Fue una reunión tensa en la que Trump no ocultó su mal humor, en unos momentos en que pocos asesores querían adentrarse en el “pantano” de su política migratoria, recuerda Bolton, quien asegura que su información es “de primera mano”.
El entonces fiscal general, Jeff Sessions, acababa de hacer su presentación, pero “a partir de ahí, las cosas se fueron a pique”, y el mandatario se mostraba cada vez más agitado.
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“El país está cerrado”
Trump se dirigió a la entonces secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, y le preguntó por qué Estados Unidos no podía simplemente “cerrar la frontera”.
Nielsen apenas había comenzado a enumerar las dificultades que afrontaría el Departamento de Seguridad Nacional, cuando Trump la interrumpió y, delante de todos, alzó la voz y la increpó: “Estás equivocada; no puede ser que no haya forma de cerrar la frontera. Diles que el país está cerrado”.
“No tenemos a la gente (como jueces de Inmigración) para hacer todas estas cosas. Es todo. Es como una sala de cine cuando se llena”, señaló Trump, refiriéndose a que Estados Unidos no podía seguir recibiendo inmigrantes.
El entonces jefe de Gabinete, John Kelly, quiso intervenir para defender a Nielsen –quien “consiguió el puesto en gran medida” por Kelly, según Bolton– pero la discusión fue de mal a peor.
“Me eligieron por este asunto, y ahora no voy a resultar elegido”, se quejó Trump, que al mes siguiente anunció una política de tolerancia cero contra los cruces ilegales en la frontera. Poco después, bajo presión política, Trump tuvo que abandonar esa medida.
Bolton asegura que intentó evitar “el guiso migratorio”, pero éste “le perseguía”: en octubre de 2018, el asesor político y yerno de Trump, Jared Kushner, le comunicó que el mandatario quería que asumiera la carpeta de inmigración, así desatara una discordia con Kelly por la “incompetencia” de Nielsen.
Trump continuó sus furibundas quejas sobre inmigración en otra reunión, en la que insistió en canalizar fondos del Pentágono para la construcción del muro fronterizo que prometió durante la contienda electoral de 2016.
Mientras sopesaba declarar una “emergencia nacional” por la crisis migratoria en la frontera, Trump volvió a pedirle a Bolton que se encargara de la política migratoria porque Nielsen “pierde todos los casos” y es “muy débil” en la materia, según el libro.
“¿Qué pasa si tenemos una crisis real como el 9/11 con la forma en que él (Trump) toma decisiones?”, comentó Kelly a Bolton durante una conversación privada en el Salón Roosevelt, en medio de la creciente acritud.
“He dirigido a hombres en combate, y nunca jamás he tenido que soportar mierdas como esta”, dijo Kelly tras una acalorada discusión con Trump, según Bolton.
Tanto Nielsen como Kelly eventualmente dimitieron de sus respectivos cargos. La salida de Kelly en enero de 2019, en particular, fue escandalosa porque se había creado el mito de que, con su experiencia militar, él podía frenar los impulsos de Trump.
El combate a la inmigración ilegal ha sido una de las principales prioridades de Trump y, de cara a los comicios del próximo 3 de noviembre, vuelve a adquirir protagonismo. Trump prevé viajar a Arizona el martes próximo para inspeccionar la construcción del muro en un tramo de la frontera con México.
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Relaciones con México. Bolton describe presuntas rencillas porque Kelly se oponía a que Kushner sirviera de contacto con el entonces canciller mexicano, Luis Videgaray, en medio de las negociaciones para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Cuando Kelly se quejó de que Nielsen debía ser la interlocutora con México, Trump le gritó: “Ninguno de ustedes los genios han podido frenar las caravanas”.
El libro no hace referencias directas al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pese a las fricciones que con frecuencia han mantenido ambos gobiernos en el campo migratorio.
Crisis política en Venezuela. Bolton dedica todo un capítulo, titulado “Venezuela libre”, a la volátil situación en el país sudamericano, y afirma que Trump mostró mucha ambigüedad sobre si forzar la caída del régimen de Nicolás Maduro, y si reconocer al líder de la oposición, Juan Guaidó, como presidente interino.
La Administración Trump finalmente apoyó a Guaidó en enero de 2019, pero en un espacio de 30 horas, Trump calificó a Guaidó como un “niño” frente a la imagen de “duro” de Maduro
Trump presuntamente apoyaba una invasión militar -sería “genial”, dijo en una ocasión-, pero periódicamente expresaba interés en reunirse con Maduro “para resolver todos nuestros problemas con Venezuela”, pero Bolton dijo que le explicó por qué ninguna de las dos eran buenas opciones.
En este mismo capítulo, Bolton reitera la política de Trump hacia Cuba, país al que Guaidó ha acusado de instigar violencia política en el país.
En general, Bolton salpica su libro con múltiples críticas a la supuesta fallida política exterior de la Administración Obama, que no vio a los regímenes en Venezuela, Cuba y Nicaragua como “adversarios”, ni dio importancia a la “creciente influencia de los rusos, chinos, iraníes y cubanos en todo el hemisferio”.
“La Administración Trump afrontó una avalancha de asuntos pendientes en América Latina, sin ninguna preparación sobre cómo manejarlos”, advierte.
En un discurso en Miami (Florida), en noviembre de 2018, Bolton delineó el desmantelamiento de la política de apertura hacia Cuba, iniciada por Obama, y condenó la “troika de la tiranía” compuesta, a su juicio, por Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Trump congratuló a Bolton por la alusión a la “troika” y por dar “grandes discursos”, sin darse cuenta de que el discurso lo escribió uno de sus propios redactores presidenciales, según el libro.
Trump no podrá bloquear la venta del libro, según una decisión del juez federal, Joyce Lamberth, pero el Departamento de Justicia ha interpuesto una demanda para confiscar a Bolton las ganancias que obtenga del manuscrito.
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