Letras: El amor por tres naranjas
Todos estos ejemplos se llaman locuciones nominales
Alfonso llevó a su esposa a su oficina y la presentó como su “media naranja”. Laura comentó que su prima era “la oveja negra” de la familia. Jairo se quejó de que los “peces gordos” eran los únicos beneficiados con los préstamos bancarios. Y Rosa se lamentó de las “patas de gallo” que la tenían a maltraer.
Todas esas frases, comunes y corrientes para los hispanohablantes, pueden ser complicadas para quienes estudian el español como lengua extranjera ya que su traducción literal al inglés no tiene sentido. Lo mismo, a la inversa, les ocurre a los hispanos que empiezan a aprender inglés y de pronto oyen decir en esa lengua que está lloviendo “gatos y perros”.
Esas frasecitas son parte inseparable de todo idioma, y cada lengua y cada comunidad de hablantes tiene las suyas. Su característica radica en que su significado no se desprende de los elementos que la componen. Aunque Sergei Prokofiev compuso ‘El amor por tres naranjas’, la esposa de Alfonso no tiene nada que ver con una ni con media naranja. La prima de Laura no es ninguna oveja. Los poderosos de los que se queja Jairo no son peces ni necesariamente gordos. Y Rosa no se lamenta de ningún gallo en la cara sino de las arrugas que le afean la comisura de los ojos.
Todos estos ejemplos se llaman locuciones nominales porque equivalen a un nombre (un sustantivo): naranja, oveja, pez y pata, y se diferencian de los grupos nominales porque estos sí significan la suma de sus componentes.
¿Un ejemplo? Cuando una profesora convoca a una “mesa redonda” no se refiere a ninguna mesa sino a una convocatoria para tratar un asunto en la que puede no haber mesa alguna sino un buen número de sillas. En cambio, cuando esa misma profesora busca muebles para su casa, bien puede comprar una mesa redonda. La primera, la de la reunión, es una locución nominal. La segunda, la del mueble, es un grupo nominal.
En síntesis, las locuciones nominales son grupos de palabras que forman una sola pieza léxica y se comportan como si fueran una única palabra: sentido común, cabos sueltos, golpe de suerte, mal de ojos, paño de lágrimas.
Jorge Ignacio Covarrubias es secretario general de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE)