¿De qué están hechos los cheetos?

Existen versiones que señalan están hechos de petróleo, te decimos si es verdad o no, y por qué son adictivos

Crédito: Annulla /CC BY-SA 2.0

Crédito: Annulla /CC BY-SA 2.0 Crédito: Annulla | Flickr

Un sinnúmero de mitos han surgido alrededor de los adictivos Cheetos creados por Frito-Lay. Entre los más polémicos se encuentran los videos en los que les prenden fuego y aseguran que están hechos de petróleo, lo que causa alarma por el grave riesgo que significa a la salud de niños y adultos.

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Mito

Lo que resulta falso es que se esté consumiendo un alimento fabricado con petróleo, de acuerdo con Jorge Soriano de la Universidad Autónoma Metropolitana, la combustión al prenderle fuego a una fritura o botana como los cheetos es normal. Lo mismo sucede si se prende fuego a una tortilla.

Lo que sucede en el interior del estómago no replica lo visto en los “experimentos” que muestran los videos que descalifican a los famosos cheetos y doritos. En el estómago hay combustión pero no fuego, por lo que no se igualan las condiciones de dichos experimentos.

Verdad

La verdad es que las frituras no contribuyen a una alimentación saludable por su contenido en grasas, harinas, sodio, colorantes y un sinfín de componentes que no aportan nutrientes y sí carbohidratos, sodio y grasas saturadas. Si se consumen con frecuencia y en grandes cantidades significarían problemas cardiovasculares y obesidad.

Ingredientes

Ese polvo naranja que hace que te chupes los dedos es queso cheedar deshidratado, y su textura ligera y esponjadita se lo da la harina de maíz.

Los ingredientes tienen pequeñas variaciones de acuerdo a la versión, entre los más populares están los tradicionales tordicitos, pufs y los flamin hot.

Contienen más de 10 ingredientes: Además de la harina y el condimento del queso (suero, queso cheddar, eche, cultivos de queso, sal, enzimas); aceite vegetal; saborizantes naturales y artificiales; concentrado de proteína de suero; glutamato monosódico, ácido láctico, ácido cítrico, color artificial y más sal.

Adictivos

Además del queso y otros saborizantes. Su liviana textura contribuye a engañar a tu cerebro para que no exista el sentimiento de saciedad y así consumes más calorías. El cerebro puede llegar a necesitar hasta 20 minutos para procesar las señales de que estás lleno. Si bien en una porción de 28 gramos hay 160 calorías, difícilmente puedes resistir a comer todo el contenido de una pequeña bolsa de 100 gramos.

Fuentes:

National Center for Biotechnology Information

El Universal

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