Este pandillero racista quería entregar una pizza a su enemigo. Su plan era mortal

El acusado, que pertenecía a una pandilla supremacista blanca, buscaba venganza.

Billie Allen quería repetir el fracasado plan del jefede su banda.

Billie Allen quería repetir el fracasado plan del jefede su banda. Crédito: Cárcel del condado de Weld

Billie Allen tiene 32 años, el pelo amarillo, y la cara y el cuello cruzados por tatuajes. El pasado diciembre estaba en la cárcel acusado de 17 delitos en tres investigaciones criminales. Y, según escuchó un agente de policía, estaba loco de ganas de enviar una pizza al fiscal del condado.

Allen había sido arrestado el 30 de abril de 2018 en un hotel de Greeley, una ciudad tendida junto a las montañas al norte de Denver (Colorado).

Entró en prisión como sospechoso de posesión de drogas y armas de fuego, y a partir de ahí sus cargos se fueron acumulando hasta hacer frente a una posible condena de hasta 50 años de cárcel.

Unos meses después, en diciembre, cuando aún estaba en prisión a la espera de juicio, Allen fue cazado manteniendo una curiosa conversación con un compañero de celda (cuya identidad no ha sido desvelada para protegerle).

En aquella charla, Allen mostró su enfado con una persona que, según dijo, estaba colaborando con la justicia, y también con el fiscal del condado, Michael Rourke, al que dijo odiar porque, en su opinión, estaba acusándole de demasiados delitos.

Buscaba venganza, así que explicó que se había puesto de acuerdo con otro preso que estaba a punto de ser liberado para organizarle “una fiesta de pizza” al fiscal.

Allen pertenecía a una pandilla callejera denominada 211 Crew, formada en Colorado en 1995 y vinculada a numerosos asesinatos de ideología supremacista blanca.

Su creador, Benjamin Davis, fue encarcelado en 1994 en Denver a la espera de juicio por robo en un bloque con criminales violentos donde sólo había cinco blancos y 60 negros. Recibió una paliza, y pensó que necesitaba coordinarse con otros blancos para protegerse, como lo hacían afroamericanos y latinos.

Este grupo cobró notoriedad en marzo de 2013, cuando un ex prisionero, Evan Ebel, asesinó en su casa al director del Departamento estatal de prisiones, Tom Clemens. Ebel se disfrazó de repartido de pizza para cometer este crimen; posteriormente murió en un tiroteo con las fuerzas del orden en Texas.

Allen quería asesinar al fiscal del condado en Navidades de una manera similar y a una hora exacta: las 2 y 11 minutos de la madrugada.

“Me voy a asegurar de que algo ocurra”, le dijo al otro preso, “me voy a asegurar de que entregarle una pizza, va a tener la *** pizza”.

En caso de que su plan fracasara, planeaba arrancar un pedazo de la cara del fiscal de un mordisco en el inicio de su juicio, previsto para el 11 de febrero (2/11, abreviado en inglés).

Ahora Allen se enfrenta a un nuevo cargo que puede significar hasta 24 años más de prisión, según informa el diario Greeley Tribune.

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