una amenaza, ya para entonces se transformó en una ventaja, porque muchos ferris y remolcadores acudieron de inmediato al rescate, en medio de una gran sorpresa de ver a un avión en el río, con temperatura de 20 grados F (-6C).​

El rescate también se realizó sin lesiones graves. “Creo que tuvimos un milagro en el Hudson (…) Éste es un día para darnos cuenta de lo bendecida que está esta ciudad”, declaró en ese momento el entonces gobernador de Nueva York, David Peterson.

Aunque Sullenberger y Skyles fueron aplaudidos y se sentían aliviados mientras trataban de procesar lo sucedido, para ellos apenas comenzaba el estrés. Vendrían meses de honores y entrevistas de prensa, pero sobre todo interminables horas de insomnio, interrogatorios, investigación y hasta cuestionamientos por parte de autoridades federales y de la aerolínea.

Unos videos realizados por dos simuladores afirmaron que el Airbus 320 podría haber aterrizado en cualquiera de los dos aeropuertos cercanos considerados. Pero una vez más el criterio de Sullenberger se impuso, cuando defendió que era fundamental considerar el “factor humano” en las reconstrucciones digitales. Al introducir en la ecuación la situación que se vivía en la cabina, se concluyó finalmente que de no haber realizado el amerizaje, muy probablemente el avión se habría estrellado, quizá sobre Manhattan. 

Ocho meses después, en octubre, Sullenberger, ex piloto de caza de la Fuerza Aérea de EEUU, fue autorizado para volver a volar. Lo hizo en la misma ruta, con Skiles de copiloto.

El revuelo internacional “del milagro en el Hudson” fue tal que años después la hazaña sería una película de Hollywood (“Sully”) con Tom Hanks al frente del elenco, dirigido por Clint Eastwood, en 2016.

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