¿El jurado de “El Chapo” seguirá siendo anónimo?
El juez Brian Cogan sugirió a los neoyorquinos mantener en secreto su identidad, pero ellos pueden decidir lo contrario
Al terminar de leer el veredicto contra Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, el juez Brian Cogan lanzó una promesa a los 18 miembros del jurado: “La Corte mantendrá su identidad en el anonimato”.
El mensaje fue acompañado con una advertencia que tenía sentido, ya que la selección de los 18 miembros del jurado –12 que tomarían una decisión y seis suplentes– fue complicada, debido al temor a que hubiera algún tipo de represalia, además de que los fiscales federales y la defensa debían asegurarse de que ninguno tenía prejuicio contra el mexicano.
Pasado el primer semestre de 2018 se envió la convocatoria a residentes de Brooklyn, Long Island y Staten Island, territorios que cubre la Corte Federal del Distrito Este de los Estados Unidos, con sede en Brooklyn. La preselección, que incluyó llenar un cuestionario de más de 120 preguntas, terminó con un grupo de 100 personas.
En el cuestionario, los candidatos tenían una advertencia: “no revelar información personal”. Fue un tema en el que se insistió. “En las páginas siguientes de este cuestionario no proporcione ningún nombre o dirección específica ni ninguna información que pueda identificarlo a usted o a los miembros de su familia”, decía con letras remarcadas en negritas el mensaje de la página 2 del documento.
Los neoyorquinos tampoco podían discutir el caso ni información relacionada con él, incluyendo el cuestionario, con sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y/o conocidos.
Era tal la dificultad del llamado “juicio del siglo”, que una de las pregunta fue: “¿Cree usted que este caso podría ser difícil para usted de manejar?” Aunque originalmente no lo fue para una de ellas, el primer día formal de la presentación de testigos –ocho días después de iniciado el juicio el 5 noviembre– ella fue retirada por ansiedad. Ver a Guzmán Loera le afectó los nervios.
Aunque se había afirmado que “El Chapo” no podría ver al jurado, eso no ocurrió. El líder del Cártel de Sinaloa se sentaba justo frente a ellos. Todos podían verlo directamente a la cara. Él podía hacer lo mismo. La seguridad consistía en su anonimato, nadie sabía sus nombres, aunado a que las 11 mujeres y siete hombres eran escoltados por alguaciles federales fuertemente armados.
Durante los más de tres meses que duró el juicio, no era posible encontrar al jurado en los pasillos de la Corte. Los asistentes a la sala principal, en cambio, podían verlos. No había imágenes de ellos. Las dibujantes no tenían permitido plasmarlos en sus obras, tampoco era posible tomarles fotografías. Los cinco días de las deliberaciones sólo se les vio cuando el juez respondía en la sala principal alguna de sus peticiones.
El martes 12 de febrero, pasado el mediodía, las ocho mujeres y cuatro hombres –los únicos de los 18 que podían decidir– lograron un acuerdo por unanimidad. Ese día, después de marcar 10 veces “culpable” –uno por cada cargo– en el formulario oficial, terminó la labor del jurado. El juez Cogan recordó la promesa de conservar su identidad en secreto.
“Nunca había visto a un jurado en un caso que pusiera tal atención a los detalles”, indicó el juez Cogan. “La forma en que lo hicieron… me hacen sentir orgulloso de ser estadounidense”.
El impartidor de justicia habló claro: si las 11 mujeres y siete hombres (incluidos suplentes) querían revelar su identidad y hablar con los medios de comunicación, ya podían hacerlo. “No lo recomiendo”, acotó el juez Cogan, porque una vez que se abra esa puerta, “ya no podrán cerrarla”.
Derek Maltz, un exagente especial de la Agencia de Control de Drogas (DEA) dijo a Reuters que hasta ahora la Corte Federal de Brooklyn ha hecho un buen trabajo para proteger a los miembros del jurado, pero advirtió que las redes sociales son un nuevo problema, porque la información “realmente no se puede esconder”.
Al menos oficialmente, la última palabra la tendrá cada uno de los 18 seleccionados, ya es una decisión y un riesgo personales.