“10 veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires”: los masivos incendios que han causado un “ecocidio” en Argentina

Una tradicional y peligrosa práctica ganadera y la mayor sequía en más de medio siglo están detrás de uno de los peores incendios forestales en Argentina

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Crédito: Guillermo Galliano-Fundación Mil Aves

En Argentina lo llaman un “ecocidio” porque es una destrucción extensa del medio ambiente que comenzó de forma deliberada.

En la provincia de Córdoba, en el centro de Argentina, fuegos iniciados intencionalmente ya han destruido más de 2,000 kilómetros cuadrados de bosques, el equivalente a 10 veces el tamaño de la ciudad de la Buenos Aires.

Si bien se lograron controlar los focos más grandes, después de dos semanas ininterrumpidas de incendios aún continúan ardiendo algunos bosques en las sierras y Defensa Civil advirtió que el fuego podría reiniciarse en algunos “puntos calientes”.

“No vamos a bajar los brazos hasta apagar los incendios y que los responsables paguen por el ecocidio. Basta de quemas”, señaló a través de Twitter el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Argentina, Juan Cabandié.

Además de Córdoba, otras 13 provincias argentinas han sufrido grandes incendios de bosques y pastizales en las últimas semanas.

El funcionario, quien aseguró que el 95% de estos incendios “son intencionales”, apuntó contra el sector ganadero, al que se acusa de comenzar los siniestros a través de una práctica muy establecida en Argentina: las quemas.

El experto en manejo del fuego Nicolás Mari, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y coordinador de la Red Latinoamericana de Teledetección e Incendios Forestales (RedLatif), con sede en Córdoba, le explicó a BBC Mundo que esta técnica se utiliza con dos fines.

La primera es renovar las pasturas. “Se quema el pasto seco de un campo para buscar el llamado rebrote verde”, señaló.

Un bosque se incendia en Córdoba

Guillermo Galliano-Fundación Mil Aves
La mayoría de los incendios forestales en Córdoba comienzan de forma intencional.

“En zonas llanas se utiliza ampliamente y si uno lo planifica y lo hace en condiciones controladas es una técnica efectiva y segura”, aclaró.

No obstante, dijo que muchas veces se hace de forma irresponsable, sin tomar en cuenta factores como el viento o el clima, que hacen que los fuegos se extiendan a otras áreas.

El segundo objetivo de las quemas intencionales es lo que se conoce como “avanzar la frontera agropecuaria”.

“Son desmontes, pero en vez de usar topadoras (tractores con palas frontales) queman los árboles. Lo suelen hacer grupos económicos grandes que compran bosques a un precio más barato y los queman para poder plantar soja y hacer que sus terrenos valgan más”.

El experto señala que a pesar de que Argentina tiene una Ley de Bosques que supuestamente debería proteger estas zonas, la legislación no se aplica.

Vecinos contra el fuego

Una particularidad de los incendios en Córdoba es que a pesar de que ocurren “todos los años, desde hace muchas décadas”, la provincia no cuenta con una brigada de bomberos forestales.

Cada año, entre junio y diciembre, cuando se realizan las quemas y empiezan los incendios, la provincia debe pedir ayuda al gobierno nacional y a las otras provincias.

“El sistema de bomberos de Córdoba, que funciona con voluntarios, trabaja para salvar vidas humanas y casas. Si hay un incendio forestal detectan la casa más cercana y se concentran en protegerla de los fuegos”, explica Mari.

“Recién cuando no hay casas en riesgo se despliegan en los bosques”.

Los incendios en La Falda, Córdoba

Getty Images
Los bomberos de Córdoba lograron proteger las zonas residenciales.

El experto destaca la efectividad de esta fuerza: a pesar de la dimensión de los últimos incendios, hubo dos víctimas mortales y unas 20 casas destruidas.

Mientras los bomberos locales se concentran principalmente en proteger a la gente, son los vecinos quienes forman la primera línea defensa de los bosques.

En muchos pueblos de Córdoba, la sociedad civil forma grupos autoconvocados para luchar contra los incendios forestales.

Armados de camionetas con tanques de agua y mochilas hidrantes que cargan hasta 25 litros y tienen mangueras que disparan el agua, cientos de vecinos acuden año tras año a apagar las llamas.

Muchos ya son expertos en dar “chicotazos”, como se conoce a una técnica que consiste en sofocar las llamas utilizando un palo de madera que tiene tela de jean atado en la punta, un elemento apodado “chicote”.

Un hombre apagando fuegos con un chicote

Guillermo Galliano-Fundación Mil Aves
Cientos de cordobeses acuden a apagar los incendios forestales, utilizando herramientas como el “chicote”.

Mari cuenta que en las últimas dos semanas, cerca de 1,000 civiles participaron apagando los fuegos en tres ciudades cercanas a La Cumbre, donde vive, junto con unos 300 bomberos y 80 brigadistas forestales.

Sequía histórica

Además de la responsabilidad humana —que llevó a que 13 personas hayan sido imputadas y tres detenidas por los incendio— otro factor que ha avivado los fuegos en Córdoba es la sequía histórica atribuída al cambio climático.

2020 ha sido hasta ahora el año con menos lluvias en esta provincia desde que comenzaron los registros en 1955.

“Es una desconfiguración de los regímenes de lluvia que también afecta a muchos otros países y ha provocado una sequía sistémica”, explica Mari.

Estas sequías están detrás de los enormes incendios que hubo en California, en Estados Unidos, y antes en lugares tan dispares como Australia y Grecia.

Un bosque quemado en Córdoba

Guillermo Galliano-Fundación Mil Aves
Córdoba ya perdió más del 95% de sus bosques nativos.

La acción humana, tanto directa a través de las quemas y los desmontes, como indirecta a través del cambio climático, ha hecho que Córdoba tenga una de las tasas de deforestación más altas del planeta.

Los investigadores Marcelo Zak y Marcelo Cabido de la Universidad Nacional de Córdoba estimaron en 2009 que queda cerca del 5% de los 120,000 km2 de bosques nativos que había a comienzos del siglo pasado.

En tanto, solo hay unos 10,600 km2 de nuevos bosques de sustitución.

“Por estar siempre detrás de lo urgente, que es producir comida y hacer dinero, relegamos lo importante, que es la biodiversidad”, resume Mari.


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