Editorial: Tarea para los demócratas
Hay 24 los precandidatos a ser nominados por el Partido Demócrata para las elecciones 2020
La elección presidencial de 2020 presenta a los demócratas la oportunidad de dar una nueva visión que sirva para derrotar al presidente Donald Trump e ilusionar al electorado. Ese individuo está entre los 20 aspirantes que hacen su presentación en sociedad este miércoles y jueves.
En realidad son 24 los precandidatos a la nominación presidencial demócrata. Varios de ellos no alcanzaron a cumplir con el mínimo de respaldo en las encuestas y en la recaudación de fondos. Hay otros que estarán en los paneles aunque no se sabe muy bien qué hacen allí porque sus posibilidades son remotas.
La cantidad de aspirantes presidenciales refleja el vacío que existe a nivel nacional de una figura predominante demócrata y la variedad de propuestas y opciones que existen para hacer frente a cuatro años más de Trump. El anti trumpismo sirvió en 2018 para recuperar la Cámara de Representantes, se necesitará más para ganar la Casa Blanca.
Entre los aspirantes hay un ex vicepresidente, siete senadores, cuatro congresistas, tres excongresistas tres alcaldes, dos gobernadores, un ex gobernador, un ex secretario de Vivienda, un empresario y una guía espiritual. En esa cantidad hay numerosas mujeres, un latino, un asiático, una persona gay, una edad entre los 37 años y los 76 años y un espectro ideológico desde el socialismo – a la social-democracia europea- a moderados y pragmáticos.
Lo que se sabe de todo esto es que dos de los precandidatos más populares promueven un cambio necesario para equilibrar un sistema que desde la década de los ochentas hasta hoy está volcado hacia los más pudientes y la clase inversora en detrimento del consumidor y el estadounidense medio. Los numerosos planes de la senadora Elizabeth Warren y las propuestas de su colega Bernie Sanders marcan un cambio de rumbo muy importante.
El vicepresidente Joe Biden encabeza las sondeos por ser el más conocido, el de mayor experiencia y goza de la percepción de que él puede ganarle al Presidente. El problema es que su larga carrera política lo deja fuera de época ante los tiempos que corren y las exigencias del joven electorado demócrata.
El debate no es un intercambio de opinión,sino una presentación. Los ojos están puestos en los tres favoritos y en busca de quien sobresaldrá con carisma y mensaje del grupo que los sigue. Es un juego de quien cumple expectactivas y quien sorprende para bien y para mal. La primera impresión es la que suele formar una opinión.
Este es el inicio de un largo camino. La meta es obtener un candidato capaz de unir y entusiasmar las distintas comunidades e intereses que forman el Partido Demócrata. La victoria de Trump en 2016 se debió a la incapacidad de hacerlo con Hillary Clinton. Esperamos que se haya aprendido la lección.