La Víbora: Diez años después, y Aracely Arámbula y Luismi siguen de pleito
La serpiente del entretenimiento no entiende cómo puede ser que el cantante no responda por sus hijos
No puedo creer que han pasado más de diez años desde que Aracely Arámbula, alias la rancherita de la tele, y Luismi se separaron. Pero más increíble me parece que en todo este tiempo ese cretino no ha vuelto a ver a sus hijos.
No es difícil de entender ese desapego cuando conoces la vida tan horrible que tuvo el cantante, pero creo de eso se trata esta vida, de romper círculos viciosos, ¿no creen?
Pero bueno, no estoy aquí para ponerme filosófica, sino para despotricar contra los que lo merecen, y en este caso mi ponzoña no solo va dirigida a Luis Miguel sino también a la rancherita. ¿Por qué rancherita? Pues porque a pesar de toda la fama y ese cuerpo y cara de ángel, en el fondo sigue siendo una mujer intelectualmente pobre, de esas que se conformaron con aprender a leer y escribir y que de la primaria no pasaron.
Ya les he contado que apenas sabe redactar una frase, y con faltas de ortografía. Quien la puso en evidencia fue el propio hermano, cuando vendía a los tabloides mexicanos las cartas que ella le mandaba para pedirle que no hablara de la relación que ella tenía con Luismi. Les estoy hablando de cuando estos dos famosos eran pareja.
El asunto es que, de acuerdo con un chisme que anda rondando por ahí, Aracely y los abogados de Luismi todavía no se ponen de acuerdo con el monto de la manutención que el cantante debe de dar a sus dos hijos. ¿Pueden creer que luego de una década todavía están con este estira y afloja? Según este chisme, Luismi solo quiere soltar algo así como $10 mil dólares al mes, mientras que la rancherita exige el triple, o sea $30 mil.
El monto es lo de menos. Luis Miguel tiene ese dinero y mucho más. Aquí lo que importa es que en realidad el cantante no tiene ningún interés en los hijos, ninguno, y eso lo debe tener claro Aracely. Supongo que siguen en “negociaciones” simplemente porque Luis Miguel quiere darle largas al asunto y para evitar escándalos mayores. Pero lo que es parejo no es chipotudo: a él no le interesan Miguel y Daniel, como se llaman los niños –bueno, ya no tan niños– en cuestión.
No tengo idea de por qué luego de tantos años siguen con este pleito. Yo ya hubiera contratado a los mejores abogados de Estados Unidos y le hubiera sacado al padre de mis hijos lo que es justo, así como en la película de Netflix “Marriage Story”, en la que la mujer se puso bien “creativa” para conseguir lo que creía justo para su hijo. Pero entiendo que quizá estoy pidiendo mucho de la rancherita.