El coronavirus también puede matar de hambre a quienes dependen de las remesas

El desempleo por la pandemia significa que los inmigrantes enviarán menos dinero a sus familias

Las ausencias de quienes se fueron a EEUU si bien parecieran necesarias, duelen a la mayoría de  habitantes de Dos Arroyos, quienes cada fin de semana esperan sus llamadas y el afecto enviado en las remesas.

Las ausencias de quienes se fueron a EEUU si bien parecieran necesarias, duelen a la mayoría de habitantes de Dos Arroyos, quienes cada fin de semana esperan sus llamadas y el afecto enviado en las remesas. Crédito: Bernardino Hernández | Impremedia

Comunidades y pueblos enteros de Latinoamérica que viven en la miseria y donde los habitantes dependen del dinero que envían sus familiares en Estados Unidos, también podrían sufrir el devastador impacto del coronavirus y no precisamente por el riesgo de contagio, sino por la falta de sustento.

Y es que las remesas de dinero de los inmigrantes en Estados Unidos han sufrido una caída significativa luego de que millones de trabajadores se quedaran sin empleo debido a la pandemia.

En la localidad guatemalteca indígena de Joyabaj, la mitad de los 100 mil habitantes dependen de las remesas provenientes de Estados Unidos.

Ahí vive Rosa López, de 18 años, quien la semana pasada acudió con su hijo de dos años en brazos a la oficina de transferencia de dinero para recibir los 100 dólares que envió su hermana que trabaja en una lechería de Texas y donde le han reducido las horas de trabajo a la mitad y por lo cual su familia recibe menos dinero, refiere un reportaje de la agencia de noticias Associated Press (AP).

El dinero que la semana pasada envió la hermana de Rosa desde Texas, la única que está ayudando a la familia de ocho, alcanzará para comprar arroz, frijol y otros productos básicos, pero puede que tengan que dejar de pagar las facturas de luz y agua.

“Tenemos que encontrar la manera de no morir de hambre”, dijo Rosa.

El Banco Mundial estima que en 2018, el último año para el que se dispone de cifras, se transfirió a los países en desarrollo un monto récord de $529,000 millones de dólares a través de canales oficiales. Otros miles de millones se trasladaron sin registrar en efectivo.

Muchas de esas remesas son enviadas a casa por personas que trabajan en empleos u ocupaciones de servicio, como el trabajo a jornal, que no tienen un sueldo mensual y que son las más afectadas por el centro de la economía mundial.

Algunas remesas también provienen de inmigrantes ilegales que no tienen derecho a parte de los paquetes de ayuda masiva creados en las economías avanzadas.

Con el cierre de las industrias por el coronavirus, muchos trabajadores ya no pueden permitirse enviar sus 50, 100 o 200 dólares mensuales y eso genera mayor desesperación tanto en los mismos inmigrantes como en las familias.

“Estoy angustiada. Cuentan conmigo. Intento conseguir cualquier cosa que pueda enviar, 30, 50 dólares, lo que sea”, dijo Diana Leticia Hernández, de 45 años, quien suele enviar dinero a su familia en Honduras.

Una de las regiones más dependientes de las remesas desde Estados Unidos es precisamente Centroamérica, la cual podría registrar una caída del 20%, es decir, de los 23,900 millones de dólares que se enviaron eel año pasado bajaría a 19,120 millones de dólares este año, estimó Jonathan Menkos, director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales.

En toda América Latina y el Caribe, las remesas de los Estados Unidos podrían caer hasta el 18% este año, del total de $75,000 millones del año pasado, según el Diálogo Interamericano con sede en Washington.

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