Causas y riesgos de las convulsiones febriles: aprende a prevenirlas
Las convulsiones febriles no generan efectos prolongados en el niño
Las convulsiones febriles son convulsiones que padecen los niños ante un aumento súbito de la temperatura, generalmente a raíz de una infección. Aunque sean visualmente impactantes, las convulsiones febriles suelen ser inofensivas para el niño.
Como indica Mayo Clinic, las convulsiones febriles pueden originarse por infecciones, así como por el aumento de la temperatura corporal provocado por algunas vacunas infantiles que, no obstante, son necesarias para prevenir enfermedades.
Causas de las convulsiones febriles
En términos generales, una temperatura corporal superior a la normal ya es suficiente para que el paciente experimente convulsiones febriles, que pueden ocurrir incluso por una fiebre relativamente baja.
Las fiebres que dan lugar a las convulsiones febriles se deben comúnmente a infecciones virales y, en casos menos frecuentes, a las infecciones bacterianas. Entre estas infecciones, la influenza y el virus de la roséola son dos de los más relacionados con las convulsiones febriles.
Un niño también puede sufrir de convulsiones febriles después de haber recibido determinadas vacunas. Entre ellas encontramos la vacuna contra la difteria, tétanos, tos convulsa, paperas, sarampión y rubéola.
Complicaciones de las convulsiones
La mayoría de las convulsiones febriles no produce efectos prolongados. Ellas no causan daño cerebral, discapacidad intelectual o problemas de aprendizaje, y no indican que el niño tenga un trastorno de base más serio.
Como su nombre lo indica, las convulsiones febriles son provocadas por el aumento súbito de la temperatura del cuerpo, y no indican epilepsia, una enfermedad caracterizada por convulsiones no provocadas recurrentes que se deben a señales eléctricas anormales en el cerebro.
La complicación más frecuente de las convulsiones febriles es la posibilidad de convulsiones febriles recurrentes. El riesgo de dichas convulsiones es mayor si ocurre algo de lo siguiente:
- La primera convulsión de tu hijo fue por una fiebre baja.
- El periodo entre el inicio de la fiebre y la convulsión fue corto.
- Un familiar directo tiene una historia clínica de convulsiones febriles.
- Tu hijo tenía menos de 18 meses al momento de su primera convulsión febril.
Prevención de las convulsiones febriles
La mayoría de las convulsiones febriles ocurren en las primeras horas de la fiebre, en el aumento inicial de la temperatura corporal.
Rara vez se usan medicamentos preventivos recetados para intentar evitar las convulsiones febriles. Además, estos medicamentos pueden provocar efectos secundarios graves que superen todo el beneficio que ellos puedan ofrecer.
No obstante, es posible recetar diazepam rectal o midazolam nasal en los niños que sean propensos a padecer convulsiones febriles prolongadas.
Dichos medicamentos se usan principalmente para convulsiones de más de 5 minutos, o en los casos en que el paciente tenga más de 1 convulsión dentro de un plazo de 24 horas. No se usan generalmente para los casos de convulsión febril.
Aunque las convulsiones febriles no son muy peligrosas para el infante, sigue siendo necesario que los padres atiendan el incremento de temperatura corporal para que las convulsiones no se repitan.
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