Aprender de las críticas y ganar con ellas
Las críticas constructivas ayudan a mejorar
Es normal que nos duelan las críticas. Tenemos que aprender a afrontarlas y sacar beneficio de ellas, pero solo cuando provienen de personas capaces de aportarnos un feedback positivo.
Las críticas pueden ser razonables: hemos hecho un trabajo mal y nuestro jefe nos lo hace notar. No queda otra que asumir el fallo y ponerse manos a la obra. Pero hay formas diferentes de decir las cosas; no es lo mismo escuchar «eres un negado, un desastre» que «los datos están equivocados, tendrás que rehacer el informe».
Por eso, ante una crítica, conviene hacer algunas consideraciones:
Quién nos critica
Digas lo que digas o hagas lo que hagas, hay personas que son capaces de ver el lado negativo. Puede que nos feliciten por un logro, pero a continuación dirán algo así como «para lo que te has esforzado…» o «has tenido mucha suerte» o «te lo han dado todo hecho» o «podías haber conseguido más». La gente criticona actúa con un mismo patrón sistemático de desvalorización. Quizá tengan interés en ayudarnos, pero no saben hacerlo: proyectan su malestar en los demás. Tenemos que aprender a enfrentar a estas personas, no pedirles su opinión o, si de todas formas van a dárnosla, saber que no tiene para nosotros valor.
La crítica justificada
Tenemos que ver si la crítica busca ayudarnos o destruirnos, si está basada en datos objetivos o no. Los críticos pueden tener razón. Antes de enfadarnos, es importante preguntar a nuestro crítico cuál es su punto de vista, qué habría hecho en nuestro lugar y cómo cree que podríamos reparar el problema. Cuando valoramos a la persona que nos critica y ella a nosotros, su opinión, por dura que sea, está enfocada en ayudarnos, por lo que puede ser un buen feedback para aprender y una gran oportunidad para mejorar.
Analizar el efecto
Hay que darse tiempo para reaccionar. Cuando nos hiere una crítica, debemos analizar por qué nos duele, si es un golpe a nuestra autoestima (que podremos reconstruir con ayuda profesional o sin ella) o si existen razones más profundas. Preguntémonos dónde está el origen del malestar, si esconde heridas pasadas sin curar, una vivencia con alguien querido que nos causó emociones dolorosas… Encontrar el origen puede ser un primer paso para atajar el daño.
Cómo responder a una crítica
Ante una crítica constructiva solo queda reaccionar con humildad y adoptar el propósito de mejorar. Pero ante una crítica que solo pretende hacernos daño, hay que actuar de otro modo.
Si podemos, alejémonos de las personas con hábitos criticones.
«Prohibido alimentar a las fieras»; es decir, el «y tú más» no conduce a nada. Los haters están sedientos de contrincantes, así que ignorarlos es la mejor opción.
Ser amables con nuestros críticos, acercarnos a ellos, ofrecerles conversación y amistad se ha demostrado como la mejor opción para neutralizarlos: el odio se combate con cariño, no con más odio.
Dar una respuesta: digamos a nuestros críticos que vamos a tener en cuenta sus sugerencias, o no, pero que, en cualquier caso, agradecemos su opinión.
Por último, procuremos ver oportunidades para mejorar donde otros solo son capaces de ver fracasos. Las personas emocionalmente inteligentes siguen el consejo del político británico Winston Churchill: «Las críticas no serán agradables, pero son necesarias».