“Hay que aprender a vivir con la inestabilidad”

La argentina Agustina Cervera abrió su estudio de arquitectura hacer tres años y medio y ahora tiene proyectos en tres ciudades

Agustina Cervera, arquitecta argentina afincada en Brooklyn, Nueva York./ A. B. N.

Agustina Cervera, arquitecta argentina afincada en Brooklyn, Nueva York./ A. B. N.  Crédito: El Diario

“Aquí todo son pies y pulgadas, en Argentina estudiamos en centímetros y metros”, explica Agustina Cervera riéndose y simulando la angustia inicial de sus primeras experiencias profesionales en Nueva York. Fue la primera de todas las transiciones, aprendizajes y re-aprendizajes, ajustes y acomodos que hizo en un proyecto profesional y personal inesperado que ha aprendido a dirigirlo con decisiones a corto plazo para lograr su propósito.

Esta arquitecta de 33 años quiere poner su granito de arena en el empeño de cambiar cómo las personas viven.

Habla de simplicidad a la hora de describir sus proyectos y su forma de trabajo, sobre todo en cuestión de materiales (tres o cuatro clave, no más), la limpieza y las necesidades y deseos de la gente que va a vivir en los espacios que diseña.

“Tiene que haber tranquilidad en el espacio en el que yo viviría”. Habitaciones para hacer yoga, para guardar las bicis o para co trabajar son algunas de las estancias que incluye en sus proyectos.

Cervera trabaja intensamente en la estética de sus proyectos adaptándolos a su entorno y lo hace de forma minuciosa, caminando y estudiando los barrios donde va a construir, los materiales que ya se han usado, la personalidad del barrio y de quienes lo habitan. Al hablar su trabajo se refiere a la sostenibilidad (en uno de sus proyectos recoge y aprovecha el agua de la lluvia).

Desde hace tres años y medio tiene su estudio de arquitectura, Spear Head, lo que le ha convertido, además, en empresaria.

No era ese el objetivo que tenía cuando llegó a Nueva York hace casi nueve años. Entonces quería aprender inglés tras recibirse en la Universidad en Argentina. “Luego de la graduación una amiga y yo decidimos venir seis meses para aprender el idioma. Iba a ser una experiencia de vida más que nada pero al final, en la vida, todo me ha tomado por sorpresa”.

Empezó a trabajar en un restaurante haciéndose cargo de los abrigos de los clientes. Uno de ellos era un arquitecto americano indio que tenía un proyecto cercano. “Siempre venía y conversábamos de arquitectura con el poco inglés que yo hablaba”. Un mes más tarde le propuso hacer una pasantía en su estudio especializado en proyectos residenciales para personas de alto poder adquisitivo en la India.

“No hablaba inglés, estudié la carrera en español y el primer día me siento delante de una computadora y me dicen, vos me administrás estos tres proyectos. Fue brutal, pero quizá es lo que necesitaba porque por más que fuera una experiencia difícil hoy miro para atrás y veo que me ayudó a tomar decisiones rápidas”, cuenta.

Cervera mira lo positivo pero reconoce que fue muy duro. Como no cobraba mucho tuvo que mantener su puesto en el restaurante pero el arquitecto le apoyó para conseguir un visado. “Hacía cuatro proyectos sola, me dio mucha responsabilidad”, recuerda. “Entonces tenía 25 años y pensé que podía quedarme un año más”. Era temporal.

“Es algo que quiero dejar claro, las decisiones que he tomado son de corto plazo. Hay veces que me ahogo en la necesidad de saber qué va a pasar mañana, mi futuro, pero la verdad es que no controlamos nada, yo no controlo ni estar acá”. “Desde que soy emprendedora lo único que he aprendido es a vivir en la incertidumbre a ser consciente de que todos vivimos en ella”, asevera.

“Me di un año más”, dice de su primer trabajo.

Pero pasaron dos y medio antes de que fuera a otro estudio pequeño, Vamos Architects para hacer otro tipo de proyectos, más comerciales desde Williamsburg.

“Siempre estuve en estudios chicos porque me permitió hacer un poco de todo, tener acceso al cliente, hacer desarrollo, construcción, obras y aprendí de todo”.

Pero llegó la hora del cambio. “Pasé por un momento personal complicado, estaba lejos de casa y pensé que tenía que hacer el esfuerzo de estar aquí con un proyecto que me llenara”. Cervera dice que ahora que tiene un cierto grado de madurez empezó a confiar en su intuición y decidió abrir su propio estudio.

Y empezaron las preguntas. “¿Cómo voy a hacer esto?”. “Lo importante es seguir, no bajar los brazos, no tenía ni idea de dónde ir ni cómo empezar ni a qué puertas llamar, yo solo sabía que quería empezar mi compañía”.

Condominio en Quincy St. Brooklyn, creado por Spear Head, la firma de Agustina Cervera./Cortesía

Empezó en bicicleta

Con la bici recorría zonas de obras de Brooklyn y apuntaba los nombres de los desarrolladores o promotores. Luego entraba en contacto con ellos. A través de un constructor amigo conoció a uno al que le hizo su primero proyecto: un baño. “Luego el baño, la cocina y las luces. Luego una casa. Después un edificio con tres apartamentos. Luego uno de ocho”.

Su método es tener objetivos grandes — un destino–, y otros a corto plazo y más pequeños .

“Los proyectos a corto son fundamentales porque a medida de que se van logrando se va teniendo seguridad para seguir avanzando y uno termina llegado donde quiere. Hay que tomar decisiones que sabes que te llevan a otro lugar”

Ya la conocen. Tiene unos 10 edificios con su firma en Brooklyn, está trabajando en una residencia de artistas en Detroit y un gran desarrollo sostenible en Argentina.

Diseño de Parterre en Nordelta, Argentina./Cortesía

“¿Dónde estaré en cinco años? Creo mucho en proyectar, poner las ideas en una dirección pero me mantengo abierta, que la vida me sorprenda y cambie el rumbo. Si miro atrás nunca hubiera imaginado estar donde estoy. Sé donde quiero estar pero te lo cuento cuando cumpla 39”.

Trabajar con quien valora lo que hago

  • Agustina Cervera dice que buscó oportunidades para construir pero ahora, más asentada, prefiere enfocarse en promotores que valoren su trabajo. “Esos clientes atraen ese tipo de clientes, lo bueno atrae a lo bueno”.
  • “Lo que más me ha costado es convivir con la inestabilidad, no saber qué va a pasar mañana. Yo antes tenia mi trabajo mi cheque mi pareja pero hay cosas que se terminan y hay que salir y arrancar de nuevo, y está bien, así es la vida. Aprender a convivir con la incertidumbre, con la adrenalina. Y hoy la disfruto porque hay momentos en los que tengo mucho trabajo y estoy tranquila porque soy consciente que va a bajar y uno aprende a administrarse”.
  • “No puedo enfocarme en lo que me frustra”
  • Pero ha tenido que batallar en un mercado machista. “Muchos clientes me dicen que yo era más nice hace tres años”, dice entre risas. “Y yo digo, pero es la culpa de ustedes. Ustedes me han puesto así. Tengo que pelear por todo, ya no puedo ser nice con ustedes”. Pero sigue riendo.

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