¿A dónde se van seres como Alberto Cortez?

Al igual que mi papá, él no puede estar en cualquier lugar

“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.

Desde que mi papá murió, se me hace difícil creer que cuando morimos nos vamos a un lugar hermoso, una dimensión llena de paz, armonía, amor, a un estado de éxtasis. Siempre creí eso.

Estudié Terapia de Vidas Pasadas con su creador, Roger Woolger. Experimenté varias muertes en trance y la mayoría me confirmaban esta idea; era más feliz cuando creía totalmente esto. ¿Por qué la muerte de mi padre cambió esta creencia? Porque mi padre es quizás la persona más importante de mi vida, junto a mi hija, mi esposo y mi sobrino Gerard.

Cuido mucho a quienes amo y me pregunto una y otra vez, si a mi padre “alguien” lo está cuidando como yo lo hacía. Lo vi hace poco… primera vez que veo a un ser que se fue de esta dimensión, y lo vi feliz y tranquilo. Me sonrió con esa mirada tierna, humana y diáfana que solo tienen los grandes hombres. He tratado de volver a verlo, pero no ha vuelto.

Alberto Cortez es una parte importante de mi vida. He memorizado casi todas sus canciones y solo un ser extraordinario, sólido, humano, fuera de serie, podría escribir lo que él escribió. Al igual que mi padre, sus ojos lo decían todo; sus canciones lo confirmaban. No hubo una sola vez que él fuera a cantar al Teatro Nacional en República Dominicana que yo no fuera a verlo, hasta que vine a vivir a Estados Unidos. La última vez que pude verlo en mi país lucía enfermo, triste. Pero su show fue fenomenal. Al final vendía él mismo sus CD, lo tuve muy cerca, hablé con él y le compré “todo” lo que vendía (aunque los tenía todos).

Sentí que era la última vez que podría disfrutar sus canciones con solo un piano acompañándolo, sentí que se iría pronto de esta dimensión, pero no quise aceptarlo, lo saqué de mi mente y me fui sin decirle “todo” lo que me dio, todo lo que aprendí de esas poesías convertidas en canciones. Oírlo lograba que me sintiera feliz, plena, extasiada, esa plenitud que solo da un espectáculo con un artista especial, único, maravilloso, que alimenta el alma.

Al igual que mi papá, él no puede estar en cualquier lugar. Él es un ángel que vino a la tierra a llenarnos de plenitud, que nos enseñó algo muy importante sobre la vida, el amor, la justicia social y la amistad.

Quisiera poder enviarte una rosa cada día, ojalá pudiera darte una vueltita más y que tu deseo de que estos malditos políticos no paren el mundo, se haga realidad… representa el verdadero arte. Los artistas como él no se deben ir. Una parte mía se fue con él, igual que con mi papá. Adiós amigo, maestro… Ojalá mi miedo actual sea mentira y pueda oírte cantar eternamente cuando muera. Mientras tanto, te esperaré cantando “El Abuelo”.

http://www.NancyAlvarez.com

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Dra. Nancy Alvarez
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