Cómo el cerebro causa que comamos en exceso

Comer en exceso se asocia directamente con la obesidad y puede relacionarse con cuestiones mucho más complejas sobre el funcionamiento cerebral

Ansiedad

Comer demasiado también puede ser un síntoma de ansiedad. Crédito: Shutterstock

La obesidad es uno de los problemas de salud mundial, más preocupantes en la actualidad. La información oficial no miente, se estima que alrededor del 42.4% de los adultos en Estados Unidos tienen obesidad ¡Es un porcentaje altísimo! Padecer obesidad es un trastorno que se caracteriza por poseer niveles excesivos de grasa corporal y normalmente suele ser el resultado de ingerir más calorías de las que se queman. Adicionalmente la obesidad se traduce en tener un Índice de Masa Corporal (IMC) de 30 o más.

Es bien sabido que el sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo en la aparición de diversas enfermedades crónicas y degenerativas. Si bien existen muchas causas que lo fomentan, el estilo de vida de la sociedad moderna no ayuda mucho y normalmente ninguno de estos factores ocurre de la noche a la mañana. Lo cierto es que nuestros hábitos alimenticios y cotidianos tienen una relación directa, sin embargo comer en exceso de forma rutinaria es sin duda uno de los principales factores. Es por ello que una de las más recurrentes recomendaciones de diversos expertos en salud y nutricionistas, es crear cambios sostenibles en el comportamiento dietético: como comer porciones más pequeñas o comer más despacio y con atención. 

La realidad es que comer en exceso es un concepto que va más allá de la fuerza de voluntad, en muchas ocasiones existen cuestiones más profundas. Tal es el caso de la información que fue liberada en una reciente investigación, en la cual se establece como una posible razón a comer entre el funcionamiento cerebral y comer en exceso. Un equipo de científicos dirigido por la Universidad de Florida en Gainesville, descubrió recientemente que una región del cerebro conocida como corteza infralímbica (IL) podría explicar por qué los estadounidenses tienen tendencia a comer en exceso.

En dicho trabajo de investigación se comprobó que el cerebro juega un papel de aprendizaje desde que somos pequeños, en lo que se refiere al comportamiento de búsqueda y autoadministración de alimentos. También los científicos comprobaron que algunas señales ambientales constantemente nos recuerdan que las golosinas y la mayoría de los alimentos procesados, pueden hacer que comamos en exceso. De hecho estos alimentos contienen sustancias altamente adictivas para el cerebro. Y tal vez es esa la explicación por la cual siempre después de una cena abundante y generosa, tenemos espacio para un tazón de helado o un puñado de galletas. Inclusive cuando estamos completamente satisfechos. Claro, aquí también tiene que ver la creciente adicción por el consumo de alimentos azucarados.

De tal modo que los investigadores experimentaron con ratas y descubrieron que podían reducir la sobrealimentación desactivando la actividad en la IL, una parte de la corteza prefrontal medial ubicada cerca de la parte frontal del cerebro. Probablemente te estés preguntando qué tiene esto que ver, es importante porque la corteza prefrontal del cerebro juega un papel clave en las etapas iniciales del aprendizaje de la búsqueda de alimentos. 

También existe otro factor importante y es la estrecha relación que existe entre el cerebro y el control del apetito. Se ha comprobado que el hipotálamo y por lo tanto las neuronas hipotalámicas, son las responsables de detectar señales nutricionales y hormonales de la sangre. Lo cual hace que el hipotálamo se conecte directamente con sensaciones de aumento en el apetito, al detectar una baja disponibilidad de glucosa y lo disminuye con la repleción de glucosa.

 Finalmente los especialistas han señalado que hace falta más información y estudios al respecto, sin embargo no podemos negar que la manera en la que nos alimentamos viene de conductas aprendidas desde niños y estas se asocian con ciertos aspectos del funcionamiento cerebral. Aunque también es cierto que existen ciertas etapas de la vida o momentos específicos en los que somos más propensos a comer más.

La realidad es que la dieta que seguimos influye directamente en la función cerebral y siempre es posible crear nuevos hábitos. Finalmente hoy en día sabemos que la composición de cada comida tiene un efecto directo en la producción de las señales químicas del cerebro. Lo increíble es que el cuerpo y cerebro humano son tan poderosos, que a través de la alimentación pueden modular a los neurotransmisores. Lo mejor de todo es que esto no solo beneficia el peso corporal, a través de una dieta equilibrada podemos influir directamente en el humor, estado de ánimo y comportamiento. Finalmente somos lo que comemos y la calidad de los nutrientes que consumimos determina el buen funcionamiento de órganos y sistemas. 

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