Los productores de California se resisten a los recortes de salarios a los campesinos
Los trabajadores agrícolas H-2A ganaron un promedio de $118.16 por un día de ocho horas, uno de los más altos en EEUU.
La administración del presidente Trump está considerando reducir los salarios de los trabajadores agrícolas con visa de invitado -huésped- durante la pandemia de coronavirus para ayudar a la industria agrícola. Pero los productores de California no están muy entusiasmados: dicen que no les ayudará mucho con su crisis financiera. Y les preocupa que incluso podría perjudicarlos al crear incertidumbre para sus empleados esenciales, lo que los puede llevar a buscar trabajo en otra parte una vez que termine la pandemia.
Los sindicatos y otros defensores de los trabajadores también se preocupan de que la reducción de salarios a los campesinos cause dificultades a las personas que ya viven al borde de la pobreza, al mismo tiempo que también puede reducir los salarios de los trabajadores agrícolas domésticos.
Hugo Marcos tiene una visa H-2A, que permite a los productores contratar temporalmente trabajadores huéspedes de otros países si hay una escasez de trabajadores dispuestos a tomar el trabajo.
Marcos pasa sus días cortando corazones de lechuga romana para Foothill Packing, Inc., y regresa alrededor de las 6 p.m. al motel de Salinas donde permanecerá durante meses.
El joven inmigrante acaba de llegar a Salinas, pero este es su cuarto año trabajando en los campos de EEUU. Con una visa H-2A ha ganado lo suficiente para construir una casa de dos dormitorios en Michoacán, México, cuidar de su esposa y sus dos hijos.
“Trabajar en el campo es complicado y especializado”, dijo en español.
Marcos tardó mucho tiempo en aprender las habilidades laborales que tiene ahora: cortar la lechuga en un golpe perfectamente plano para mantener un aspecto y tamaño uniformes; retirando el exceso de hojas y entregando el corazón para empacarlo allí mismo en el campo.
Más de 257,000 personas trabajaron en los EEUU con una visa H-2A en 2017. Estos empleados han sido considerados esenciales durante la pandemia de coronavirus por las regulaciones gubernamentales a los niveles del condado, estatal y federal.
En California, los trabajadores H-2A ganaron $14.77 por hora este año, o alrededor de $118.16 por un día de ocho horas, uno de los más altos del país para estos trabajadores agrícolas. El salario promedio de un trabajador H-2A, conocido como la Tasa Salarial de Efectos Adversos, o AEWR, se basa en una encuesta de productores y contratistas de trabajadores agrícolas, y el AEWR que varía de estado a estado.
Por el mismo trabajo en México, dijo Marcos, ganaría 70 pesos por hora, algo así como $23.28 por día. Una caída en el salario reduciría la calidad de vida de sus hijos, agregó. “Reduciría el nivel de vida que les damos”, expresó.
Sin embargo, el Departamento de Agricultura (USDA) de la administración Trump está explorando la reducción del salario de los trabajadores H-2A, según un informe de la Radio Pública Nacional (NPR) que descubrió que “el nuevo jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, está trabajando con el Secretario de Agricultura Sonny Perdue para ver cómo reducir las tasas salariales para los trabajadores huéspedes en las granjas estadounidenses”.
El USDA declinó hacer comentarios sobre si está considerando tal cambio o cómo se lograría. La administración podría anunciar un cambio temporal de reglas, ordenar una nueva reglamentación o emitir una orden ejecutiva.
“Durante estos tiempos difíciles, el presidente Trump y el secretario Perdue están haciendo todo lo posible para garantizar que los agricultores tengan las herramientas para llevar a cabo el trabajo vital de alimentar al pueblo estadounidense”, dijo un vocero del USDA a The Californian.
Al reducir el salario de los trabajadores, la administración espera mantener a los agricultores a flote durante la pandemia.
Sin el recorte salarial, los investigadores esperan ver una disminución de hasta $688.7 millones en las ventas, lo que lleva a una disminución de la nómina de hasta $ 103.3 millones entre marzo y mayo de 2020.
La pandemia ha cerrado restaurantes, escuelas, cafeterías y otros compradores habituales de productos al por mayor, orillando a los agricultores transportar cargas más grandes a los bancos de alimentos cuando pueden, y dejando que los alimentos se pudran en los campos cuando no pueden transportarlos.
A medida que la administración contempla reducir los salarios a los trabajadores en la primera línea, los agricultores también pueden estar a punto de recibir un rescate de $16 mil millones para mantener sus operaciones en marcha.
Pero los representantes de la industria agrícola y los defensores de los trabajadores dicen que la medida para reducir el salario de los trabajadores no resolverá la crisis de la cadena de suministro de alimentos.
“Ver que los salarios están reducidos sería motivo de preocupación y evaluación”, dijo Chris Valadez, presidente de la Asociación Grower-Shipper de California Central, que representa a más de 300 empresas. “Somos una de las pocas industrias que sigue siendo esencial, aún abierta a los negocios.
“A largo plazo, debería hacernos reevaluar el sistema AEWR y lo que implica, pero en este momento, creo que crearía más incertidumbre en la mente de los empleados”, dijo Valadez.
Los funcionarios sindicales dicen que un recorte salarial para los trabajadores huéspedes también puede reducir el pago de los trabajadores domésticos, porque la tasa de pago H-2A se considera el pago promedio para todos los campesinos.
“Reducir sus salarios en cualquier momento sería una gran preocupación, dado que muchos trabajadores agrícolas están luchando por alimentar a sus propias familias”, dijo Gieve Kashkooli, director político y legislativo de United Farm Workers, un sindicato que sirve a los trabajadores nacionales y extranjeros.
“Esto sería una preocupación aún más profunda durante la crisis COVID-19; mientras el gobierno federal ha declarado que los campesinos son esenciales. Esto es un insulto total para ellos”.
De por si mal pagados, según informe
Según el Instituto de Política Económica (EPI), un grupo de expertos no partidista, los trabajadores H-2A ya están mal pagados en comparación con otras industrias.
“En 2019, el salario promedio de todos los trabajadores agrícolas no supervisores era de $13.99 por hora, según el USDA, mientras que el salario promedio para todos los trabajadores en 2019 era de $26.53 por hora, lo que significa que el salario de los trabajadores agrícolas era solo el 53% del promedio para todos los trabajadores”, según una publicación de EPI. “Mientras que el salario promedio de trabajadores en la producción, no agrícolas que no eran supervisores, grupo más lógico para comparar a los trabajadores agrícolas fuera de la industria, fue de $23.51”.
En otras palabras, “los trabajadores agrícolas ganaron el 60%; solo tres quintas partes de lo que ganaron los trabajadores de producción que no eran supervisores fuera de la agricultura”.
Anne López, directora del Centro para Familias de Trabajadores Agrícolas, lo calificó como “no estadounidense” por considerar reducir los salarios durante una crisis económica y de salud.
“Ya están empobrecidos”, dijo López. “Viven al borde de la supervivencia, no tienen garantías. En este momento están atravesando uno de los peores períodos que he visto … ¡y para empeorar las cosas recortando sus salarios! Es obvio que nuestro presidente no considera a estas personas como seres humanos.
“Creo que mucho de esto es racista, es clasista, es mantenerlos donde están para que no puedan progresar”. Por eso digo que no es estadounidense”.
Casey Creamer, presidente de la California Citrus Mutual, que representa a 2.500 familias productoras de cítricos, dijo que, aunque no había visto una propuesta del USDA o de la administración Trump para recortar los salarios H-2A, su grupo no apoya la reducción de los salarios de los recolectores.
“No es una realidad política, no es un apoyo a nuestros empleados que tenemos actualmente. Esto es simplemente algo que nosotros no hacemos”, expresó.
“No es la herramienta más importante”
Algunos representantes de la industria dicen que la medida para reducir los salarios está restando valor al problema final: una caída repentina de la demanda.
En el área de Ventura-Santa Bárbara, los productores de cítricos están dejando limones en los árboles, dijo Creamer. A diferencia de otros productos, que se pueden cortar directamente en el suelo y usar para fertilizante del suelo, los cítricos deben cosecharse o pondrán en peligro la cosecha de los próximos años.
“Podemos esperar un poco más y esperar que los restaurantes vuelvan a abrir”, dijo Creamer. “Los productores tendrán que pagar para volver a sembrar alimento. Estamos comprando algo de tiempo en este momento, pero no puede durar mucho más”.
Valadez dijo que, si la administración quiere ayudar a los productores, debería “poner suficiente dinero en el sistema para que los empleadores puedan pagar a los trabajadores”.
“Sé que, si el mercado de servicios de alimentos está caído, está caído, y no hay nada que podamos hacer mágicamente para cambiar eso”, agregó. “Sin embargo, cuando el estímulo federal se centra en los pagos directos, también debemos centrarnos en el poder adquisitivo para poner esa comida en manos de las personas que la necesitan”.
“Reducir el AEWR es una herramienta, pero no creo que sea la única y la más importante en este momento”, dijo.
Valadez sugirió una inyección de fondos en los comprados que aún buscan alimentos, particularmente aquellos que ven un aumento real en los clientes, como los bancos de alimentos.
El hambre es un problema en California, y el condado de Monterey tiene una de las tasas más altas de inseguridad alimentaria en el estado. Un informe de 2016 del Departamento de Salud del Condado de Monterey ubicó el porcentaje de personas con inseguridad alimentaria en el condado en 34%.
En el Banco de Alimentos del condado de Monterey, que generalmente atiende al 20% de la población adulta del condado y al 25% de sus niños, la cantidad de personas que hacen fila en el banco de alimentos básicamente se ha duplicado, dijo la directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro, Melissa Kendrick.
Muchos de los que aprovechan los bancos de alimentos son los propios trabajadores agrícolas.
Una crisis de alimentos
Algunos expertos de la industria dicen que, sin una intervención significativa, el panorama agrícola cambiará para siempre.
“Estamos en un mundo diferente en este momento”, dijo Valadez. “A medida que avanzamos, podríamos ver una menor demanda. Eso es extremadamente impactante para la industria y para la columna vertebral de la industria: los trabajadores”.
“¿Volver a AEWR salva el día?” preguntó Valadez. “No lo sé. Antes de COVID-19, probablemente tenía una sugerencia interesante para darle, pero durante esta crisis creo que hay otras cosas que tienen más demanda en este momento. Las empresas necesitan compradores para su producto.
“Tenemos que mantener el sistema en movimiento. Después, podemos tener nuestros debates y nuestros recortes. Pero tenemos que mantener el sistema en movimiento”.
Algunos trabajadores de H-2A dijeron que aún participarían en el programa incluso si los salarios bajaran, ya que ganarían mucho más en el programa de EEUU. De lo que harían en México. Aun así, dijeron, sería un duro golpe para sus finanzas y sus planes.
Marcos ha trabajado cortando lechuga durante dos años para Taylor Farms, con sede en Salinas, y dos para Ocean Mist, con sede en Castroville.
Mientras Marcos se preparaba para la cena en un lavabo de plástico en el estacionamiento del motel, bombeando el agua con el pie y enjabonándose con un jabón industrial, habló sobre sus hijos, el mayor, de 8 años, que se llama como él.
Se están haciendo mayores, dijo, y él y su esposa quieren agregar una habitación a su casa en México para que puedan tener sus propias habitaciones.
Si su sueldo bajara, dijo Marcos, sería un duro golpe para su familia. Tendrían que suspender los planes de construcción, probablemente por años.
“Fue suerte. Gracias a Dios tuve la oportunidad de venir aquí. Lo aproveché al máximo”, dijo Marcos.
Este artículo es parte de The California Divide, una colaboración entre las salas de redacción que examina la desigualdad de ingresos y la supervivencia económica en California. Kate Cimini es periodista multimedia para The Californian. Ella realizó esta historia con el apoyo de la beca USC Annenberg Center for Health Journalism. Te puedes comunicar con ella al 831-776-5137 o al correo: kcimini@thecalifornian.com.