Sobrevivientes del coronavirus: ‘Es tres veces más serio que una gripa’
El virus se manifiesta de manera diferente de acuerdo a las condiciones preexistentes de salud, dicen
A Gabino Lugo, el coronavirus lo mantuvo en coma durante semanas. Su familia llegó a pensar que no iba a sobrevivir, pero milagrosamente despertó, salió del hospital y se recupera en su casa en la ciudad de El Monte en el condado de Los Ángeles.
Los doctores creen que logró restablecerse gracias a su buena condición física.
“Antes de enfermarse, se ejercitaba mucho, levantaba pesas, hacía sentadillas y abdominales; y caminaba al menos una milla diaria. Por muchos años jugó fútbol”, dice su hija Carmen Lugo López.
“El doctor dijo que eso le permitió tener una buena reserva de energía que lo salvó de morir”, explica.
De 72 años de edad, Gabino se encontraba ya jubilado de su oficio de tapicero de mueblería cuando la pandemia lo atacó.
“El 18 de marzo comenzó a quejarse que le dolía mucho el cuerpo. El 19 de marzo fue a ver al doctor; y el 25 de marzo por la mañana lo internaron en el Huntington Memorial Hospital de Pasadena”, recuerda Carmen.
Ya para entonces, su padre tenía mucha tos y le fallaba la respiración.
Gabino pasó 36 días hospitalizado, 19 de esos días en estado de coma, dependiendo de un ventilador para respirar
“Las primera semanas fueron muy duras. Se puso peor. Mi mamá – de 70 años – nos preguntaba qué íbamos a hacer si no lograba sobrevivir. Fueron semanas de mucho estrés”, confía Carmen.
Cuando despertó del coma, el doctor les contó que hubo un momento en que Gabino casi se les muere.
“Mi papá estaba todo confundido. Pudimos llevarles dos fotos de la familia para que las tuviera a un lado de su cama en el hospital. No podíamos visitarlo. Solo podíamos hablar por teléfono dos veces al día con él”.
Cinco semanas después de pasar internado en el hospital, Gabino fue dado de alta y salió del hospital el 29 de abril.
Protegidos con mascarillas, sus amigos y familiares lo recibieron con globos y mariachi afuera de su casa.
Su llegada fue escoltada con varias patrullas de la policía de la ciudad de El Monte. “Yo llamé a los policías. Les pregunté si podían acompañarnos para darle la bienvenida a mi papá. Ellos aceptaron porque a los oficiales les gusta pasar por las casas cuando algún residente de El Monte celebra su cumpleaños”.
Carmen cuenta que al principio su padre quedó muy débil y no podía pararse solo. “Con el apoyo de una terapista física, ya camina apoyado en una andadera”.
Gabino no fue él único que cayó víctima del coronavirus en su familia. “Mi hermano de 49 años enfermó una semana antes que mi papá, pero fue muy raro porque él vive en Baldwin Park”, dice.
Al regresar su padre a la casa, estuvo aislado en su habitación por dos semanas y medio. “Ahora ya sale de su cuarto, pero sigue con su mascarilla”.
Pero Carmen asegura que siguen tomando precauciones. “Ordenamos la comida para llevar a la casa, y no recibimos visitas. A veces cuando alguien viene a vernos, hablamos desde el carro y guardando la distancia”.
Después de que el COVID-19 estuvo a punto de cobrarle la vida a su padre, Carmen dice que esta enfermedad es algo muy serio. “Es como un flu pero de mucho cuidado. Yo le recomiendo a la gente taparse la boca y lavarse las manos. Me da coraje que piensen que ellos no pueden enfermarse”.
El Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles ha reportado que el coronavirus ha impactado fuertemente a los latinos. El 39% de todas las muertes han ocurrido entre los residentes latinos.
Mientras que de los 43,052 casos registrados, 14, 519 han correspondido a latinos.
Pensaba que era sinusitis
El 14 de abril, Gloria Edith Delgadillo Zuzuarregui comenzó a presentar síntomas de gripa. Ella sufre de fibromalgia, una condición reumática crónica; así como de artritis y presión alta.
“Me dolía el cuerpo y sentía mucho cansancio. Pensé que me estaba dando sinusitis”, dice.
Después le siguió el dolor en las sienes y la frente. Comenzó a percibir un olor como a gas amoniaco; hasta que perdió el sentido del olfato y del gusto. “Sentía dolor al respirar hondo”.
Se sentía tan mal que no pudo levantarse de la cama por cinco días.
“No me podía parar. Tenía nauseas. Solo tomaba líquidos, Gatorade y suero. Yo creo que bajé como diez libras”.
Al sexto día se levantó de la cama y fue al doctor por una inyección para la rodilla, ya que había sido operada tiempo atrás, y requiere que se la apliquen periódicamente.
“En el consultorio me hicieron ciertas preguntas sobre mi salud, y cuando les conté cómo me habían sentido. Me dijeron que no me iban a poner la inyección para la rodilla. En lugar de eso, me hicieron la prueba del coronavirus”.
El 22 de abril le comunicaron que los resultados indicaban que tenía el COVID-19.
Casi al mismo tiempo, a su hijo de 25 años le dio el coronavirus. “A él, sí le dio tos y le pegó fiebre muy alta”.
“No sabemos cómo nos contagiamos. En la casa vivimos mi esposo, mi hijo y yo. Estábamos en cuarentena y encerrados cuando nos enfermamos. Las únicas salidas fueron al súper a comprar comida. Era el comienzo de la pandemia, había mucha gente y todavía no era obligatorio usar mascarillas. Yo creo que ahí me contagié”.
Ella cree que su esposo es asintomático ya que por días, estuvo con tos y dolor de garganta.
Esta experiencia le enseñó que las personas tienen diferentes reacciones al coronavirus.
“Depende de las condiciones previas de cada quien”, considera.
Pero nunca pensó que pudiera tener el virus. “No tuve miedo. Eso tal vez me ayudó a que no se me bajaran tanto las defensas”.
Gloria Edith afirma que enfermarse del COVID-19, se siente tres veces más que una gripa fuerte.
Ya una vez enferma, cree que pudo ayudarla su consumo diario un medicamento antiinflamatorio recetado para tratar su fibromialgia. “Además me dieron antibióticos”.
Dspués de estar agobiada por la fatiga sin ganas de hacer nada, esta semana comenzó a sentirse con más fuerzas y energías. Sin embargo, no cree que por superar el coronavirus, esté fuera de peligro.
“Me da miedo volver a contagiarme. Yo fui muy precavida, y aún así contraje el virus”.