Una contracción del PIB del 4.8% revela los primeros daños del COVID-19 a la economía
El consumo privado, el motor de la economía de Estados Unidos, se ha venido abajo
Cuando empezó el primer trimestre del año la economía de Estados Unidos crecía a un ritmo del 2.1% y el desempleo estaba en mínimos históricos por encima del 3%. La crisis de coronavirus llegó al país y a mediados de marzo grandes zonas del país se pusieron en cuarentena con masivos confinamientos. La primera factura de ello ha sido una contracción del 4.8% en el PIB entre enero y marzo.
Con la fuerte caída de la actividad en apenas semanas se acaba la mayor expansión económica de la historia.
La magnitud del daño, no obstante, no se podrá saber hasta que se conozcan las cifras del trimestre actual, el que va de abril a junio. El confinamiento en estos meses ha sido mayor, sobre todo en los estados que más aportan a la economía.
El primer trimestre que ahora se conoce no es más que un adelanto de lo que está por venir, una economía en una recesión más profunda que cuando en 2008 el sistema financiero saltó por los aires. De hecho, esta es la mayor contracción desde ese año.
Las previsiones de cuán profunda puede ser apuntan a contracciones de dos dígitos porcentuales. Una pista de por dónde pueden ir las cosas la ofrece el precio del petróleo que no ronda los $15 en los contratos de junio (que expiran en mayo) y el hecho de que el consumo se ha rebajado tanto que los barcos petroleros apenas pueden desembarcar el crudo que traen por la falta de capacidad de almacenamiento.
En cuanto a las cifras preliminares del primer trimestre conocidas en la mañana del miércoles, se observa un fuerte deterioro en la mayor parte de la actividad económica pero sobre todo en el gran motor de esta, el consumo privado, que es responsable de dos tercios de esta.
El consumo pasó de crecer un 1.8% en el último trimestre de 2019 a caer un 7.6%. El cierre de tiendas, el fin de los planes de viajes y el turismo además de despidos que se cuentan por millones semanalmente dejan un panorama desolador que solo se empieza a percibir en el primer trimestre.
Las inversiones en bienes duraderos han caído un 16.1%, los servicios algo más de un 10%, las exportaciones un 8.7% y las importaciones un 15.3%. La lista en negativo es larga y hace prever una contracción solo comparable a la que se vivió durante la II Guerra Mundial.
El Conference Board, la organización de las mayores empresas del país, teme que estas cifras provisionales cuando sean revisadas serán mucho peores. Esta organización cuenta con una contracción anualizada que ronde el 39% en el segundo trimestre. Y esta es la lectura más optimista.
Cuánto durará es algo difícil de prever y depende de cómo se abra poco a poco la economía, la cantidad de tests que se hagan, los ratios y infección y las políticas del Gobierno. Como ha ocurrido en todas las crisis, la inversión del Estado es clave para suplir al sector privado.
Los analistas de Oxford Economics cuentan con ello. Afirman que el repentino parón en el sector privado va a ser contrarrestado parcialmente con un gasto público masivo que esté por encima de los tres billones de dólares además de un estímulo de la Reserva Federal de cuatro billones más.
“Pero las pérdidas en empleo van a ser traumáticas e incluso el rebote tras los peores estragos por razón del virus va a ser gradual y posiblemente plagado de problemas”, explican desde esta oficina de análisis.
Los inversores caminan por una senda distinta. En la Bolsa, en la que se vive de expectativas se sigue eligiendo las positivas y en este caso se registraban subidas a lomos de las noticias sobre la viabilidad de un fármaco de Gilead para el tratamiento del virus.
Los pasos atrás y hacia adelante de las farmacéuticas dan impulsos que a veces tienen piernas cortas porque los análisis clínicos son largos y no es hasta el final de ellos cuando se sabe si una apuesta ha sido buena o no.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, tiene previsto hablar al medio día del miércoles tras una reunión de dos días.