Desempleo por coronavirus lleva a angelina a trabajar en Alaska
Nunca pensó que su vida cambiaría tanto a partir de la pandemia
La falta de empleo por más de tres meses obligó a Minerva Rodríguez a hacer lo que nunca imaginó en su vida, dejar Los Ángeles para irse a trabajar a Alaska.
“No la pensé dos veces cuando una prima me avisó que había una oportunidad de trabajo en un planta procesadora de pescado. Hice mis maletas y abordé un vuelo rumbo a una isla remota en Alaska, donde desde hace un par de semanas estoy trabajando”.
Agrega que ya no podía seguir sin ingresos. “Los ahorros se me agotaron y mis deudas comenzaron a crecer. No me quedó de otra”, dice Minerva de 46 años, soltera y sin hijos.
Esta angelina forma parte de los más de 40 millones de desempleados generados por la crisis del coronavirus en todo el país, a partir de las órdenes de Quedarse en Casa, cierre de negocios y cancelación de eventos masivos.
El desempleo creció dramáticamente en abril hasta alcanzar una tasa de 14.7% en el país. No se tenía un nivel tan alto de desocupación desde la Gran Depresión. Los hispanos han sido el grupo étnico más golpeado con 17.6% en mayo; y 18.9% en abril, de acuerdo al Departamento del Trabajo.
Hace una semana, el presidente Trump anunció con bombo y platillo que en mayo se crearon 2.5 millones de empleos con lo que el nivel de desocupación bajó ligeramente a 13.3%. Pero solo en abril desaparecieron 20.7 millones de trabajos.
Minerva es graduada de la carrera de comunicaciones de una reconocida universidad privada en México. Emigró a Los Ángeles hace 22 años. En el año 2014, obtuvo la residencia permanente en Estados Unidos. Se ganaba la vida a través de su negocio de organización de eventos masivos.
Pero cuando llegó la orden de suspenderlos, el mundo se le vino encima. Dado que como se autoemplea, no califica para solicitar el desempleo.
“Los ahorros me ayudaron el primer mes. También recibí el cheque federal de estímulo económico, y como comparto el departamento que rentó con una roomate, pues entre las dos nos apoyamos. Pero ella también se quedó sin empleo”, dice.
Así que desde marzo comenzó con mucho afán a buscar un trabajo de lo que fuera. “Todos los días enviaba al menos tres solicitudes, pero nadie me contestaba”.
Desesperada, empezó a decirles a todos sus conocidos que andaba en busca de un empleo, por si sabían de algo.
“Pago 2,500 dólares de renta. Ya no hallaba qué hacer. Por suerte que el acreedor del carro aceptó reducirme el pago mensual a la mitad”.
Pero dice que lo que más le preocupaba era la remesa quincenal que le manda a su madre en México. “Ella depende de mi, y no podía fallarle. Yo le envío entre 200 y 250 dólares cada quincena”.
Fue una prima quien la animó a irse a Alaska. Ella la podía recomendar para trabajar en una planta procesadora de pescado.
“Desde hace varios años, mi prima trabaja con ellos, seis meses por año. Eso me dio confianza. Así que me vine para Alaska”.
Minerva considera que merece un empleo mejor dado su nivel de educación y su experiencia en los negocios. Sin embargo, dada la contingencia que se vive y la escasez crítica de trabajo, como buena inmigrante – dice – que le entra a todo lo que sea un oficio honesto.
“Estoy acostumbrada a trabajar con el cerebro, y ahora tengo una ocupación manual. Pero soy muy positiva. Lo veo como una experiencia más en la vida de la que voy a aprender mucho”.
Hizo un contrato por cuatro meses para trabajar en Alaska.
Su meta es pagar sus deudas y ahorrar lo más que pueda para regresar a Los Ángeles, y volver a su negocio de organización de eventos, una vez que el coronavirus deje de ser una amenaza.
“El sueldo no es mucho, pero hay bastante oportunidad de trabajar horas extras. Y la compañía nos da la vivienda. Yo lo voy a compartir con mi prima, y nos ofrecen los alimentos”.
Revela que durante los meses que estuvo sin empleo y sin dinero, se sintió muy frustrada y con la estima muy baja. “Uno siente que no vale nada. Hoy estoy muy agradecida por esta oportunidad de colocación”.
El Departamento del Empleo en California (EDD) reveló que han procesado más de 5.6 millones de solicitudes de desempleo desde que la pandemia comenzó. Han pagado poco más de $22,000 millones en beneficios para el desempleo, solo la semana pasada dijeron, pagaron arriba de $3,000 millones.