La princesa olvidada que revolucionó la medicina de guerra (y salvó cientos de vidas)

Vera Gedroits, cirujana del ejército ruso a principios del siglo XX, realizó aportes considerables a la medicina de guerra. Esta es su apasionante historia

La cirujana Vera Gedroits.

La cirujana Vera Gedroits. Crédito: Alamy

Vera Gedroits sabía que estaba en una carrera contrarreloj. Tenía que escapar. Por la noche, los disparos del campo de batalla sonaban cada vez más cerca y solo ahora, a las 2 de la madrugada, empezaban a silenciarse.

El tren se movía con pesadez. Todas las luces se habían apagado para intentar evitar que el vehículo fuera detectado por el enemigo.

Como hospital móvil, no debería ser un objetivo de guerra. Pero una vez en movimiento empezaron a silbar proyectiles en su dirección.

Gedroits miró alrededor a algunos de los pacientes a bordo. En total había unos 900. Muchos de ellos yacían con terribles dolores en camillas sujetas a las paredes. Había lesiones de guerra. Infecciones. Heridas abiertas. Gedroits no podía perder un minuto.

Durante las siguientes horas, ella y su equipo practicaron operaciones y ofrecieron el tratamiento que podían mientras el tren se alejaba del frente. Unas 12 horas después, alcanzó una distancia segura.

Dos semanas después, el 10 de marzo de 1905, esa batalla terminó en derrota para el ejército ruso. Poco después, se perdió la guerra.

Esto fue un punto de inflexión para Vera Ignatievna Gedroits, descendiente de la realeza de Lituania, talentosa cirujana, mujer excéntrica y polifacética.

La princesa Gedroits, como se la podía llamar correctamente, fue una figura extraordinaria y aun así es prácticamente desconocida en Occidente.

Como pionera en la medicina de guerra, Gedroits hizo contribuciones que, según algunos expertos, podían haber salvado la vida de miles de personas durante la Primera Guerra Mundial si hubieran sido mejor entendidas en aquel entonces.

Vera Gedroits

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Vera Gedroits aparece fotografiada, a la derecha, en 1915, en lo más alto de su carrera.

“Cuando oí la historia por primera vez, todavía recuerdo que mi comentario fue: ‘¿por qué no han hecho una película con esta historia?‘”, dice Melanie Stapleton, de la Universidad de Calgary, Canadá.

Es una buena pregunta.

¿Quién era exactamente Vera Gedroits y por qué la hemos olvidado?

Pocos datos biográficos

Hasta el primer pedazo de información sobre Gedroits -el año de su nacimiento- ha sido objeto de debate.

Muchos artículos sobre ella afirman que nació en 1876, pero parece que ella lo corrigió en sus documentos personales. Nació unos años antes, en 1870, en Kiev, la actual capital de Ucrania.

Cirujanos militares

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Gedroits es considerada una pionera de la medicina de guerra.

No hay muchos detalles sobre sus primeros años, sabemos que procedía de una familia rica y que estudió en su casa antes de asistir a la escuela en San Petersburgo.

Cuando tenía 16 años, fue arrestada por participar en actividades revolucionarias organizadas por un grupo de izquierda. Regresó a casa, pero pronto se escapó a Lausanne, en Suiza. Allí estudió medicina.

El país era inusual en aquel período (finales del siglo XIX y principios del XX) porque sus universidades acogían de forma regular a mujeres como estudiantes de medicina.

Para 1901, Gedroits había regresado a Rusia, donde posteriormente aprobaría sus exámenes de medicina y recibiría oficialmente el título de doctora.

Hospital en una fábrica

Su carrera médica empezó no en el campo de batalla, sino en el sector industrial. Fue designada cirujana de la fábrica de cemento Maltsov, en el distrito de Zhizdrinsky en el oeste de Rusia.

Estableció un hospital en la fábrica y, antes de que pasara mucho tiempo, había logrado instalar equipos de fisioterapia y una máquina de rayos X, algo totalmente innovador en la época.

Una máquina de rayos X en Francia a inicios del siglo XX.

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Los rayos x fueron descubiertos en 1895, poco antes de que Gedroits recibiera el título de médico.

Los rayos X fueron descubiertos en 1895, menos de una década antes. En su primer año, 103 pacientes de cirugía fueron tratados en su hospital, solo dos murieron.

Los empleados de la fábrica debían desempeñar un trabajo físico agotador. Había mucho levantamiento de peso y trabajo manual.

En sus informes, Gedroits anotó que este tipo de trabajo terminaba debilitando los músculos abdominales. Esa era la razón por la que operó a tantos pacientes con hernias, supuso.

Prestar atención al abdomen era inusual en aquella época, y le iba a beneficiar en el futuro de formas que no podía imaginar.

Un conflicto sangriento

Solo un par de años después, estalló la guerra ruso-japonesa. Gedroits se presentó voluntaria para la Cruz Roja. Fue una guerra muy sangrienta y miserable.

A menudo se describe como una suerte de minipreámbulo de la I Guerra Mundial.

Unas 100,000 personas murieron en el conflicto y Rusia fue derrotada, algo sorprendente dado que Japón era un país mucho más pequeño y, en aquellos tiempos, con más problemas económicos.

Cruces de madera de la guerra entre Rusia y Japón de principios del siglo XX

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La guerra ruso-japonesa fue brutal, sirviendo como preámbulo a la muerte y la destrucción de la I Guerra Mundial una década después.

Hay pocas fuentes en inglés o español que detallen las actividades de Gedroits durante la guerra.

Sin embargo, en 1997, el médico militar británico John Bennett escribió un artículo en el que incluyó un resumen traducido del informe de Gedroits sobre el conflicto.

El artículo de Bennett no fue publicado, pero se le envió un borrador a Yuri Keller, un exproductor de temas rusos en la BBC, que amablemente compartió la carta con BBC Future.

El 26 de septiembre, Gedroits se encontró organizando un hospital de campaña en un pequeño pueblo cerca de la ciudad de Mukden, que actualmente se conoce como Shenyang, en China. Esta iba a ser una sede estratégica para las fuerzas rusas en los siguientes meses.

El tren de Gedroits fue el núcleo de su destacamento, pero el hospital en sí no estaba confinado a los vagones. Se expandió al terreno cercano en filas de tiendas de campaña.

Chozas de campesinos también fueron confiscadas y convertidas en un quirófano así como algunos almacenes.

Para el quirófano, las paredes interiores de paja se cubrieron con arcilla y se lavaron después. Sábanas esterilizadas cubrieron la habitación para hacer el espacio lo más higiénico posible.

En el primer mes, Gedroits y su equipo trataron una increíble variedad de brutales lesiones. La mayoría implicaban heridas de bala y fragmentos de proyectiles. Había más de 700 casos de esas heridas en extremidades, 143 en el pecho y 61 en el abdomen, por ejemplo.

Gedroits tomó muchas notas sobre las heridas que trató y sobre lo que podía deducir de las armas que las habían causado. Por ejemplo, constató que los fragmentos de bala y las bombas de mano dejaban un matiz amarillo en la piel.

Gedroits y sus pacientes

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Vera Gedroits aparece fotografiada con sus pacientes. A diferencia de muchos de sus colegas, no rehuía de las difíciles operaciones de abdomen.

Uno de los factores agravantes para Gedroits y sus colegas en el tren hospital fue el frío que afectó a los pacientes en las tiendas de campaña y a los soldados heridos que regresaban del frente. Algunos se congelaron.

En enero se añadió un vagón quirófano al tren, una enorme mejora de las instalaciones. El mes siguiente, el hospital móvil partió desde Mukden hasta las minas cerca de Fushan, donde había muchos hombres heridos.

En las primeras cuatro semanas, Gedroits practicó no menos de 56 operaciones.

Alrededor de esa época, el ejército ruso empezó a perder el control del territorio de esta región.

Los japoneses lanzaron un inteligente ataque desde cinco frentes durante la famosa batalla de Mukden.

Para el 22 de febrero, se le ordenó a Gedroits que se retirara con su tren. Esa fue la noche en que tuvo que hacer la intrépida huida, con proyectiles silbando a su alrededor.

Lesiones de abdomen

En su informe, Gedroits describió la dificultad que presentaban las lesiones de abdomen en particular.

Los médicos militares conocían los problemas de la época, dice el cirujano retirado e historiador Michael Crumplin. En muchos casos, los cirujanos optaban por no intervenir. Los soldados con heridas abdominales eran simplemente monitoreados con la esperanza de que su situación mejorara. A menudo, el paciente moría.

Gedroits y sus pacientes

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Gedroits, ayudada por la emperatriz Alexandra y las grandes duquesas Olga y Tatiana, opera a un paciente.

Gedroits intentó intervenir en algunos casos, practicando laparotomías -incisiones exploratorias del abdomen- para ver si podía detener el sangrado o drenar los fluidos, por ejemplo.

Según Bennett, Gedroits describió las ventajas de hacerlo en sus escritos de los años siguientes, enfatizando que las revisiones de los abdómenes heridos se tenían que hacer siempre lo antes posible.

Crumplin explica que dado que los músculos de la pared abdominal están tan tensos, hay que usar anestesia para relajarlos durante las operaciones. Se pueden limpiar la sangre y las heces que se hayan salido del intestino, pero sigue habiendo un alto riesgo de infección.

También hay grandes arterias que suministran a los intestinos, cortarlas por error puede ser letal. Y muchos órganos vitales, como el páncreas, están cerca, con lo que existe el riesgo de causar daños potencialmente mortales.

No solo eso, una vez que se ha manipulado el intestino, no siempre es un hecho que se vaya a recuperar.

“Toda la tripa entra en resignación y deja de funcionar, el vientre se distiende, vomitas y mueres por deshidratación”, explica Crumplin. “Hay enormes retos en las operaciones en el vientre”.

Parece que Gedroits entendía esto, pero no se rindió.

Oportunidad perdida

Su trabajo aparece mencionado en un informe británico sobre el servicio médico ruso durante la guerra ruso-japonesa, aunque no hay casi detalles.

Al no documentar totalmente las actividades de Gedroits, “perdimos una gran oportunidad”, apunta Steven Heys, director de la escuela de medicina de la Universidad de Aberdeen.

Grabado de la Primera Guerra Mundial

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Los aportes de Gedroits podrían haber ayudado a salvar muchas vidas en la Primera Guerra Mundial.

Gedroits descubrió que acercar el tren hospital lo máximo posible al frente era crucial, así como evaluar algunas heridas con marcos de tiempo específicos. Tres horas o menos para heridas abdominales, por ejemplo. E incluso tomó notas sobre el mejor tipo de vendas para usar en cada etapa del tratamiento.

Si otros hubieran prestado atención a estas aportaciones, quizá se podría haber reducido el número de víctimas de la I Guerra Mundial, añade Heys: “Ella, después de todo, publicó sus observaciones en 1905, diez años antes del comienzo de la guerra”.

Después de la guerra

Las cosas no se calmaron para Gedroits después de la guerra. Regresó a su puesto en la fábrica y aumentó el tamaño y el alcance del hospital que dirigía allí. Unos años después, entró a trabajar con la familia real rusa.

Trabajando como cirujana en el hospital de palacio Tsarskoye Selo, llegó a involucrar a la emperatriz Alexandra y sus hijas Tatiana y Olga, enseñándoles lo básico de la cirugía.

Gedroits y sus pacientes

Wikimedia Commons
Pese a ser detenida por su participación en un levantamiento de izquierdas. Gedroits llegó a trabaja con la aristocracia. En la imagen aparece con la gran duquesa Tatiana.

Pero Gedroits no era una aduladora real. Se dice que una vez empujó al confidente de la emperatriz, Grigori Rasputin, en un pasillo cuando el hombre se negó a quitarse de su camino

Para 1917, la revolución amenazó la propia existencia de la familia real rusa y Gedroits se fue para trabajar como cirujana de guerra una vez más, esta vez en la Primera Guerra Mundial. Fue herida y terminó en Kiev.

Allí, Gedroits fue contratada para enseñar cirugía pediátrica y finalmente recibió el título de profesora.

Pero la medicina no fue su única ocupación. Se convirtió en poeta, publicando múltiples obras. En Kiev, los locales percibieron su excentricidad.

Gedroits era conocida por su vestimenta masculina, su voz grave y sus relaciones cercanas con mujeres. Muchos asumen que era lesbiana.

En un artículo en la revista Clinical and Investigative Medicine publicado en 2007 por el profesor de medicina interna la Universidad de Calgary Ben J. Wilson, este lamentaba el hecho de que el mundo parece haber olvidado a Gedroits.

"Celebramos a mucha gente estos días, pero nos hemos olvidado de esta mujer, increíblemente exitosa y muy interesante".", Source: Ben J. Wilson, Source description: , Image:

Es un claro ejemplo de cómo el conocimiento y una experiencia claramente beneficiosa para los demás se pueden perder. Parcialmente por las puras circunstancias, pero también, quizá, porque la sociedad elige con más frecuencia prestar atención a ciertos tipos de personas sobre otros.

“Celebramos a mucha gente estos días, pero nos hemos olvidado de esta mujer, increíblemente exitosa y muy interesante”, sostiene Wilson.

Las circunstancias estaban en su contra, dice la amiga y colega de Wilson, Melanie Stapleton.

“Era aliada de la familia real, mujer, alguien definitivamente fuera de las normas sociales, publicaba en ruso. Cualquiera de esas cosas la hubiera relegado al olvido”, explica.

“Todas ellas juntas realmente impidieron que recibiera reconocimiento“.

Vera Gedroits murió en 1932 y fue enterrada en Kiev. Es lamentable que su fascinante historia no sea más conocida.

El primer pensamiento de Stapleton cuando descubrió la historia todavía parece perfectamente apto: ¿no debería haber una película sobre ella?

Puedes leer el original en inglés aquí.


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