El estímulo económico, una inyección de dinero que no puede esperar a la vacuna

La segunda ola de COVID y sin estímulo por ahora añade dificultades financieras a los hogares más frágiles que en esta pandemia son los de los latinos y negros.

En NYC ya se había decidido que la comunidad escolar volvería a clases en otoño con protección facial (Foto AFP - Getty Images)

En NYC ya se había decidido que la comunidad escolar volvería a clases en otoño con protección facial (Foto AFP - Getty Images) Crédito: AFP / Getty Images

La semana que hoy se cierra se inició con noticias del avance de una vacuna para la COVID.  La promesa médica no va a mejorar radicalmente la vida y la marcha de la economía en el corto y medio plazo porque aún debe ser aprobada y la distribución tomará tiempo para llegar a todas las esquinas.

Otra inyección debe venir antes. La económica de mano de otro estímulo o paquete de estabilización del Estado que vuelva a proveer de liquidez a los hogares, y ayudas a desempleados, negocios y gobiernos locales. La ayuda a estos últimos es clave para que el dinero fluya a más lugares como por ejemplo las organizaciones comunitarias que cada vez luchan más por grants y becas porque van a sufrir recortes de lo que reciben de presupuestos públicos.

Los clientes de estas organizaciones, en las que ahora se ofrece comida de forma más regular, tienen más necesidades y desde agosto han notado una peor situación económica según han dicho a la Reserva Federal.

Este antídoto es clave para una situación que se está complicando de nuevo desde el verano. Sobre todo desde que a finales de julio se acabara la ayuda a los desempleados con $600 extra a su colecta.

“Es muy urgente, la promesa de que un estímulo llegue en diciembre o enero es simplemente insuficiente en este punto”, explica a El Diario Gregory Daco, economista jefe para EE UU de Oxford Economics. Aunque muchos consumidores están esperando un cheque de ayuda directa semejante al de los $1,200 este economista señala que las acciones más efectivas son las dirigidas a reforzar el seguro de desempleo, a la ayuda de los pequeños negocios y las transferencias de dinero federal a municipios y gobiernos estatales, por el efecto estabilizador de estas medidas es mayor.

En una primera instancia las complicaciones amenazan con perjudicar seriamente a los hogares con mayor fragilidad financiera, entre ellos los de buena parte de los latinos, algunos de los cuales llevan sin recibir más ayuda que la de la caridad desde que llegó la pandemia al excluirse a los indocumentados de las intervenciones del Estado más significativas.

En un segunda instancia, la situación afecta, al país en su conjunto por la ampliación de las fracturas económico sociales en el país.

Estas son algunas de las conclusiones sobre la situación actual por parte de los economistas Daniel Schneider de la Harvard Kennedy School, Peter Tufano de la University of Oxford y Annamaria Lusardi de la escuela de negocios de la Universidad George Washington. En un estudio que acaban de publicar  apuntan algo que muchas familias de bajos ingresos y sobre todos los inmigrantes, saben muy bien.

Aunque el mercado de acciones y las cifras de desempleo han mejorado desde el inicio de 2020 “no hay una mejora correspondiente en las medidas de la fragilidad financiera de la familia media en América. No vemos la evidencia de que se haya cambiado de dirección sino que tememos un invierno largo y difícil para el americano medio, entre los que una parte que aumenta no pueden llegar a fin de mes”, se lee en sus conclusiones.

En el estudio, los economistas apuntan a que además de las mujeres, las desigualdades antes de la COVID hicieron que los hogares “afroamericanos e hispanos experimentaran más la inseguridad alimentaria y tuviera más problemas para pagar las facturas corrientes”.

El pulso que el Censo está tomando puntualmente a los americanos apuntaba en octubre que mas de cuatro de cada 10 niños vivían en hogares en los que gastos básicos como comida o medicinas no son asequibles. En el caso de los hogares blancos este problema afectaba al 33%, en el de los latinos, al 55%.

Los economistas explican que en los últimos meses las desigualdades en las que las personas de menores ingresos y menos formación además de las mujeres están ampliándose. “Además de la pura injusticia de esta situación, estas divisiones amenazan con más diferencias entre quienes tienen todo y no tienen nada”, algo que puede romper la sociedad.

El fin del CARES Act, el primer estímulo multimillonario y con distintos objetivos ha revelado las diferencias entre los empleados y los desempleados y estos economistas señala que las evidencias son claras, hay una fragilidad financiera en los hogares y una mayor distancia entre los ricos y los pobres, los hombres y las mujeres, los más y menos educados, los empleados y los que no lo están. “Una acción colectiva con una intervención del Gobierno y el compromiso cívico es necesaria para luchar contra una pandemia, una crisis económica o una emergencia climática”, dicen.

Tras las elecciones el líder del Senado, el republicano Mitch McConnell, ha explicado que van a trabajar sobre un estímulo con objetivos precisos pero poco se sabe de los detalles. McConnell ha parado todos los intentos del partido demócrata de sacar uno por valor de $2.3 billones como mínimo e incluso los propuestos por el secretario del Tesoro.

De momento, no hay más avance que las declaraciones y mientras, el rastreador económico que usan los analistas de Oxford Economics apunta a que los indicadores muestran a principios de noviembre el mayor deterioro de la situación desde abril y la lectura más baja desde julio. “Aunque hay mejoras en el empleo, la demanda parece haberse estancado”, explican.

“Sin entrar en política, desde un punto de vista económico no entiendo por qué se retrasa el estímulo”, explica Daco.

A la demanda le afectan varias cosas, la falta de confianza en los ingresos por parte de los consumidores y la falta de dinero por parte de quienes ya no lo tienen, ademas de los contagios. Si no hay demanda, el crecimiento económico se resiente.

Como señalan los economistas en su estudio hay diferencias entre quienes tienen empleo y no y en este sentido, aún hay 11.1 millones de desempleados más que antes de la pandemia. Además, el 26 de diciembre dejarán de cobrar la colecta de desempleo los contratistas independientes, los trabajadores de la gig economy y quienes estén con extensiones por la pandemia, unos 13.6 millones según las últimas cifras del Departamento de Trabajo.

El informe de Oxford Economics afirma que las condiciones de salud en todas las regiones están repercutiendo negativamente en la movilidad y el empleo. Tanto es así que el equipo dirigido por Gregory Daco ha empezado a rebajar las previsiones de crecimiento de 2021

El rechazo de Donald Trump a reconocer la derrota en las elecciones y el retraso en la transición puede perjudicar el ritmo de trabajo en un momento crítico. “Estamos preocupados por las señales de daños a largo plazo”, explican en su nota a los inversionistas el viernes. Durante la Gran Recesión, el equipo del recién elegido Barack Obama empezó a trabajar antes de la inauguración de su presidencia para proporcionar respuestas a la crisis.

Ahora lo que se observa es que el mercado laboral no se mueve en la dirección de una recuperación notable, que hay incertidumbre entre los pequeños negocios y los consumidores tienen su confianza a la baja. Las previsiones para cerrar el año pasan por la aprobación de un nuevo paquete de ayudas, que asume al menos $1 billón.

Desde el Senado Republicano no ha habido avance en ello. La economista del Economic Policy Institute, Heidi Shierholz, explica en la línea de los otros economistas que a la vista de la situación laboral “bloquear el estímulo amplía las desigualdades raciales. Dado el impacto del racismo sistémico histórico y actual las comunidades latina y negra han sufrido la mayor parte de las pérdidas de trabajo en esta recesión y tienen menos patrimonio sobre el que apoyarse”.

Consciente del paisaje que deja la COVID, el presidente de la Reserva Federal Jay Powell explicaba esta semana que aunque la tasa de desempleo se rebaje y haya una vacuna, “va a haber un grupo sustancial de trabajadores que van a necesitar apoyos hasta que encuentren el camino a una economía posterior a la pandemia porque esta va a ser diferente en formas fundamentales”.

De momento, los economistas del comité de ciclos de la Oficina Nacional de Análisis económico (NBER) que determinan si se está en una recesión y cuándo se sale de ella, no ha decretado que estemos fuera de la que se estableció como tal en febrero. Este comité tarda en hacer estas valoraciones. Aunque en la primavera se tocó fondo y se ha ido creciendo desde entonces, es posible, como considera Daco, que técnicamente se haya salido de la recesión ya, antes del verano. Pero la recuperación se siente como la recesión “y puede ser muy larga dependiendo de cómo sea el estímulo”, explica este economista.

El consenso es que la pandemia es lo que dirige la política económica y el comportamiento de gobiernos e individuos en todo el mundo. “Desde ese punto de vista la duración y fortaleza de la recuperación es incierta”.  

En su nota de junio el Comité del NBER ya  avisaba de que esta “es distinta en cuanto a las característica y dinámicas de las previas recesiones”. La medicina en todas ellas ha sido la intervención pública, en este caso se está haciendo esperar una buena dosis de esta.

Cifras

13 millones de desempleados perderán su colecta especial el 26 de diciembre

11.1 millones de personas más están desempleadas hoy comparado con febrero, antes de que llegara la pandemia.

55% de las organizaciones comunitarias de EEUU que sirven a personas de bajos y moderados ingresos dicen que la situación de los ingresos y trabajo ha empeorado algo o mucho desde agosto.

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