Mayor información, menos embarazos precoces
Los padres también tienen que involucrarse en la educación sexual de sus hijos
La tasa de jóvenes embarazadas en Estados Unidos es significativamente más alta que la de otros países industrializados. Mientras que en Holanda 14 de cada 1,000 chicas se embaraza a temprana edad, aquí la cifra es 57 de cada 1,000.
No obstante, en aquellos Estados donde se enseña educación sexual con términos biológicos precisos, las tasas son más bajas. Por ejemplo, en New Jersey, se requiere presentar la educación sexual en terminología médica, y resulta que sólo 14.8 de cada 1,000 chicas quedan embarazadas. En contraposición, en Mississippi, donde no es mandatario explicar las cosas muy claras, ¡sorpresa!: 42.6 de cada 1,000 quedan encintas cada año.
Gracias al movimiento conocido como #MeToo, el tema de educar sexualmente a los estudiantes está tomando envergadura, pero de manera irregular. Esto se debe a que cada Estado lo está haciendo a su manera.
“La educación sexual todavía se mantiene como un mosaico de sistemas dispares que varían profundamente de Estado en Estado”, dijo Nora Gelperin, quien es la directora de Educación Sexual y Entrenamiento de la Juventud para una organización que defiende el concepto de una temática honesta. Y por honesta, aclara: “es que vaya más allá del uso de preservativos u orientaciones sobre enfermedades venéreas y abarque –además- aspectos éticos de las relaciones y también cómo protegerse y planear para el futuro”.
Únicamente 24 estados exigen educación sexual en las escuelas. De estos, 10 demandan el uso de lenguaje médico, según el Guttmacher Institute. Los restantes 26 Estados no están legalmente obligados a impartir este tipo de docencia, ni a llamar al pan-pan y al vino-vino.
Entre estos últimos, puede que se reemplacen las clases de orientación y educación sexual por políticas de abstinencia, aunque “los estudios han demostrado que confiar exclusivamente en la abstinencia no reduce el riesgo de embarazo a destiempo ni el ritmo de actividad sexual en los adolescentes”, según explicó Catherine Brown, investigadora del Center for American Progress.
De hecho, John Santelli, investigador en Columbia University, enfatiza que los estudiantes deben aprender a “comunicar su consentimiento, a reconocer y emplear un protocolo de permisos mutuos, incluyendo la negación y el saber evitar avances físicos, verbales y sexuales”. Alineados con esta visión, en Oklahoma se introdujo una ley conocida como Lauren’s Law, que requiere entrenar a los maestros en cómo impartir clases sobre el consentimiento y la salud emocional de las relaciones.
En California, los distritos están implementando el acto Healthy Youth, que demanda la “integración y comprensión de material sobre salud sexual y prevención de SIDA que sea detallada e inclusiva” para los estudiantes de intermedia.
A pesar de no haber uniformidad y aunque reina la desinformación, con el movimiento #MeToo y con la aplicación de nuevas leyes, se está consiguiendo concientizar a más jóvenes en nuestras comunidades. También ayudaría que los padres les hablen a sus hijos sin tapujos de este tema, porque, al fin y al cabo, ¿no vale más prevenir que lamentar?