Coronavirus complica el mercado de las drogas y a sus consumidores

El narcomenudeo, el delito se fue a la baja fue del 29% hasta abril pasado

marihuana

Fumador de marihuana. Crédito: Shutterstock

MÉXICO.- La pandemia del coronavirus pilló en casa a Axel, un joven de 21 años estudiante de comunicación, y a su compañero de departamento con un poco de marihuana. Ni siquiera pensaron en que algún día les haría falta hasta que el cajón donde la guardaban comenzó a vaciarse y se encontraron con otra realidad.

—Regularmente la comprábamos en la universidad, pero, por la contingencia, nos quedamos sin un lugar dónde comprarla.

Ahí estaban dos consumidores declarados, sin disposición de dejar el hábito y con la cadena de mercado rota. En México está permitido el consumo, pero no la venta

El coronavirus y las políticas de #quedateencasa han dado un revés al mundo de las drogas ilícitas en México. Da igual para la marihuana (la de mayor consumo entre los mexicanos) que para la cocaína, las metanfetaminas, los ácidos? y es peor en las zonas con los contagios como es la CDMX y su zona conurbada

De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En el caso del narcomenudeo, el delito se fue a la baja fue del 29% hasta el último mes contabilizado que es abril.

Axel dice en entrevista con este diario que encontrar una onza de la yerba en la capital mexicana y la zona conurbada es actualmente un asunto enrarecido.

Los narcomenudistas no quieren arriesgarse mucho para moverse de un punto a otro de la capital mexicana porque cada día hay más policías vigilando las calles, sea por la pandemia o por otros motivos no muy nobles. Además de que la disminución de gente en las calles impide camuflarse, pasar desapercibido.

Antes del coronavirus, el “dealer”de Axel lo citaba en un sitio intemedio entre la casa de él, en Ixcalli, Estado de México (en la región conurbada de la capital), y la narcotienda ubicada en el sur de la CDMX; ahora, sólo vende en los centros de distribución.

Husmeando en los alrededores de la zona, encontró otro punto de venta, pero los precios se triplicaron, una realidad que impacta en general a todas las drogas. Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, confirmó que entre enero y marzo los precios se duplicaron también para el caso de las drogas sintéticas, el opio, la heroína y la morfina.

Mercado descompuesto

Sin mucho dinero en el bolsillo, Axel decidió ir con su proveedor de siempre al sur de la CDMX antes de que volvieran las migrañas, el insomnio, la ansiedad y todos esos síntomas por los cuáles empezó a consumir marihuana de manera frecuente, amén de la recreación desde los 16 años.

El viaje hasta es narcotienda significa cuatro horas en transporte colectivo (dos de ida y dos de vuelta), un probable contagio de COVID-19 y el acoso de policías como bien sabe su amiga Andrea a quien secuestraron y por poco entregan a los cárteles de la droga que operan localmente.

Las organizaciones criminales pelean palmo a palmo el control territorial en la capital mexicana y de todo el país desde hace años, pero la pandemia trajo un ingrediente más al caldo de cultivo porque rompió las cadenas de compra, venta distribución y hasta el tráfico hacia Estados Unidos cuya frontera está hoy más vigilada que nunca y con poca movilidad.

A principios de abril, la Administración para el Control de Drogas (DEA) informó que en cooperación con las autoridades mexicanas se localizó y bloqueó un túnel entre Tijuana y San Diego donde circulaba media tonelada de cocaína, 39 kilos de metanfetamina, siete kilos de heroína, más de una tonelada de marihuana y casi un kilo de fentanilo.

“Los padrinos de los cárteles se están viniendo abajo”, afirmó Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de la DEA en El Paso, Texas.

Bajo ese panorama, los registros policíacos en México reportan que en medio de la pandemia y con los almacenes llenos, los criminales apuestan por el consumo local y pelean palmo a palmo por éste con cualquier cantidad de estrategias, entre ellas, el uso de mujeres para distribuirla a domicilio porque despiertan menos sospechas.

El pasado 3 de mayo sorprendió el secuestro de una muchacha en Jalisco por parte de sicarios de un cártel. La policía explicó posteriormente que los pistoleros se la llevaron para que les chivateara las ubicaciones de dos puntos de venta de drogas que estaban funcionando “sin la autorización” de esa organización en una colonias del sur del municipio de Guadalajara.

La mujer cantó en un trayecto de 10 minutos. Puso el dedo a las direcciones de dos narcotiendas y frente a ella mataron a ocho personas que se encontraban ahí: cuatro en cada sitio. Después le dieron un tiro de gracia y la botaron por ahí, como si tal cosa en la capital tapatía que concentra uno de cada tres asesinatos por narcomenudeo en el estado.

Andrea, en el Estado de México, tuvo más suerte. O se salvó por “un pelito”, cuenta su amigo Axel después de una dura colecta para juntar alrededor de 500 dólares para evitar que los policías ministeriales la entregaran a células delictivas como ocurre con quien se mete en territorio prohibido como ella lo hizo para vender droga.

Andrea no se hubiera metido en esos líos si tuviera trabajo. Pero es una de las víctimas económicas de la pandemia con una renta por pagar y pocas posibilidades de encontrar algo. Así que “se le hizo fácil” apostar por la venta on line: conocía a un distribuidor que podía darle cantidades al mayoreo y así mismo se lanzó.

En el ciberespacio, los policías le pusieron una trampa, la citaron en un lugar y cuando ella llevó el producto la capturaron para extorsionarla: si ella no les daba alrededor de 500 dólares, la entregarían al cartel afectado. Gracias a amigos que le ayudaron a juntar el dinero se salvó.

A río revuelto…

El desempleo en tiempos del COVID-19 abrió la posibilidad a las organizaciones criminales para reclutar a gente por poco dinero, principalmente para el narcomenudeo, explicó el antropólogo Víctor Clark, quien observa agudizarse esta práctica en diversas partes de la frontera.

“El negocio de las drogas, siempre tendrán a ese sector como una reserva de mano de obra barata y desechable porque recluta gente que no ve opciones”, expresó. “Y si hay a quién vender, se aprovechan de ambas debilidades”.

Diversos estudios de organizaciones para el combate a las adicciones reconocen que Tijuana se ha convertido poco a poco en una de las ciudades mexicanas con mayor consumo en México de estupefacientes cada vez más adictivos los opiáceos, incluyendo el temido fentanilo, considerado uno de los más dañinos, así como de drogas sintéticas.

De modo que las actividades de tráfico ilícito no se han frenado a pesar del coronavirus. A mediados de mayo, la Guardia Nacional reportó el decomiso de un poco más de 47 kilos de cristal en el Aeropuerto Internacional de Tijuana en un vuelo procedente de Sinaloa. Una pareja transportaba los paquetes en dos maletas como si fueran su equipaje: 86 envueltos en cinta adhesiva.

Una semana antes, el Ejército detuvo a una persona cuando intentaba pasar 257 paquetes de metanfetamina por la garita internacional de Otay por un valor de alrededor de dos millones de dólares, según calculó.

De vuelta al centro del país, Axel llegó finalmente hasta donde su dealer mantiene el negocio. También le mantuvo el precio previo a la pandemia como un símbolo de camaradería y complicidad “en tiempos difíciles, mi hermano”. No en vano ha sido su cliente durante tanto tiempo.

Axel guardó las dos onzas de la marihuana en la mochila y salió de regreso a su departamento. Tembló de pensar lo que podría pasar si un policía lo atrapaba, pero se arriesgó por el gusto de volverse a fumar un churro. Ya vendrán otros tiempos, pensó.

En esta nota

Covid México Narcotráfico
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain