“Antes ganaba más dinero, pero no me divertía tanto”: el cuchillero más legendario de Nueva York volvió al trabajo tras un año de confinamiento

Len Berk tiene 91 años y es para muchos una institución cortando pescado en un supermercado del Upper West Side

2245 Broadway con 80th St, NYC.

2245 Broadway con 80th St, NYC. Crédito: Google Maps

A sus 91 años, Len Berk es para muchos una institución en el Upper West Side: el legendario cortador de salmón ahumado está de regreso completamente vacunado y blandiendo su espada de 18 pulgadas detrás del mostrador en el supermercado Zabar’s, después de doce meses de ausencia debido a la pandemia.

“Estaba nervioso”, dijo el nonagenario judío al New York Post sobre su regreso al trabajo. “Pero cuando tomé un cuchillo para cortar mi primer salmón, fue como andar en bicicleta. No lo había olvidado”.

Berk era contador público (CPA), pero tras retirarse hace 26 años decidió trabajar de nuevo, esta vez en el famoso supermercado de Nueva York. “No lo hice por el dinero”, afirma el entusiasta empleado, que gana $18 dólares la hora como cortador de pescado, mucho menos que la tarifa de $200 que tenía como contador público certificado.

“Claro, ganaba más dinero entonces, pero nunca me divertí tanto… Lo hice para tener algo que hacer. Sentí que era necesario como ser humano contribuir a la sociedad”. Además, admitió Berk, “Tengo una habilidad con el salmón… Cuando lo tienes, lo tienes”.

Así, “Descubrí que cortar salmón es una experiencia muy sensual… Deslizo mis manos por la superficie aceitosa del pescado y es tan relajante; es una sensación muy agradable”.

En tantos años ha atendido a docenas de famosos. Basado en su larga experiencia, dice que hay unos 20 tipos de clientes, incluidos “el observador” -que mira con enojo-; “el degustador” -que come muestras gratis-; y “el multitarea” -que compra a la vez en los mostradores de quesos, carnes y pescados para ahorrar tiempo.

“El trabajo y Zabar’s son muy importantes para mí”. Hasta su regreso hace unas semanas, iba al negocio ocasionalmente como cliente, pero con el corazón apesadumbrado.

“Fue agridulce”, dijo Berk, quien maneja al supermercado desde Pelham, Westchester. Después de todos estos años, “yo era casi una institución allí. El gerente me dijo que la gente preguntaba constantemente por mí durante el año pasado”.

“La gente viene a mí repetidamente”, añadió el abuelo casado y con siete nietos. “Algunas personas dicen que soy su cortador de salmón ahumado y siempre vendrán a mí, incluso si tienen que esperar más tiempo”.

Berk se especializa en cortar lonjas casi diáfanas. “Quería volver desde el día en que lo dejé”, comentó. “A mi edad, no sabes lo que va a pasar. Tengo 91 años, nunca se sabe cómo van a ir las cosas”.

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