“Roma” hace honor al cine

Pocos personajes de la vida hay más mancillados y caricaturizados en literatura y telenovelas. Su nombre, insulto recurrente: criada, mucama, asistenta, chacha; incluso con título: “señora de la limpieza”

"Roma" de Alfonso Cuarón

"Roma" de Alfonso Cuarón Crédito: Netflix

Cuando ya me preparaba para comentar el superfluo doblaje de español a español de la película “Roma”, ofrecido a los espectadores de España en Netflix, la versión peninsular pasó a mejor vida. El rechazo general por parte de académicos, el mismo Cuarón, director y guionista de la película, y otros muchos dio sus frutos.

Después de ver la película y leer algunas críticas al doblaje no cabe otra que concluir que el español castellanizado nada aportaba a la película. Más bien sustraía su esencia al espectador. Los contrastes entre el original mexicano y el encorsetado castellano solo invitaban a regurgitar pasadas críticas: léanse por ejemplo las del estrenó en España, en 2007, de la película “Kilómetro 31”. El negocio de querer estrenar en más salas de proyección acaba convirtiendo al espectador en más inculto y peor educado.

Da vergüenza, y hay que enfatizarlo, es que la importancia informativa de la noticia se centrara en el doblaje interdialectal porque la película merece mucho más. El valor fílmico de “Roma” se debe ante todo a renovar nuestras esperanzas en un tipo de cine-arte que sobrevuela el entretenimiento de masas.

La película tiene un tinte autobiográfico, así lo reconoce el propio Cuarón. Nos retrotrae a 1971 y toma a las empleadas del hogar como centro del relato. Pocos personajes de la vida hay más mancillados y caricaturizados en literatura y telenovelas. Su nombre, insulto recurrente: criada, mucama, asistenta, chacha; incluso con título: “señora de la limpieza”. No busquen al “señor de la limpieza”, que sería un superhéroe salvador del ama de casa.

El que las abnegadas empleadas hablen también mixteco da cuenta de su realidad migratoria: empleadas baratas sometidas a constantes actitudes clasistas. Dotarlas de una lengua ajena al “poder” nos dice mucho sobre la situación de las lenguas indígenas en Latinoamérica. Y sobre el futuro del español en Estados Unidos si nos descuidamos. En “Roma” se oyen hasta tres lenguas indígenas: mixteco, mixe y náhuatl. Su identificación con la mujer la recluye aún más.

El largometraje dice en los créditos dónde acudir para apoyar a las empleadas del hogar y sus condiciones laborales. Se rinde asimismo homenaje a las niñeras, a las cuidadoras y a las limpiadoras migrantes “en Estados Unidos”.

El personaje de la madre cuando le dice a la protagonista ‘siempre estamos solas’ trasmite la enseñanza de que la mujer tiene que labrar su propio destino. La relación patrona-empleada presenta relaciones humanas universales donde amor y clase crean estados afectivos intermedios. Y perdonen que no dé mucho detalle del entramado de la película. Hay que verla.

Le auguro un óscar si sobrevive al muro. Pudiera ser la primera película que “en español” gane el óscar a mejor film.

Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística

lenguaporoficio@gmail.com

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