Editorial: La trama rusa y un reporte alterado

El reporte señala 10 instancias en que Trump quiso usar su poder para obstaculizar, incluso para deshacerse de Mueller

Trump dice que no le encontrarán nada sobre el Rusiagate.

Trump dice que no le encontrarán nada sobre el Rusiagate. Crédito: NICHOLAS KAMM | Getty Images

Se levantó la cortina de humo desplegada hace tres semanas para mostrar que el presidente Donald Trump no hizo nada para obstaculizar la investigación sobre la presunta coordinación de su campaña presidencial con Rusia.

El secretario del Departamento de Justicia William Barr hizo todo lo posible para escudar al mandatario de la pesquisa del investigador especial, Robert Mueller. Para eso fue contratado.

Los antecedentes de Barr en dos investigaciones anteriores, en donde protegió a ex presidentes de investigaciones, y su escrito diciendo que la teoría de Mueller sobre obstrucción estaba “fatalmente equivocado” le ganó la confianza de Trump.

Primero Barr dio un resumen manipulado para permitir al Presidente afirmar :”No hay colusión, no hay obstrucción.” Ahora durante la presentación del reporte defendió la actitud agresivamente defensiva de Trump, como una reacción natural de alguien en su posición. Mostró una víctima para justificar los numerosos intentos de obstrucción.

El reporte señala 10 instancias en que Trump quiso usar su poder para obstaculizar, incluso para deshacerse de Mueller. No tuvo éxito en esto último porque sus subalternos desobedecieron sus órdenes. Vale preguntarse: ¿El delito es cuando se ordena el robo o solo cuando se tiene éxito?

El presidente que se jacta de tener una “de la mejores de todos lo tiempos”, repitió en más de 30 veces que no recordaba situaciones en un cuestionario escrito por sus abogados. Trump se negó a ser entrevistado en persona. Las respuestas según Mueller fueron “inadecuadas”.

Mueller no halló un acuerdo formal entre la campaña de Trump y Rusia. Por eso no hubo colaboración. Sin embargo, no se pueden ocultar la ayuda al candidato presidencial republicano a través de hackeos, revelaciones de Wikileaks y numerosos contactos. Incluso algunos de ellos con conocimiento de Trump, que el Presidente quiso como el encuentro en la torre Trump armada por su hijo para buscar trapos sucios de la rival demócrata.

La decisión de Mueller de que no hubo colaboración con Rusia, según el margen de la ley, no anula una realidad absolutamente inaceptable. El presidente y su campaña sabían de la intervención de una nación rival. Lejos de denunciar la anormalidad, la aprovecharon al máximo.

Mueller halló eventos suficientemente sospechosos como para dejarle al Congreso la decisión de qué hacer con el Presidente. El investigador no puede acusar a un Presidente en ejercicio. El reporte abre las posibilidades de audiencias para llegar al fondo del tema. Es difícil pensar que a poco más de un año de elección, y con un Legislativo dividido, pueda haber un intento de destitución.

Barr cumplió como defensor de Trump. Se olvidó que su cliente son los estadounidenses que esperan que haga cumplir la Constitución.

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