La Víbora: Otra perla de Alfredo Adame, ahora contra Andrea Legarreta
Nuestra serpiente farándulera se mete en el problema entre los dos artistas mexicanos
Huy, ahora sí que la tan limpiecita reputación que tenía Andrea Legarreta está en entredicho. Y por supuesto, la mujer está que pone el grito en el cielo. ¿Todo por culpa de quién? Del patán de Alfredo Adame, que jura y perjura que la conductora le puso el cuerno bien sabroso a Érik Rubin, el marido desde hace mil años de Andrea.
La polémica está a todo lo que da en México, y el revuelo se debe más que nada a que Andrea se da aires de doña Perfecta: tiene el matrimonio perfecto, las hijas perfectas, el trabajo perfecto. O sea, todo en su vida es color de rosa y con los chacras bien alineados. Entonces, no es nada agradable que una persona que tiene fama de conflictiva venga a desbaratarle su castillito de arena.
Sin embargo, el pleito no comenzó hace unos días, sino hace muchos, muchos años, cuando ambos eran conductores del matutino “Hoy” en México. Corría el año de 1998 cuando en un sketch donde participaban ambos, él la llamó “perra”. Él argumenta que fue parte del libreto, pero de cualquier forma a ella no le pareció el chistecito y cambió su actitud aunque estaban frente a las cámaras.
Él dijo después en una entrevista que fue una broma –vaya bromita–, y que a pesar de eso la señora se había puesto difícil. Pero ahí no paró la cosa. Alfredo retomó el tema recientemente y habló pestes de su excompañera; entre otras cosas dijo que le había sido infiel a su esposo con un ejecutivo de Televisa, la empresa para la que hasta la fecha trabaja ella.
Ay, queridos venenosos, aquí me van a disculpar, pero esto sí me dio risa, sobre todo porque Érik me cae mal porque a pesar de ser un loser siente que camina tres centímetros sobre el suelo. Alfredo dijo que era tan sabido eso de la infidelidad, que a Érik le decían el unicornio. Imagínense el gran insulto que eso significa para un mexicano. Oh-em-yi.
Así que ésa es la razón por la que Andreíta anda como cucaracha en comal de gorditas, sin saber qué hacer para desmentir a Alfredo. Esta semana por fin abrió la boca y se defendió como gata boca arriba. Defendió a su cornudo… ¡perdón!, a su marido con el que lleva casada casi veinte años, y dijo que va a proceder “por el derecho que me corresponde para proteger mi integridad como mujer”.
Calificó las acusaciones de Alfredo como violencia de género –lo único inteligente que ha dicho en toda su carrera– y pidió que paren las agresiones contra las mujeres. Claro, hace este llamado hasta ahora que le tocó a ella. Bonita historia, ¿no les parece?