Alan Tacher revela que por enojo agredió a su papá y que le duele la indiferencia de sus hijos mayores
Además, con valentía, revela que fue discriminado por ser judío
Dentro de la serie ‘¿Quiénes Somos?’, que comenzó hace unas semanas en ‘Despierta América’ donde los talentos del show matutino de Univision se entrevistan entre ellos, Alan Tacher hizo unas fuertes revelaciones, como por ejemplo, estaba tan enojado cuando sus padres se separaron que llegó a agredir a su padre.
Entrevistado por quien considera su ‘alma gemela laboral’, Karla Martínez, Alan no tuvo miedo a abrirse como nunca antes y entre las revelaciones que hizo aseguró que agredió a su padre cuando se fue de la casa familiar.
“Con quien más problemas tuve en mi adolescencia fue con mi papá. Por el tema de la separación con mi mamá, fui el que más enojado estuve de mis hermanos, Erick y Mark. Yo llegué, inclusive, no a los golpes, pero en dos ocasiones llegué a empujarme con mi papá”, relata crudamente y prosigue.
“Él se acuerda de mí sentado en una esquina gritando como loco y llorando cuando él se va, porque ahí es cuando se va definitivamente de la casa, y yo no me acuerdo de esa parte”, confiesa.
Sin embargo, los años hizo que lo perdonara porque su parte de esposo no tenía que ver como lo quería a ellos como papá.
Pese a lo que vivió, Alan tiene un divorcio en su historia, de la madre de sus tres hijos mayores. Sin embargo, explicó que en ese momento no estaba preparado para casarse e incluso su hija mayor, Hanna, ya había nacido.
El amor, Alan dice que le llegó con Cristy, su actual esposa y madre de sus dos hijos menores. Que su amor hacia ella fue a primera vista y que podría tener mucho más hijos de los 5 que tiene.
Que sus hijos menores le devolvieron a la vida, porque le duele que los mayores sean indiferentes con él… “Me duele mucho cuando le mando un mensaje y no me contestan, me desespero, pero pienso en eso que algún día cuando no esté me extrañen… Tanto me duele que ya no me hagan caso, que Lian y Michele me rejuvenecieron (los hijos menores), el tenerlos aquí, que me necesiten, me hacen falta. Es bien bonito que alguien te espere”, dice con lágrimas en los ojos.
También dijo que se sintió muchas veces discriminado por ser judío, no solo por sus pares que no lo eran, sino también por su propia colectividad al no tener el mismo nivel económico.
“En México la comunidad judía no era tan grande y yo iba a una escuela católica, y recuerdo que un día le pregunté a mis papás por qué era diferente a los demás. Él se sentó conmigo a explicar de dónde veníamos, del holocausto, de Hitler”, cuenta.
Pero también cuando compartió con su colectividad sintió la discriminación de cerca. “Cuando finalmente de grande, en la preparatoria voy a una escuela judía, me llevaba mi hermano Erick, y yo entraba por atrás para que no vieran que no traía coche.
Después el primer coche que tuve, antes de la universidad, era un Chevy que ya no existe, horrible, espantoso, que apenas caminaba y me daba vergüenza y lo dejaba como dos cuadras antes de la escuela. No soy de una familia adinerada, trabajo desde los 16 años y no he parado hasta el día de hoy, el 100% de lo que tengo lo he conseguido solo, ni un solo peso me lo han dado mis padres, ni otra persona”.
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