El día que Andrés Gómez tocó el cielo desde la arcilla de París

Se cumplen 30 años de la victoria del ecuatoriano sobre Andre Agassi en el mítico Roland Garros

Andrés Gómez besa la Copa de los Mosqueteros, como campeón de Roland Garros 1990. EL UNIVERSO

Andrés Gómez besa la Copa de los Mosqueteros, como campeón de Roland Garros 1990. EL UNIVERSO Crédito: EL UNIVERSO | Cortesía

NUEVA YORK – El triunfo de Andrés Gómez sobre Andre Agassi en la final del Abierto de Francia de 1990 es recordado hoy -30 años después- como uno de los momentos más importantes del deporte ecuatoriano de todos los tiempos.

La victoria del “zurdo de oro”, como es conocido el guayaquileño en el mundo del tenis, ocurrió el 10 de junio de 1990 en la Philippe Chatrier, la cancha central del Roland Garros, nombre oficial del Grand Slam parisino que se juega sobre arcilla.

Gómez que a la fecha tenía 30 años y llevaba 12 años jugando en el tour profesional de la ATP y era número 7 del ranking, enfrentó a un Agassi que, para entonces, frisaba los 20 años y era la sensación del circuito y 4 del mundo.

El gran momento

Al menos en las estadísticas estaban iguales, se habían medido 4 veces -con dos victorias para cada uno- el último partido entre ambos favoreció al estadounidense, apenas unas semanas antes, en los octavos de final del Open de Miami que se jugaba en Key Biscayne. Pero tanto para Gómez como para Agassi, era su primera final de un Grand Slam, cada uno con motivaciones diferentes, el ecuatoriano sentía que, a su edad, con Ivan Lendl ausente y Stefan Edberg y Boris Becker eliminados en segunda ronda, esta oportunidad no se volvería a repetir, para el estadounidense, era su chance de irrumpir en la cima de una vez por todas.

Los protagonistas, el ecuatoriano Andrés Gómez y el estadounidense Andre Agassi. (Foto: Cortesía Andrés Gómez)

Pero la historia estuvo de parte del latinoamericano. En algo más de dos horas y media, el zurdo guayaquileño se adueñó de la “Copa de los Mosqueteros”. La instantánea histórica de Gómez captado con los brazos en alto y mirando con los ojos inundados de lágrimas al cielo de París, fue la culminación de un sueño por él largamente esperado y tributo que ofreció a su padre, Pedro Pablo Gómez, que fue quien más lo motivó para empezar a jugar tenis durante la década de los sesenta en las canchas del Guayaquil Tennis Club. Ya en la ceremonia de entrega del trofeo, lo primero que hizo fue decir: “Este triunfo lo dedico a mi país, Ecuador”, llenando de júbilo las calles de Guayaquil y de todo el país, que ese día se había desentendido del Mundial de Fútbol Italia 90, para seguir la final del Roland Garros.

Gómez era considerado uno de los mejores jugadores en arcilla de la época. Con su 1,93 de estatura se plantó firme en el fondo para con potente servicio y parsimoniosos desplazamientos fue descifrando el juego de un Agassi mucho más movedizo y pleno de la energía propia de un veinteañero, entusiasmo que sólo le sirvió para llevarse el segundo set, ya que el ecuatoriano echó mano de su dilatada experiencia para sentenciar el partido en los siguientes dos parciales. Gómez aquel día fue magistral y simplemente soberbio en la construcción del éxito que quedó plasmado con el marcador de 6-3, 2-6, 6-4, 6-4.

Para acceder a la final, Gómez derrotó en la semifinal por 7-5, 6-1, 7-5 al austriaco Thomas Muster, entre tanto, Agassi hizo lo propio ante el sueco Jonas Svensson por 6-1, 6-4, 3-6, 6-3.

Un estilista del tenis

“Roland Garros 1990, fue la cátedra de Andrés. En ese partido inolvidable, hizo lo que lo distinguió siempre, correr el riesgo. Fue un estilista del tenis, amable en el trato con la bola e inteligente para mostrar todo lo que era capaz de hacer en la arcilla”, escribió el dirigente del tenis ecuatoriano Mario Canessa, en una crónica para diario El Universo.

Andrés Gómez celebra su triunfo en la Philippe Chatrier. (Foto: Cortesía Andrés Gómez)

Los periódicos del mundo destacaron la hazaña del ecuatoriano: “Gómez el rey de Roland Garros” (diario La República, de Bogotá); ‘French Open Winners In Disbelief Triumph” (New York Times); “Gómez campeón a los 30 años”, (El País, de España); “Ecuatoriano es gloria en París” (El Comercio, de Lima). Peter Bodo, de Tennis Magazine, lo definió como “la quinta esencia del jugador latino: artístico, simple, emocional y afable”.

Ganar un Grand Slam en esa época era una verdadera proeza. El circuito estaba dominado por una constelación de extraordinarios jugadores, cada uno mejor que otro, entre los que se cuentan: el sueco Mats Wilander, los estadounidenses John McEnroe, Jimmy Connors, Michael Chang y Jim Courier, el alemán Boris Becker, el francés Henry Leconte, el austriaco Tomas Muster y el checo Ivan Lendl; a diferencia de la era actual, donde por lo menos en los últimos 15 años, el predominio casi absoluto lo acaparó la trilogía conformada por el suizo Roger Federer, el español Rafael Nadal y  el serbio Novak Djokovic.

Palmarés del “Zurdo de Oro”

Durante su carrera Andrés Gómez obtuvo 21 títulos ATP en individuales, y fue número 4 del mundo, su mejor ranking alcanzado justamente tras ganar en Roland Garros.

En dobles ganó 33 títulos ATP y fue número 1 del mundo, ranking alcanzado el 15 de septiembre de 1986. En esta especialidad se adjudicó el Abierto de Estados Unidos en 1986 y el Abierto de Francia en 1988.

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