‘Deliveristas’ de Nueva York se tomaron las calles para exigir justicia, protecciones y seguridad
Cientos de repartidores de comida se manifestaron desde Times Square hasta City Hall en medio de un fuerte aguacero, reclamando ser tratados como esenciales, con dignidad, apoyo policial y mejoras laborales
Este jueves la ciudad de Nueva York vio y sintió el poder de los trabajadores que se ganan la vida en dos ruedas. Con el mítico Times Square de fondo y montados en sus bicicletas y motos eléctricas, cientos, si no miles de repartidores que hicieron una pausa en su jornada, se tomaron las calles en una caravana hacia City Hall para reclamar sus derechos.
Los gritos de “justicia”, “respeto” y “dignidad”, al igual que la advertencia de que “las propinas no son salarios“, y que urge que la Ciudad y el Estado los proteja con leyes que metan en cintura a las aplicaciones con las que se mueve mayormente la entrega de comida en la Gran Manzana, fueron protagonistas.
Ni la fuerte lluvia que empezó a caer al inicio del recorrido, la misma que muchas veces deben enfrentar cuando están en las calles ganándose la vida, hizo que se aflojaran o que perdieran el impulso. Ellos, con las caras lavadas y la ropa mojada, pero sus fuerzas intactas, se unieron para mostrarle a Nueva York que no son invisibles, que tienen voz y que van a pelear por lo que se merecen.
Así lo dijo a todo pulmón Gustavo Ajche, organizador del movimiento Deliveristas Unidos, quien pidió a los legisladores que se pongan del lado de la justicia con los repartidores y a los ‘deliveries’ que se unan para hacer más poderoso su movimiento.
“Esta lucha no termina acá. Esto no es simplemente una marcha en la que nos mojamos. Esto demuestra que tenemos poder, que se nos tiene que olvidar el miedo y que estamos poniendo la cara para luchar por algo que merecemos”, dijo el repartidor, advirtiendo a los políticos que no aprovechen sus protestas para ganar votos sino para realmente comprometerse en la búsqueda de soluciones.
“Tenemos que seguir luchando hasta que el Concejo Municipal chequeé esas legislaciones que ya están y que nos dan protecciones, al igual que el Alcalde, y que las aprueben”, agregó el líder.
Gabriel López, uno de los manifestantes que se tomó las calles, mientras trataba de secarse un poco la lluvia que acumuló en buena parte del recorrido, compartió ese sentir y pidió solamente ser tratados como seres humanos y no como “cosas”.
“Queremos que paren los robos, que la policía los frene, que nos den mejores condiciones, que nos respeten y que nos vean como gente que sirve a esta ciudad. No es mucho pedir, pero para nosotros hace una gran diferencia”, dijo el mexicano.
“Ustedes se merecen sus derechos”
La senadora estatal Jessica Ramos, una de las príncipales luchadoras por los derechos de los trabajadores de Nueva York, quien impulsó la creación del fondo de trabajadores excluidos, se comprometió a seguir dando la pelea y dejó claro que Nueva York no va a seguir viendo a los repartidores como si fueran desechables.
“Ustedes se merecen sus derechos, porque se lo han sudado. Merecen el respeto del Gobierno, del empleador, de la pPolicía, de los restaurantes y de todos los neoyorquinos… aquí les digo que ningún latino, ni es invisible ni es desechable, carajo. No nos vamos a dejar mangonear más”, dijo la política de Queens.
El concejal Carlos Menchaca recordó con tristeza el reciente asesinato del repartidor Francisco Villalba, quien perdió la vida en El Barrio, en Manhattan, y cuya muerte también inspiró la marcha, y prometió que pronto los ‘deliveristas’ van a tener las condiciones que se merecen.
Al final de la protesta, y ya con el sol saliendo de nuevo, espantando a la lluvia, el repartidor José Arriaga, hizo una analogía que enmarca el sentir de su lucha.
“Nuestra vida es como ese cielo, que puede tener días muy oscuros, y venir cargado de aguaceros muy fuertes, pero al final siempre sabemos que va a salir el sol y sé que los días de injusticias y malos tratos para los deliveristas están por acabar“, dijo el joven, quien luego se montó en su bicicleta y se fue “a seguir chambeando”.