Disfrutar de una loncha de tocino al día podría incrementar en un 50% el riesgo de padecer demencia
Un excesivo consumo de carnes procesadas, es un hábito alimenticio que deteriora la salud y nos hace más propensos a padecer enfermedades crónicas. Recientemente un nuevo estudio lo relaciona con un mayor riesgo de padecer demencia y Alzheimer
La más reciente recomendación de salud de los expertos en medicina y nutrición, es seguir una dieta basada en plantas. La cual no solo se asocia con una mayor esperanza de vida, es un estilo de alimentación que nos protege de enfermedades, sumamente benéfico para bajar de peso y que inclusive se asocia con grandes bondades para la salud mental y emocional. Con base en ello han salido a la luz numerosas referencias científicas que avalan los efectos nocivos de un excesivo consumo de carnes rojas y procesadas. De manera particular recientemente ha llamado la atención un nuevo estudio, en el cual se comprueba un hallazgo muy relevante: comer una sola loncha de tocino al día en el desayuno, podría aumentar el riesgo de demencia de una persona hasta en la mitad.
El trabajo de investigación fue encabezado por investigadores de la Universidad de Leeds, se basó en un análisis de datos de salud de 500.000 personas y en el cual los científicos se dieron a la tarea de analizar información relevante de la base de datos del Biobanco del Reino Unido. Abarcó un período de tiempo entre el 2006-2010 y estudió a británicos de 40 a 69 años de edad. El hallazgo principal fue contundente encontraron que el hábito de comer 25 gramos de carne procesada (una loncha de tocino) durante el desayuno, aumenta el riesgo de demencia en un 44%. Cabe mencionar que esto aplica independientemente de otros factores como una predisposición genética a la enfermedad.
El investigador que encabezó el estudio el Dr. Huifeng Zhang, agregó que este descubrimiento se suma al creciente cuerpo de evidencia que vincula el consumo de carne procesada con un mayor riesgo de una variedad de enfermedades no transmisibles. A la vez enfatizó que los resultados son contundentes en lo que respecta al consumo de carnes procesadas, sin embargo no es lo mismo cuando hablamos de carnes sin procesar. Se descubrió que la carne de res, cerdo y ternera protegen contra diversas enfermedades. De hecho, consumir 50 gramos al día de este tipo de carnes magras y sin procesamiento, reduce el riesgo en casi una quinta parte.
El equipo detrás del estudio encontró que, durante un promedio de ocho años, casi 2.900 casos de demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) aparecieron con más frecuencia en los hombres. Un dato interesante es que los enfermos de dichas condiciones, tendían a un estilo de vida poco saludable y en su mayoría eran personas con malos hábitos: fumadores, con sobrepeso, su dieta se basaba en un un alto consumo de comida chatarra y muy pocas frutas y verduras. De tal modo que este tipo de hábitos también son considerados como factores de riesgo.
Lo cierto es que este tipo de trabajos de investigación se suman a numerosas evidencias científicas que durante años, nos han advertido sobre los efectos del consumo excesivo de carnes procesadas. Hoy en día tenemos todo tipo de referencias que relacionan a este hábito alimenticio, como una conducta que se asocia con enfermedades como el cáncer, afecciones cardíacas, obesidad, diabetes y deterioro en la salud mental.
Lo que sucede es que la carne procesada contiene muchas sustancias químicas nocivas, que no están presentes en la carne fresca y magra. Lo primero que es necesario entender es que la carne procesada es un producto que se somete a diferentes procesamientos para alargar su conservación entre los principales puede ser: curada, salada, ahumada, seca o enlatada. Es por ello que la categoría de carnes procesadas es amplia e incluye productos como salchichas, salami, jamón, tocino y diversos embutidos. Para aclarar posibles dudas, cabe mencionar que la carne que ha sido congelada o sometida a un procesamiento mecánico como cortar y rebanar todavía se considera sin procesar.
Comer carne procesada se asocia con un estilo de vida poco saludable. No es novedad que su alto y recurrente consumo se relacione con efectos nocivos para la salud, finalmente hoy en día es un hecho que las personas conscientes de la salud conocen desde hace décadas las devastadoras consecuencias para la salud general a largo plazo. Por esta razón, comer grandes cantidades de carne procesada es más común entre las personas con hábitos de vida poco saludables.
En general comer carne procesada se asocia con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas. Entre las que se destacan: presión arterial alta (hipertensión), enfermedad cardíaca, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer de intestino y estómago, y recientemente se ha comprobado su deterioro en la salud mental y su directa relación con la demencia y el Alzheimer. No en vano la mayoría de los estudios realizados en humanos, muestran que las personas que comen carne procesada tienen más probabilidades de contraer estas enfermedades.
La razón principal de sus efectos nocivos por supuesto radica en el grado de procesamiento, el cual puede variar según la técnica que se utilice. Tal es el caso del ahumado de la carne, si bien es considerado uno de los métodos de conservación más antiguos, a menudo utilizado en combinación con salazón o secado y es ahí donde viene el problema. Este método conduce a la formación de diversas sustancias potencialmente nocivas, entre los que se destacan los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Los HAP son diversos compuestos que se forman cuando se quema la materia orgánica.
También existen otras sustancias peligrosas llamadas aminas heterocíclicas (HCA), que son una clase de compuestos químicos que se forman cuando la carne o el pescado se cocinan a altas temperaturas, como al freír o asar a la parrilla. No se limitan a la carne procesada, pero se pueden encontrar cantidades significativas en salchichas, tocino frito y hamburguesas de carne. Otra sustancia que no podemos dejar de mencionar es el cloruro de sodio, un compuesto típico de los productos cárnicos procesados y que también es conocido como “sal de mesa.” Es bien sabido que durante miles de años, la sal ha sido utilizada en diversos productos alimenticios como conservante y también para potenciar el sabor. Si bien existen muchos alimentos cotidianos ricos en sal, las carnes procesadas encabezan la lista y contribuyen significativamente en una mayor ingesta de sal. El consumo excesivo de sal se relaciona directamente con casos de hipertensión y las enfermedades cardíacas.
Podemos concluir que las carnes procesadas afectan la salud y nos hacen más propensos a padecer diversas enfermedades. La mejor recomendación es seguir una dieta basada en plantas o inspirarse en el estilo de vida que promueve la dieta mediterránea, en el cual se aconseja el consumo de carnes rojas (magras y nada procesadas) en ocasiones especiales y como un complemento. Recuerda que la calidad de la carne influye directamente en sus efectos en el organismo, consúmela ocasionalmente y en porciones controladas, y si está en tus posibilidades siempre apuesta por las variantes locales y de animales alimentados con pasto.
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